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Estudios de los últimos años han demostrado la importancia de la flora intestinal (es decir de una gran parte de la materia fecal) en el control del apetito, del peso corporal, de la inmunidad e incluso en el funcionamiento del sistema nervioso de los seres humanos. Tienen acción similar en otros organismos vivos.

Se trata de un verdadero órgano llamado microbiota, una comunidad de organismos, que facilitan muchos procesos o que enferman, en el que predominan las bacterias y cuyo peso estimado es de 1.5 a 2 kilos.

Este nuevo órgano se va formando por lo menos desde el momento de nacer, a partir de la flora vaginal de la madre durante el parto, o de los gérmenes de la piel en caso de cesárea (lo cual no sería tan bueno). A partir de estos gérmenes y de los que trae la alimentación, la microbiota se va desarrollando en paralelo con el intestino, hasta los tres años de edad cuando está ya madura. Contendrá entonces entre 10 a 100 trillones de bacterias (hay 40 millones en 1 gramo de tierra, 1 millón en 1 mililitro de agua dulce), este número es mucho mayor que el total de las células de nuestro organismo, alberga 1000 tipos de bacterias, que varían a lo largo del intestino y cuenta con 3 millones de genes, lo cual es 150 veces la cantidad de genes del organismo humano.

Este órgano funciona integrado con el intestino y el sistema nervioso central y periférico (microbiota<>intestino<>sistema nervioso<>microbiota). En la obesidad, por ejemplo, predominarán bacterias capaces de degradar a los alimentos al máximo favoreciendo su absorción, esto beneficia el aumento de la grasa abdominal y la absorción de ciertas toxinas, que producirán un estado proinflamatorio causal de arterioesclerosis y diabetes. Los microbios emiten señales que el cerebro traducirá como apetito o saciedad. Hace años que para engordar vacunos se usan antibióticos; quién no ha sufrido desarreglos intestinales en tiempos difíciles. Recordemos que el intestino parece tener un cerebro propio con más de 100.000 neuronas, lo que le permite seguir funcionando si se interrumpen sus conexiones con el sistema nervioso central: un buen número de afecciones neurológicas tienen alteraciones en la flora intestinal, no se sabe aún el rol que estas juegan.

Si el cielo estrellado puede generar pavor, no sería muy distinto si pudiéramos mirar qué somos y cómo funcionamos "por dentro". Y recordemos que si el número de genes y bacterias nos parece inconcebible, siempre será menor que los libros que hay en la borgiana biblioteca de Babel; Francois De Lionnes, matemático (1901-1984), calculó que la misma contenía 25 elevado a 1.320.000 potencia de volúmenes. Un verdadero gol argentino.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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