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El 12 de enero de este año murió en Inglaterra Roger Scruton, una ebullente y discutido pensador, cuya influencia se sentirá sin duda por mucho tiempo. Fue uno de los renovadores del ideario conservador en Gran Bretaña, en otros países europeos y en los Estados Unidos. Nació en 1944 en un hogar de clase media baja, su padre era un maestro con firme adhesión al partido laborista. Gracias a sus dotes y a su aplicación, Roger logró una muy buena educación en escuelas del Estado, culminando con una beca para la Universidad de Cambridge, donde estudió filosofía y estética. Su vida intelectual llegó a un momento de crisis en el mayo del ‘68 francés: la visión de jóvenes burgueses destruyendo París, arrojado piedras e incendiando, lo horrorizó y vio su correlato en las modernas teorías francesas que surgieron con Sartre, y continuaron con Foucault, Lacan, Derrida, o algunos alemanes como Habermas y otros, y que han conquistado los departamentos de humanidades de las universidades europeas y americanas, a las que un sabio crítico llamó escuelas de resentimiento.

Afortunadamente encontró guía e inspiración en las reflexiones sobre la Revolución Francesa que escribiera Edmund Burke en las proximidades de esos sangrientos años, afirmando su opinión del final terrible que pueden tener mucha utopías. A partir de los años ’70, a la par de su trabajo en universidades, se recibió de abogado, de lo que nunca ejerció y comenzó a realizar viajes tras la cortina de hierro: Polonia, Checoslovaquia y Hungría, fueron los países en los que ejerció una tarea docente clandestina, difundiendo ideas y escritos anticomunistas. Por esas actividades fue perseguido y encarcelado. Su labor fue reconocida después de la caída del muro, con importantes condecoraciones otorgadas por los mandatarios de esos países.

Durante 20 años dirige "The Salisbury review" en recuerdo al 3° Marqués de ese nombre que había afirmado "el error más común en la política es quedarse con los esqueletos de políticas muertas". En ella escribe la mayoría de los artículos. Para él, como para sus compañeros, el conservadurismo implica continuidad, y pertenencia a algo que ya existía y un establecido orden social, todo lo cual era determinante a la hora de pensar qué hacer. Se orienta a un conservadurismo autoritario sin disimulos, alejándose de las ideas del liberalismo, en el cual ve un carácter destructor de la vida comunal, así como se opone al partido conservador británico por el apoyo del mismo a las teorías del libre mercado. Es antifeminista, y homofóbo. El objetivo conservador es lograr que el presente logre un acuerdo con el pasado y con el futuro, luchar por el mantenimiento de las estructuras e instituciones de la sociedad amenazadas por el entusiasmo mercantil y la agitación social. Se construye como oposición a toda utopía. Y se oponía las inmigraciones masivas que desestabilizan la sociedad y sus valores. Apoyaba la pena de muerte y el Brexit.

El punto de apoyo de su sistema político será la autoridad, la libertad debe desarrollarse subordinada a ella. Quisiera ver excluida la democracia a la que considera una amenazadora enfermedad que da poder a demagogos y a hombres de mera buena voluntad. Siguiendo a Burke, cree que la relación Estado-ciudadano es homóloga a la relación padre-hijo, dando así al Estado la autoridad, responsabilidad de la relación paterno-filial. En el instinto natural yace la aceptación de la autoridad y de las instituciones.

Hay que preservar lo valioso del orden existente y ser escéptico ante las ideas abstractas y muestra clara aversión a la ingeniería social. En el imaginario conservador es la experiencia y no la razón, el instrumento privilegiado para la ordenación de la sociedad. Ser cautos con las esperanzas, son más frecuentes las falsas, aquellas que confían ciegamente que todos los problemas y desórdenes del género humano pueden resolverse con un nuevo plan de acción, un nuevo ajuste a gran escala, un nuevo acuerdo, un nuevo sistema y las gentes serán libradas de la presión temporal hacia un reino de éxitos. Se necesita un poco de pesimismo crítico para afrontar los problemas, la realidad es compleja, es plural, tiene demasiadas aristas y los intereses no son siempre armonizables.

Roger Scruton fue autor de muchísimos libros de filosofía, sobre la poesía y sobre el sexo, sobre la arquitectura y el vino, sobre la belleza. Fue el autor de varias novelas y de dos óperas. Enseñó en Inglaterra y en los Estados Unidos y en países de Europa central, de los cuales Checoslovaquia era su preferido. Una de sus grandes preocupaciones es la marea de fealdad que está cubriendo el mundo contemporáneo: se refería en especial a la arquitectura y a las artes que habían en general dejado de ser bellas. Recorriendo galerías de arte le parecía ver más obras en que los objetos o el paisaje eran salvajemente destruidos y con una pobrísima técnica, que reveladoras de una belleza superadora del mundo real. Creía que la belleza es un persistente llamado a la espiritualidad y la pérdida de ese sentido, podría llevar a la pérdida del sentido de la vida.

Era de religión anglicana. En 2016 la Reina de Inglaterra le otorgó el título de Sir. A quién había alabado en sus escritos tanto al tabaco, un cáncer de pulmón lo mató en seis meses. Muchas de sus conferencias y entrevistas están disponibles en YouTube.

Había hecho suya la frase de Bossuet: "Lo propio de la misericordia es conservar".
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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