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Un referéndum, ilegal, pero que un pueblo se empeñó en llevar a cabo. Hoy, ya no se puede negar que Cataluña, o al menos una parte de ella, pide que la escuchen. ¿Tendrá razón en su reclamo? ¿O lo tendrá el Gobierno español? ¿Será esta la opinión de todos los catalanes o sólo una parte? Hoy, con las imágenes del 1 de octubre, es imposible saberlo. Sólo se sabe que algo se ha roto y que recomponerlo requerirá trabajo.

Puede que haya realmente una parte de este país que ya no quiera formar parte de España. Sin embargo, hasta que no se desarrolle un referéndum real y conforme a las condiciones que establece el estado de derecho no lo podremos saber.

Ahora es crucial que se le deje al pueblo catalán expresar cuál es su deseo, así como también se le debe dar la oportunidad de que elija entendiendo todo lo que la independencia implica. No como un motivo de amedrentamiento sino porque las decisiones deben tomarse con la mayor información posible.

800 heridos fueron el resultado de la represión policial durante los comicios no oficiales del fin de semana. Se intentó evitar un acto que ya se anunciaba a vivas voces desde hace varios meses. Ciudades como Barcelona estaban empapeladas con carteles por el sí. Las banderas en apoyo colgaban de los balcones de este lugar. ¿No se podía entonces llamar al diálogo y buscar una solución antes de que se produzcan los incidentes del domingo?

Puede que parezca un capricho de algunos, la necesidad de separarse. ¿Pero de dónde estamos tan seguros de que así sea? Hoy, sabemos que hay una voz que quiere ser escuchada y a toda costa (no por nada llegaron al punto de importar urnas desde China y resguardarlas en el máximo secreto para luego trasladarlas de forma clandestina a los puntos de votación con el único fin de lograr que el referéndum se lleve a cabo).

Algo hay que hacer, y no la violencia. Por ahora, se sabe que el 10 de octubre, Mariano Rajoy ha sido citado para explicar ante el Congreso su posición respecto a la crisis. A su vez, se está viendo la posibilidad de que la Unión Europea actúe como mediadora entre las partes. Y al mismo tiempo, Cataluña podría patear el tablero y declarar su independencia.

Frente a tanta incertidumbre, el diálogo parecería estar llegando tarde. Ojalá se sienten a hablar las partes antes de que se hayan tomado medidas irreversibles y dañinas para ambos.

Después de todo, aunque hoy no se reconozcan, en algún momento tuvieron mucho en común, en algún momento fueron como hermanos o primos si se quiere.

Si es la separación el camino, que así sea, si es la unión, también. Pero que sean todos los que elijan. No es una decisión a la ligera. Es determinante. Cataluña parecería querer decir algo. Es hora de que la dejen. Y allí deberá España ver cómo la convence de seguir siendo parte o dejarla ir. Pero este camino de la negación no está llevando a ningún lado.

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