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La tensión entre Macri y Fernández pone a los argentinos al borde de otro abismo

La extravagancia del lenguaje que utilizan legisladores y políticos para referirse a cuestiones cotidianas queda en evidencia en los peores momentos. Cuando el pasado miércoles el ministro Lacunza anunció el reperfilamiento de los vencimientos de las Letras del Tesoro, utilizó ese neologismo para evitar referirse al menos agradable default, que es lo que estaba anunciando.

También anunció que la falta de pago no alcanzaría a las “personas humanas”, neologismo con que el nuevo Código Civil llama a las antes llamadas “personas físicas”. A las personas jurídicas, que por oposición podrían ser llamadas personas “no humanas”, les corresponderá aquello que les merece: un trato inhumano.

Para despejar dudas respecto de que lo anunciado el miércoles constituye un default hecho y derecho, la agencia Standard & Poors rebajó la calificación de la deuda de largo plazo bajo legislación argentina y extranjera a la categoría de “default selectivo”, en tanto que a la deuda de corto plazo (Letras), cuyo vencimiento se modificó por decreto, las ubicó en la menos ambigua categoría de “default”.

La disputa no-cooperativa entre Macri y Fernández conspira contra el espíritu democrático y el bienestar general

¿Por qué, si no habrá quita alguna de capital ni recorte de cupón? Sencillo: supongamos que tenemos en cartera una Letra del Tesoro (Lete) en dólares que vence dentro de una semana, y que esa Lete transa en el mercado con una TIR de 40%, lo que redunda en un precio de 99,35%. El reperfilamiento plantea pagos en tres cuotas (15% al vencimiento original, 25% a los tres meses y 60% a los seis meses); a la misma TIR de 40%, el precio de mercado del bono sería de alrededor de 88%, es decir, le supondría al tenedor una pérdida de más de 11%.

El default de la deuda que en gran parte emitió este gobierno es un paso más en un círculo de descomposición paulatino al cual le está costando encontrar un piso. La vuelta de carnero que ha dado Macri en asuntos que parecían intocables es difícil de comprender: de la eliminación de retenciones a su reintroducción, de la reinserción en el mercado internacional a un nuevo ostracismo, del impulso a Vaca Muerta al congelamiento del precio de las naftas, de la lluvia de dólares al default, de los récord en el Merval a precios de acciones que se asemejan a los de 2002, de la credibilidad a la desconfianza.

De los precios de los activos se podría deducir que no estamos lejos de tocar fondo; a la economía real le llevará mucho más tiempo. Quienes pintan algunas canas mantienen vivo el recuerdo de tantas crisis, de tantos defaults, de tantas corridas contra el peso y contra los bancos. Que las condiciones de hoy no replican las de antes no garantiza que el deterioro no pueda ser similar. La caída de los depósitos en dólares habla a las claras de la experiencia: mejor tenerlos en el exterior o en un cajón, piensan con o sin razón unos cuantos. Que alcance un DNU para no dilatar el pago de algunos bonos no sienta un buen precedente para los restantes.

Como en la fábula de la gallina y el cerdo, los políticos se involucran, pero los argentinos estamos comprometidos

En cierta manera, Macri se está robando el programa de Fernández. Éste parece ansiar que la cosa le explote a Macri. Quizás algunos de sus asesores hagan brillar sus ojos con las experiencias del peronismo sobre tierra arrasada. Esos asesores no deben recordar que tanto el pos-alfonsinismo como el pos-delarruismo fueron muy traumáticos para los argentinos: el rebote de la economía tardó casi dos años en llegar, y recién fue posible después del default, una maxidevaluación del peso, confiscaciones de depósitos y caídas de más de 10% del PBI.

Macri, en su afán por llegar a diciembre, es capaz de romper todo lo que construyó. El reperfilamiento de las Letras aumenta las chances de que las reservas le alcancen. Un bien superior, habrá pensado, al costo reputacional de un nuevo default.

La disputa no-cooperativa entre Macri y Fernández conspira contra el espíritu democrático y el bienestar general. Como en la fábula de la gallina y el cerdo, los políticos se involucran, pero los argentinos estamos comprometidos.

Jugar a pasarse la explosión de un lado al otro también debería ser calificado como “no-humano”. Quizás ya sea tarde para detener el deterioro financiero, pero se está a tiempo de evitar a los argentinos una recesión más profunda. El problema está en cuán delicado es el equilibrio y cuánto se está haciendo para que aplique la ley de Murphy: “si algo puede salir mal, saldrá mal”.
Fuente: El Entre Ríos Edición Impresa

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