Los cartoneros, aquellas personas que vemos a diario revolver la basura para recolectar cartones, papeles y todo tipo de material que pueda ser reciclado, empezaron saliendo a las calles para encontrar una fuente alternativa de recursos. Lo que para algunos era un desecho, para otros podía generar ganancias. Hoy, esta idea que surgió de una necesidad puede ser la clave para el futuro de nuestra sociedad.

Reciclar no es algo fácil, ya que depende de la colaboración de todos. No sólo se trata de que haya tachos diferentes en las calles, sino también de que en las casas cada uno de nosotros separe la basura. Para ello, se otorgan bolsas negras y verdes. En las primeras, va todo aquello que no puede reciclar, mientras que en las otras se coloca papel, cartón, vidrio, plástico, etc.

Así, los materiales que regularmente usamos pueden tener otro nuevo uso y no ir a llenar los grandes basureros de las ciudades. En vez de ser basura, se transforman en una nueva cosa, y de esta forma, ayudamos a contaminar menos.

Igualmente, cuando separamos la basura contribuimos con la insalubre tarea de los cartoneros, quienes ahora pueden directamente recolectar las bolsas cuyos contenidos ya saben que son reciclables y no tienen que estar abriendo todas las bolsas para extraer lo que necesitan.

Además, como un beneficio extra, las calles se mantienen más limpias, ya que una de las grandes críticas que se le hacen a estos “recolectores” es que desparraman los contenidos de las bolsas en las calles.

Parecería que todos ganamos. Incluso, hoy en día, la basura puede ser exportada, es decir, que es una fuente de ingresos económicos para el país que quizás nunca antes fue imaginada.

¿Qué falta entonces para que el reciclaje empiece realmente a generar frutos? Primero, la organización de quienes se encargan de recolectar. En la Ciudad de Buenos Aires desde 2008, se armó un sistema de cartoneros oficiales, que trabajan en cooperativas encargadas de recolectar los residuos recuperables. En total, hoy hay 4526 registrados. A su vez, hoy en día existe una Federación Argentina de Cartoneros y Recicladores.

Ahora, de la mano de la organización es necesaria también la infraestructura. En Brasil, se está implementando la iniciativa Río Grande do Norte Sustentavel, apoyada por el Banco Mundial y ejecutada por el gobierno estatal, que aporta fondos para que las asociaciones de cartoneros construyan galpones y compren sus propios equipos para reciclar. Igualmente, se les brindará asistencia y capacitación técnica para la gestión de sus emprendimientos.

Podríamos empezar entonces a hablar de “empresarios socioambientales”, como dijo Fátima Amazonas, directora del proyecto en el Banco Mundial en la nota Los latinoamericanos que viven del negocio más sucio del mundo del diario El País de España.

Todavía falta mucho, estos son tan sólo los primeros pasos. No nos olvidemos que en nuestro continente todavía el 75% de las 4 millones de personas que viven de la recuperación de estos materiales lo hace en condiciones de insalubridad.

La organización de estos recolectores, sumado al desarrollo de la infraestructura para el reciclado más la educación de la población general sobre el tema, son algunos de los lineamientos principales para un futuro más verde. Ojalá que cada uno de nosotros quiera formar parte.

Enviá tu comentario