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Sin que ello signifique ni tomar partido, ni perder la objetividad, tenemos la impresión de ser Pedro Galimberti, el precandidato a gobernador al que se lo escucha hablar con más fuerza de los problemas concretos del “Entre Ríos profundo”.

Una afirmación que no va en demérito de la brillante estrategia de Enrique Cresto, que inteligentemente encontró la manera de ubicarse como Administrador del Ente Nacional de Obras Hídricas de Saneamiento (ENOHSA), y desde esa posición comenzó a realizar una acción empeñosa, la que le permite hacer campaña electoral de la mejor forma manera válida posible –obras son amores--- con recursos estatales. Lo que, no debe entenderse como una crítica, sino como la mera mención de un hecho, ya que el hombre público que oficia de “aguatero”, nunca se puede verlo como un oficio menor.

Sin olvidar el hecho que Rogelio Frigerio, es en la actualidad el precandidato a gobernador mejor posicionado, a estar a las encuestas electorales; respecto al cual no puede tampoco olvidarse su experiencia, fruto de su paso por la administración pública nacional, y su red de contactos, tanto a ese nivel como en el internacional, un hecho que como es sabido cuenta a la hora de gobernar. Pero, volviendo a la figura de Galimberti, resulta positivo, no solo verlo recorrer pequeñas localidades del interior provincial, sino sobre todo las reflexiones y comentarios que se lo escucha formular en ocasión de esas visitas. Es que no se puede dejar de coincidir con él cuando se lo escucha decir que la nuestra es “una provincia estancada”, que es lo mismo que señalar que ha ido perdiendo importancia en un país, que en el plano internacional, tal como lo señala la opinión de círculos de análisis y pensamiento, así como también el juicio de los diarios más importante del mundo, se ha convertido en un “país irrelevante”, a pesar de todas sus potencialidades y las oportunidades únicas que deja pasar sin aprovechar.

Mientras tanto, mirando desde una perspectiva más amplia a nuestra actual coyuntura en el orden provincial, da la impresión que más allá de los antecedentes que pueden exhibir nuestros candidatos, y las propuestas incluidas en sus futuras plataformas electorales, lo que sigue ausente es lo que, remedando al gran estadista francés Charles De Gaulle, cabría designar como “una cierta idea de Entre Ríos”. Capaz de lograr una mirada integral de toda ella. Al respecto no debe dejarse de recordar que desde los inicios de la Colonización hispánica de nuestro territorio, se asistió a un hecho que cabría considerar como dos espacios, dentro de un espacio abarcador de alcance provincial.

Es así como volviendo a la referencia de la “primera colonización” que hemos mencionado, se pueda hablar en términos generales, y por ende imprecisos que el este de nuestro territorio se encontraba dentro de “la esfera de influencia de Buenos Aires, y el oeste “dentro de la de Santa Fe”. Hubo más adelante un momento posterior, que se ha ido desvaneciendo con el transcurso del tiempo que de una forma un poco atrevida podría llevar a la existencia de dos “sub-provincias” separadas por el Río Gualeguay. Ello con el “casi” olvido del norte entrerriano –sobre todo en esa suerte de cuña que se introduce en Corrientes- y el olvido mayor del Pre-Delta y el Delta entrerriano. La subsistencia menguada de ese cuadro, es lo que nos lleva a hablar de la necesidad de contar con un “programa plurianual de desarrollo socio económico” de toda la provincia.

Aquí corresponde una digresión para señalar que un programa es una secuencia lógica de actividades, con sus interdependencias, ligadas para alcanzar un determinado objetivo, mientras que en la planificación se hace presente la representación gráfica de ese programa. En cuya elaboración deberían participar los “tanques de pensamiento” públicos y privados existentes en las provincias, los que designen las universidades, los partidos políticos, y las asociaciones de la sociedad civil que lo soliciten. Debe tratarse de un programa de una extensión plurianual, en la medida que deba ser respetado y cumplido por sucesivas administraciones –aunque sean de distinto signo político-partidista- sin solución de continuidad. Y obviamente, su entrada en vigencia hace necesaria la existencia de una ley provincial previa, que lo apruebe. Se nos ocurre, mientras tanto, que esa sería una manera superlativa de expresar la “entrerrianía” en el campo de la acción y de los hechos.

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