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¿Cambiará algo la reunión CFK - Melconian?
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“Hay un festival de importaciones, en estas cosas hay que usar la lapicera”, espetó la Vicepresidente esta semana en un acto, insistiendo sobre un tema, el de la pérdida de reservas del BCRA, que al parecer la tiene muy preocupada.

Tiene razón en estar preocupada. La crisis de la deuda, menos de dos años después de una reestructuración que fracasó rotundamente en hacerla “sostenible”, queda manifiesta en precios de bonos que son similares a los de los peores momentos de 2002, e inferiores a los que se recuperaron con la oferta de canje de Kirchner-Lavagna en 2005. La sostenibilidad de la deuda del Ministro de Economía suponía que a fin de 2022 habríamos acumulado US$ 13.000 millones en reservas. Pero, a pesar del muy favorable contexto internacional para los precios de nuestros productos de exportación y la sucesión de meses récord en materia de liquidaciones del sector agropecuario, perdimos US$ 5.000 millones. Sin dólares no se pueden pagar los bonos. Por eso el mercado reacciona como lo hace.

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El problema está en que a la observación adecuada de la Vicepresidente le falta encontrar las soluciones adecuadas. La matriz de pensamiento kirchnerista es incapaz de ver en las políticas públicas la raíz del problema. La culpa sólo puede ser del sector privado, a pesar de que es éste el único proveedor de dólares para la economía.

Si nos atenemos a la historia, la frase de la Vicepresidente parece sugerir que es necesario apretar más las clavijas: más cepo, más restricciones para importar y más controles serían, según su matriz de pensamiento, las acciones necesarias para frenar la sangría de las reservas.

Sin embargo, años de evidencia empírica sugieren que son tales mecanismos la causa por la cual no se acumulan dólares. El espíritu animal del capitalismo lleva en su naturaleza la búsqueda de respuestas para cada problema. Si existe un cepo cambiario, y un mercado paralelo cuya cotización prácticamente duplica la cotización oficial, es una respuesta natural, de supervivencia, buscar mecanismos para capturar esa diferencia.

En parte, no acumulamos divisas porque el récord de exportaciones convive con un récord de importaciones. En parte, porque debemos importar gas natural por la falta de previsión de los últimos años. Pero, además, porque es probable que haya mucha subfacturación de exportaciones y mucha sobrefacturación de importaciones. Para frenarla, se cambió al titular de la Aduana. El nuevo titular, el entrerriano Guillermo Michel, fue asesor del exgobernador Urribarri, del diputado Miguel Pichetto y ahora lo es del Presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa.

Otra parte de la incapacidad para acumular reservas proviene del déficit de turismo. Aunque no alcanza los niveles de la etapa prepandemia, es evidente que los argentinos que viajan al exterior pagan todo con tarjeta y los extranjeros pagan todo con dólares que no cambian en el mercado oficial. La solución que se había encontrado, abrir cuentas para los extranjeros, donde podrían vender sus dólares a un tipo de cambio preferente, no registró una sola apertura.

Pero la incapacidad para acumular reservas tiene varias otras fuentes, menos evidentes. Es desopilante el informe “Pagos de deuda externa financiera del sector privado 2020-2022”, de la Gerencia de Comunicación Estratégica del Banco Central. El nombre del despacho habla por sí solo de su utilidad. El informe celebra que por la restricción para efectuar pagos de deudas del sector privado al exterior el Banco Central ahorró más de US$ 20.000 millones en el período. Tan en chico piensan la economía que no se les ocurrió pensar que la prohibición tuvo como principal efecto evitar que ingresaran las divisas que hubieran conseguido refinanciar los vencimientos sin un cambio en las reservas. Tampoco pueden ver que, pese a las restricciones, casi todas las refinanciaciones forzadas terminaron con mejores precios para los bonos afectados.

Parecen sorprenderse la Vicepresidente, el BCRA y Guzmán porque a cada aumento del cepo, los controles y las restricciones, les sigue una sangría peor de las reservas. La lapicera para escribir esas normas ya casi no tiene tinta, y la poca que tiene es mal utilizada. No es con decretos y cambios de nombres como se soluciona el problema, sino con los incentivos correctos. Sin embargo, parece que para los estrategas comunicacionales del BCRA y para los grandes pensadores del Ministerio de Economía el mundo es estático y los impulsos humanos pueden moldearse a lo que ordena un Excel. Es una mala interpretación de la frase del líder fundador del partido peronista: no parecen creer que sea la realidad la única verdad, sino que el Excel lo es. Así les (nos) va.

El viernes, la cuenta de Twitter de Jorge Asís daba cuenta de un prolongado encuentro entre Cristina Kirchner y el economista Carlos Melconian, que está en las antípodas del pensamiento kirchnerista. Habrá escuchado opiniones y soluciones a los problemas que distan mucho de las que la lapicera del cepo, los controles, las restricciones y los cambios de nombres imaginarían. En las próximas semanas sabremos si alguna de las ideas de Melconian llegaron a puerto, y si podremos albergar esperanzas de que algo de la racionalidad perdida sea recuperada.
Fuente: El Entre Ríos

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