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Bien se ha dicho qué en todo día, y aun como consecuencia de las circunstancias más fortuitas, se puede aprender algo nuevo. Eso sucedió en nuestro caso, cuando el leer en la gacetilla municipal de esa localidad, el decreto por el que se crea la oficina de Registro Civil de Pueblo Liebig –más correctamente expresado la Oficina Seccional del Registro Civil y Capacidad de las personas- nos enteramos que el gentilicio que corresponde utilizar cuando nos referimos a sus habitantes –bautizada con justicia informalmente como “pueblo histórico”- es “liebileño”.

Lo que no deja de resultar curioso, dado que siempre que hemos escuchado preguntar a alguien acerca de su domicilio, la respuesta ha sido “soy de Liebig, o vivo allí”, y no autodefinirse como “liebileño”, como lo hace ese boletín de prensa. El cual, por otra parte, da cuenta de una circunstancia a la cual alguien puede llegar a considerar una grave omisión, ya que así como se ha hecho común hablar de “todos y todas” –siempre nos hemos preguntado porque el orden de mención no es el inverso, como en una época pretérita, al iniciar un discurso, se advertía que estaba dirigido a las “señoras y señores” presentes- en este caso si incurre en la omisión de hacer referencia a las “lieibileña”.

De cualquier manera, como nos quedaban dudas acerca de si era correcto el gentilicio señalado, recurrimos a una enciclopedia como fuente más autorizada, y así pudimos comenzar leyendo que “Pueblo Liebig es una localidad y municipio del distrito Segundo del departamento Colón, en la provincia de Entre Ríos, República Argentina. La cual se dispuso que se convierta en municipio a partir del 11 de diciembre de 2019. Su población, es decir sin considerar el área rural, era de 603 personas en 1991 y de 632 en 2001.2 La población de la jurisdicción de la junta de gobierno, creada en 1975, era de 722 habitantes en 2001. Y que en el marco del decreto n.º 501/2018 del Ministerio de Gobierno de la provincia, el 29 de septiembre de 2018 la Dirección General de Estadística y Censos de Entre Ríos llevó a cabo el relevamiento de población para cumplir con la condición de transformación futura a municipio arrojando como resultado 2098 habitantes”.

Algo que vendría a querer decir que en siete años casi triplicó su población, por la cual se asistió de esa manera, a una extraordinaria explosión demográfica, la cual ha sido a no dudarlo al menos un record nacional. En tanto, aunque así fueran las cosas, la circunstancia antedicha no justifica la creación de la Oficina mencionada en esa localidad. Por más que como se indica en la gacetilla de marras “tener acceso en nuestro pueblo a trámites registrables e identificatorios es un anhelo que (se ha convertido) en realidad. Es que mal que les pese a los redactores de la gacetilla, nos encontramos ante un “anhelo”, que de ser cierto suponemos no ir más allá de quienes van a ser convocados a cubrir cargos en esa repartición, con lo cual se viene a satisfacerlo de una manera muy costoso para las arcas provinciales.

Es que en materia de trámites registrales –o sea de inscripción de nacimientos y defunciones, y formalizar matrimonios- se debe tener en cuenta primero, que los nacimientos, en los casos de parturientas allí radicadas ocurren en Colon, ya que hasta incomprensiblemente no sean los partos posibles llevarlos a cabo en San José, hasta inclusive las propias sanjosesinas, según se dice. Que en el caso del registro de las defunciones, no son los deudos sino la cochería de servicios fúnebres la que se encargan de ese penoso trámite, quedando tan solo el caso de los matrimonios, cuestión para la que podría encontrarse varias soluciones, para quienes allí quieran ser desposados; entre las que se encuentra de habilitar al Intendente lieibileño, mediante la disposición legal pertinente, para la realización de ese trámite. Y en el caso de “los identificatorios” –donde el único que imaginamos posible incluir en esa categoría es de la expedición o renovación del documento nacional de identidad- en el peor de los casos la administración municipal podría hacerse cargo de los gastos de traslado del interesado, hasta la localidad más cercana autorizada para este tipo de trámites.

Y si nos hemos detenido en esta extensa relación, es porque ella es una prueba más, de políticas oficiales que más que enderezadas a satisfacer “anhelos” de la población, buscan atender a los anhelos de los convocados a cubrir esas funciones. Todo ello dentro de la política de las actuales autoridades, que con su programa “crear y llenar cargos; cargos, cada vez más cargos” nos lleva a vivir en una sociedad empobrecida junto a un estado elefantiásico.

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