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Pienso que los cansé en notas anteriores sobre el imperialismo y la fragilidad de diferentes idiomas pero, así como en la vida real, nos encontramos tres veces en poco tiempo con amigos que no vimos en años, tal como me pasó con las aventuras de diferentes idiomas.

Un amigo que regresaba de Italia, me contó que en el Vaticano los cajeros automáticos permiten seleccionar el latín, para poder operar sin inconvenientes. Parece razonable, ¿uno asumiría que ese hermoso idioma al que la Iglesia hizo casi completamente universal y luego trató de olvidar, puede hacer que obispos llegados de Filipinas, India, Uganda, Bolivia y otros puedan entenderse, además de entre sí, con las máquinas que la modernidad impone?

Otra: un idioma de aborígenes en Méjico es hablado por solo dos personas, pero éstas por viejos enojos no se hablan entre sí.

Veamos lo que pasa en Ubang, una comunidad del sur de Nigeria. Allí hombres y mujeres hablan idiomas diferentes, y para ellos esa diferencia es una bendición de Dios. Los dos sexos comparten un mínimo de palabras comunes. Los niños crecen hablando el idioma de las madres, y a los 10 años se espera que se aventuren al lenguaje de los varones. Cuando comienzan a hacerlo, la pubertad está cerca. Pobre del que se rezaga o nunca llega. La comunidad atribuye el fenómeno a su origen bíblico.

Adán y Eva eran nativos de Ubanq, y el plan de Dios era dar dos lenguajes a cada uno de todos los grupos étnicos, pero reflexionó que no eran tan numerosos los lenguajes, y el privilegio quedó restringido a Ubanq. Para los antropólogos se trata de una cultura dual, hombres y mujeres separados que alguna vez se juntan. No tienen lenguaje escrito. Una anotación: en Nigeria hay 300 idiomas, y tres de ellos se enseñan en escuelas.

Pero hay otro país que le gana a Nigeria. En Papua, Nueva Guinea, se hablan más de 800 lenguas.

Más allá del barullo creado por esta cantidad de lenguas "naturales”, no olvidemos que desde el siglo XVII se crearon más de 200 lenguas artificiales. De ellas el esperanto es la más utilizada, dicen, por dos millones de personas: lamentablemente nunca encontré a alguien que la hablara. Creo que en Star Treck se habla el Klingong, pero nunca me gustó esa serie.

Les voy a confesar que a veces tengo una pesadilla: me encuentro con el último poseedor de un lenguaje espléndido, sin nadie para ejercitarlo, sin grabadores para archivarlo, sin posibilidad de escritura, sin nadie que entienda sus poemas o canciones. ¿Imaginan una soledad mayor? Alguna vez, a alguien, esto le ocurrió.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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