Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
En Colón se da una situación curiosa, que poco y nada tiene que ver con un pretendido anticipo de los tiempos de actividad preelectoral. Se trata de una preocupación casi compulsiva en los sectores desafectos a la actual “situación municipal”, a la que se tiene por una suerte de “líbero” dentro del peronismo provincial, de, encontrar primero y acertar después, un candidato a presidir la municipalidad, no solo con poder de convocatoria, sino que después esté en condiciones de normalizarla, reordenarla y volver a Colón una ciudad plenamente vivible.

Algo nada fácil, porque, a quien sea capaz de aceptar un reto de este tipo, le tocará bailar con “la más fea”. En la actualidad quien pareciera como mejor perfilado -no se puede hablar siquiera como “postulante”- es el concejal de Nuevo Encuentro por Colón, José Luis Walser, que, en el cuerpo que integra a nivel local, ha venido desplegando una acción mesurada y criteriosa.

Claro está que existe en su contra aquella máxima que advierte como sale de un Concilio de la Iglesia Católica quien entra en el mismo como “papable”. A la vez una pregunta que algún vecino politizado se hace es si el partido político municipal que lo llevó a ocupar su banca lo sigue siendo o si, en cambio, aparece como nada más que una fortuita, aunque afortunada casualidad, vinculada con la fallida estrategia del cristinismo que, entre otras cosas, trató de desembarcar en nuestra provincia al exintendente de Morón, Martín Sabatella, con su partido, cuyo nombre, casualmente, comenzaba con la palabra “Encuentro”.

El tiempo dirá. Pero como una cosa lleva a la otra la mención al vecinalismo hace que parezca adecuada la referencia a una cuestión que es ignorada parcialmente, cual es la manera en que se viene a insertar el vecinalismo en el cuadro electoral global.

Es aquí conocida nuestra posición en la materia, en el sentido que los movimientos vecinalistas si quieren seguir siendo tales deben quedarse dentro de los límites de cada municipio sin mirar hacia afuera y hacia arriba, salvo que formen una federación de ellos, y esto con reparos, ya que en apariencia los desnaturaliza convirtiéndolos en partidos provinciales, al mismo tiempo que puede poner en juego su solidez.

Pero, lo que no debería hacer aunque se hace, es la participación de miembros de los partidos vecinales integrando partidos provinciales o nacionales, salvo en los casos en que manifiesten su identificación plena con ellos, y por ende dejen de actuar como vecinalitas, ya que subieron un escalón por encima de su territorio natural.

Entiéndase bien, ya que no es cuestión de proscribir a nadie, solo en el caso que dejen su pertenencia vecinalista. Ello no quita, dada nuestra simpatía con ese tipo de agrupaciones y con una dosis grande de vergüenza, ya que se trata de enorme “emplasto” -aunque en realidad en nuestro país hemos llegado a un estado de cosas en que son pocos los que están en condiciones de censurar a los demás- contemplar la posibilidad de que en las elecciones provinciales los diversos partidos -y cuando decimos todos, eso es lo que decimos-lleven todos en sus listas candidatos y en un lugar que sean ciertas sus posibilidades de ocupar una banca, personas que pertenezcan a los partidos vecinales, aún sin conformarse una coalición, y siempre que en el caso de resultar electos formen un bloque independiente, conformado por quienes, como vecinalistas, hayan sido electos integrando boletas diferentes.

En lo que resultaría una extensión casi absurdamente distorsionada de la obligación actual de confeccionar listas de candidatos respetando la paridad de sexo. Como se ve, entre nosotros si la política tiene mucho de magia, tiene más de alquimia.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

Enviá tu comentario