Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
El desarrollo del tema de la presente nota hace que lo presentemos con un cuidado especial ya que tiene que ver, en primer lugar, con precisar el verdadero alcance del concepto de caridad.

No hay que olvidar que para los católicos –en los que se nutre profundamente nuestra cultura- la Caridad es una virtud teologal. Y que la palabra Cáritas es un término que procede del latín Caritas (Caridad) y que significa amor. Así como en la primera carta del Apóstol San Juan, este expresa con claridad el centro de la fe cristiana cuando dice “Deus Caritas est (Dios es Amor)”.

De donde diciéndolo en nuestro actual lenguaje secular más presuntuoso, la caridad no sería otra cosa que un actuar que nace del reconocimiento de “el Otro”, causa y efecto de nuestra empatía para con él, que se traduce en acciones positivas de todo tipo, concretando de esa forma esa solidaridad.

Por lo que viene siempre a dejar de lado a la mal llamada “conmiseración”, en cuanto se la ve a ésta como la expresión de un “sentimiento de lástima” a quien es objeto de la asistencia, en el que está aunque de una manera presente, aunque mas no sea en quien la presta, una sensación de superioridad – sobre todo cuando esa asistencia no significa para él un sacrificio- y que aunque así no llegue del todo a percibirla provoca en el que la recibe una marca más en su autoestima, la que ya de por sí la lleva acompañándolo arrastrada por el suelo.

De allí que no sea extraño que una semilla sembrada en la ciudad alemana de Colonia el 9 de noviembre de 1897 por su obispo, haya dado paso en el año 1951 a su constitución como "Conferencia Internacional" y que en 1953 adoptando el nombre “Caritas Internationalis”, se extendió desde allí en más, en forma explosiva por el mundo.

No es de extrañar entonces que a mediados de la década del ´50 del siglo pasado comienza la labor de Cáritas en Argentina, y que, como se ha dicho, desde su nacimiento, Cáritas Argentina “muestre características distintivas que le dieron identidad especial: su base parroquial, su amplio voluntariado y sus esfuerzos por desarrollar procesos sustentables con el aporte de las comunidades.

Y que promediando los años setenta, gran parte de las energías de Cáritas se destinaran a la ayuda inmediata, especialmente a través de la donación de alimentos, medicamentos y ropa; y que esa actividad se fuera transformando en los años 80, cuando se descubre “la necesidad de animar procesos de promoción humana y un mayor protagonismo de quienes participan de los distintos proyectos, procurando el propio desarrollo y el de sus comunidades”.

Y que, teniendo ese contexto, en 1986 la Conferencia Episcopal aprueba los actuales Estatutos de Cáritas Argentina como organismo de la Iglesia que coordinará la obra caritativa oficial de la misma.

Tampoco que en la actualidad, tal como lo informa la propia organización, Cáritas Argentina se encuentre trabajando activamente en las 66 Diócesis de la Iglesia Argentina canalizando su acción a través de más de 3.500 parroquias, capillas y centros misionales. Como el hecho que, gracias al compromiso solidario de toda la sociedad y al esfuerzo cotidiano de más de 32.000 voluntarios, la obra de Cáritas llega a 3.000.000 de personas en todo el país.

Por todo ello resulta cuando menos cuestionable la participación con “carácter institucional” de esa organización religiosa, traducido en la presencia de su principal directivo, un obispo bonaerense, en lo que no era otra cosa que la participación en un acto de campaña del candidato Alberto Fernández, llámese como quiera llamárselo, en el que éste -en un espacio que por sus características tenía “olor a pasto”, aunque no como a alguien se le escuchó decir, ni el campo, ni el candidato, tuvieran “olor a oveja”- con la presencia de diversas organizaciones sindicales, empresariales y partidarias lanzara un “plan de lucha contra el hambre” en nuestro país.

No tenemos objeción alguna contra el hecho que el candidato frentista lance un plan con ese objetivo y que el mismo resulte exitoso de llegar al gobierno, ya que de lograrlo no haría otra cosa que revertir el proceso de pauperización creciente vivido desde principios de la década del setenta del siglo pasado en adelante, acelerado durante los gobiernos del signo político del candidato. Dado lo cual no podemos sumarnos a la esperanza, no de que él sea elegido, sino que en caso de serlo pueda lograr encarrilar un proceso con esa meta.

Pero se nos ocurre que nada tenía que hacer Cáritas Argentina, y de una manera indirecta la propia Iglesia en una reunión de este tipo. Hasta cabría decir que con una acción de esa naturaleza la vemos no colocada por encima de “la grieta”, que es lo que corresponde porque esa es la única forma con la que puede ayudar a superarla, sino de uno de los lados de ella.

Y si bien en los Evangelios se escucha decir que Jesús vino a este mundo como signo de contradicción (Lucas-2.34), lo mismo puede decirse en sentido figurado de la Iglesia, pero nunca puede interpretarse como que quienes se encuentran hermanados dejen de estarlo por culpa -aunque no sea sino negligencia- de sus pastores, ya que el sentido de sus palabras era otro.

Máxime cuando, como en este caso, actitudes de este tipo solo traen desorientación, confusión y hasta amenazas de división entre los fieles de esa religión, algo que viene a alimentar todos los tipos de conflicto que a diario vemos brotar en nuestra comunidad, con los peligros que esa situación conlleva.

Y que no se nos pregunte cuál es la razón por la cual la Iglesia no puede participar en un programa partidario, si le cabe hacerlo en programas gubernamentales. La diferencia está en que el gobierno es de todos y para todos, inclusive de quienes hayan votado en contra de quienes han sido elegidos para gobernar; y un frente político no lo es, aunque así lo pretenda.

A lo que cabe agregar que la experiencia enseña que cuanto más se mantengan el Estado y la Iglesia dentro del ámbito de sus competencias, sin perjuicio de mantener correctas relaciones institucionales, a la larga todos, inclusive ellos, salimos gananciosos.

Enviá tu comentario