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Las próximas elecciones presidenciales como factor clave

El fin de semana pasado se disputaron en Uruguay la versión local de las Paso. Al contrario de lo que aquí sucede, ahí si hubo internas en los tres principales partidos, aunque con una participación muy baja. Solo votó el 40% de los votantes habilitados, resultando ganadores el senador Luis Lacalle Pou por el Partico Blanco, el economista y flamante político Ernesto Talvi por el partido Colorado, y el ex intendente de Montevideo Daniel Martínez por el Frente Amplio. La candidata de Mujica en este último espacio finalizó segunda.

El Frente Amplio, cómodo ganador de las elecciones generales desde el 2004 recibió esta vez solo el 23% de los votos, frente al 41% de La Calle Pou y el 16% de Talvi. Tanto blancos como colorados no descartan ahora la posibilidad de formar una coalición, la que podría incluir a otras fuerzas moderadas. La tendencia, sin ser irreversible, indica que los frentistas bien podrían perder las próximas elecciones generales del 27 de Octubre de este año. Las tres ultimas presidencias han sido del Frente Amplio, Tabaré Vázquez en dos oportunidades y José Mujica en una.

La caída en la aceptación popular del Frente Amplio se explica un tanto por el típico desgaste de una fuerza que ya lleva tantos años al mando de la administración pero mucho más por el deterioro de la situación macro del país vecino. En el primer trimestre de este 2019 el PIB se contrajo 0.2% respecto a igual periodo del 2018. Este es el primer registro interanual negativo desde el cuarto trimestre del 2015. Nada que nos pudiera sorprender demasiado a nosotros, acostumbrados a volantazos mucho mas bruscos y a crisis mucho más violentas y recurrentes, pero preocupante para el Uruguay en el contexto de una realidad de país normal.

"Uruguay hoy ya no crece, en una década que ha dejado un 1,5% de crecimiento anual promedio y muy por debajo de la media histórica"

La cuestión es que Uruguay vive desde hace ya un tiempo largo un periodo de estancamiento, considerando que en la década previa había crecido a un promedio de 5,4% para caer a otro, muy inferior a la media histórica, de 1,5% durante la actual. Esto se explica por los precios más bajos de las materias primas, por cuestiones climáticas que perjudicaron la producción de alimentos, y también por los muchos años de crecimiento subpar de Argentina y también de Brasil. A estas circunstancias se les puede agregar también una salida lenta pero persistente de capitales, habiendo jugado un rol importante en esa dinámica el reciente blanqueo de capitales de sus dos grandes vecinos.

A las caídas en el nivel de actividad en los principales sectores, agro, manufacturas, construcción, turismo y banca, se le debe agregar un fenómeno al que Argentina no fue ajeno, que es el de una cada vez más creciente participación del estado en la economía y por ende una imprescindiblemente mayor presión impositiva. Todo esto en un marco de inflación moderada, un 8% en el 2018, pero con una moneda local apreciada que no dejó de erosionar los niveles de competitividad. En un esquema mucho más ordenado y armonioso que el nuestro, y con muy poca inflación, la falta de productividad de la economía uruguaya tiene poco que envidiarle a la nuestra. Como a nosotros, a los uruguayos se les hace cuesta arriba poder competir internacionalmente con su producción local.

"El desgaste típico de un gobierno de quince años que además sostiene un modelo económico gastado hace que por primera vez en mucho tiempo el Frente Amplio corra el serio riesgo de volver a la oposición"

Es difícil hablar de un estancamiento secular, pero la dinámica de la economía y el modelo de país que hasta ahora ha empujado el Frente Amplio -con casi quince años seguidos en el gobierno-, hacen pensar que romper ese círculo vicioso no va a resultar nada fácil. Como en Argentina, los uruguayos necesitan de una agenda de cambio e innovación que disminuya la participación del estado en la economía y que fomente la recuperación de un alicaído sector privado. Para peor, no los ayuda el tamaño del mercado interno, mucho más chico que el argentino, y tampoco una mentalidad estatista que supera -crease o no- a la nuestra. Eso se nota también en los bajos índices de emprendedurismo, en las antípodas de lo que se ve en Argentina.

En ese contexto, el resultado de las próximas elecciones presidenciales será clave para decidir el camino que quiera tomar Uruguay a partir del 2020. Podrá ser más de lo mismo, lo que muy posiblemente redundaría en un estancamiento casi permanente, o tal vez decidan probar nuevas fórmulas que puedan volver agilizar a una economía que muestra claras señales de desgaste y cansancio. Como sucede por aquí, las próximas elecciones presidenciales uruguayas muy posiblemente sean ese momento bisagra que determine la tendencia de los próximos diez o veinte años.
Fuente: El Entre Ríos Edición Impresa

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