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Sauce de Luna, conocida usualmente como Sauce Luna, es una localidad de lo que cabe considerar parte del “Entre Ríos profundo” situada en la “selva de Montiel”, en el Departamento Federal.

Es un lugar que tiene una larga historia, ya que sacerdotes jesuitas y mercedarios llegaron sucesivamente al lugar, a partir del 1600, con intenciones que excedían la evangelización de los indios que allí habitaban. Así se habla de unos tres mil aborígenes que fueron agrupados en algunas “reducciones”; del paso por el lugar de Hernandarias, en 1607, donde acampó e hizo que se rezase la primera misa; que desde 1913 contaba con un apeadero ferroviario que en el año 1917 se convirtió en estación del ferrocarril, y que …en la actualidad cuenta con apenas un poco más de 2000 habitantes.

Todos estos datos se mantendrían desconocidos por nuestros lectores – ya que una cosa lleva a la otra: es decir a alimentar la curiosidad-, si no nos hubiéramos eco de una información que alcanzó repercusión nacional. Se trataba de la que daba cuenta que los concejales de las distintas bancadas que integran el Concejo Deliberante de ese municipio, acordaron un aumento de sus dietas de un 208% aproximadamente, al aprobar de manera unánime un proyecto de ordenanza por el que se fijó “una dieta de naturaleza reparatoria del menoscabo económico que genera el cumplimiento de funciones de ediles”. Algo qué en buen romance, significa que el importe bruto de esa dieta por ellos percibidas, pasó de ser de poco más de 30.000 pesos, a bastante más de 90.000.

La historia no termina allí, ya que la ordenanza respectiva por la que se establecen esos aumentos tiene que volver al Consejo, y en el caso que éste insista en su sanción con una mayoría de dos tercios no hay que olvidar que la ordenanza fue aprobada por unanimidad, o sea que lo fue con el voto conjunto de oficialistas y opositores. De donde ello viene a mostrar que en este tipo de cuestiones “la grieta” desaparece, aun en Sauce Luna. También que el Intendente Municipal se vería obligado a promulgarla, publicarla y aplicarla. Aparecen así dos interrogantes. El primero, si se atreverán los concejales a insistir en la sanción de la ordenanza vetada, atento a la polvareda de rechazo que no solo entre los saucelunenses, sino qué en tantos otros lugares, produjo enojo e indignación.

El segundo, es si el veto del Intendente, no es otra cosa que una manera que el mismo “salve la ropa”; o si por el contrario es una muestra de debilidad por parte de alguien que no estuvo en condiciones de “persuadir a su propia tropa” de la necesidad de acompáñalo en la ocasión. En realidad, nos encontramos ante un episodio de mínima magnitud, y casi irrelevante, que no se entiende como capaz de provocar esta bulla se tiene en cuenta que a lo largo y ancho de nuestra geografía –al menos no conocemos ninguna excepción- el ocupar una concejalía. ha dejado si no de ser un “honor”, al menos un cargo honorario, y por ende una expresión de “voluntariado”, como la prestación de un servicio a la comunidad. Un servicio, que al menos en la mayoría de los casos, no es “full time”, y sí mucho menos.

Pero a lo que no ha podido menos que encontrarle gracia, es al argumento inédito utilizado para justificar ese aumento, que bien cabría considerar el mismo para el cobro de la dieta, en sí. Es cuando los concejales saucelunenses señalan que lo que han votado es una dieta de naturaleza reparatoria del menoscabo económico que genera el cumplimiento de funciones de ediles. Reparación del menoscabo económico… Se trata de un argumento de esos que generan, cuando se los escucha, más llanto que risa. Ya que no se trata de otra cosa que preguntarse qué “menoscabo económico” puede generar una ocupación “par time”, y en forma muy espaciada del tiempo del edil en el ejercicio del cargo. Es por eso que viene a cuento, la referencia recogida en el texto de un historiador, que destaca el hecho que en un número significativo de actas capitulares del pleno de los cabildos, se podía leer que “abierto el acto, y no habiendo asuntos que tratar, se da fin al mismo, firmandose la presente acta por los presentes”. Una manera de dejar registrado su “no hacer nada”. De allí que resultaría de interés público, en estos tiempos de tecnologías avanzadas, la trasmisión de las sesiones de nuestros consejos deliberantes…

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