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Podemos afirmar que hay 2019, como que también 2020, 2021 y así sucesivamente, salvo que se venga el tan anunciado fin del mundo, con lo cual el slogan elegido por algún sector del peronismo no hace más que reafirmar algunos de los graves problemas en comunicación política.

Decir hay 2019, nos remite a la pregunta obvia quizás de ¿Para quién hay 2019?, y entonces empezamos a ver las fotos de los que aparecen en ese llamado, y un pedido de unidad, que da más la sensación de sesiones de terapia de una pareja desgastada, que sólo comparten problemas, y donde los buenos recuerdos son sólo eso, recuerdos.

El 2019 tan deseado pareciera más bien ser de parte de la dirigencia, no así de las bases electorales, y afirmo esto en el sentido que los representados están más preocupados por la diaria, que por una ingeniería jurídica que garantice fueros de un lado y del otro, donde la autocritica dejó de ser el centro de la escena, para darle paso a la unidad, sí una vez más esas unidades que tienen más olor a oportunismo de corto plazo antes que la convergencia en un tronco ideológico común.

Se sigue usando y abusando de los sellos, y como gota de agua del mismo está el del PJ, pero que muta como camaleón según los sondeos de opinión pública, sí leyó bien, en el peronismo también se consumen encuestas, no fue un invento del Pro, las encuestas son tan antiguas como las unidades electorales, el tema es saber leerlas y dar la dosis justa de pragmatismo, porque sí dejamos que la opinión pública gobierne, tendremos un país que ponga en el mismo nivel de importancia el endeudamiento externo, y la corrupción junto a la última pareja eliminada de bailando por un sueño.

Pero el título de esta columna hace referencia a dos preguntas que están presentes en la casi totalidad de sondeos de opinión, y que tiene como objetivo ir midiendo hasta cuándo tendrá cheque en blanco la actual administración. Porque “la herencia recibida”, les da siempre a todo gobierno un hándicap, pero como dice la canción todo tiene un final, todo termina… y la herencia recibida no es la excepción.

Y la realidad es que nos guste o no, todos en algún momento de soledad empezamos a pensar con el bolsillo, y empezamos a comparar, y las comparaciones siempre son odiosas, y aquí viene uno de los mayores problemas para la actual administración nacional. Hasta los economistas más ortodoxos empiezan a poner su mirada en el endeudamiento y el peligro latente de las tasas de interés y el hipotético caso de que no nos quieran prestar más, y los miedos del pasado se hacen presentes una vez más.

Y también pensamos en el 2019, y la idea casi instalada de que al igual que en 2011 todos los oficialismos repiten, pero ¿esto es así?, la política es dinámica, es lo que la hace apasionante, pero al mismo tiempo nos encierra en hipótesis complejas, y una vez más volvemos a pensar que todo puede volar por los aires.

Quizás nos deberíamos preguntar más seguido sí estamos mejor o peor que antes, y seguramente influyen muchas variables para la respuesta, pero en definitivamente al momento de votar – aún desconocemos cuales serán las reglas de juego- cada uno vota con el corazón – y la mano en el bolsillo- .

También es cierto que muchos están peores que en 2015 pero prefieren esto, antes que retornar al pasado, habiéndose cambiado esa famosa frase de “roban pero hacen” a “no hacen pero no roban”.

Quizás debamos valorar esto, para pasar al “no roban y hacen”, de lo contrario seguiremos estancados en el fango de la mediocridad.

Pero aún no se ven alternativas superadoras, por el contrario pareciera que siempre estamos comenzando, y estos nos pone frente al análisis del peronismo, básicamente porque como lo expresó el jefe de la bancada de cambiemos en el corte – que no fue- del programa de tv, luego de cambiemos vendrá el peronismo, podrá ser dentro de dos años, en 6 o en 10, pero el peronismo en sí mismo volverá, aunque para el bien de todos lo necesitamos saneado, mejorado, renovado y por sobre todas las cosas, maduro, entendiendo que muchos deben iniciar el trámite de jubilación.

Resulta llamativo, que se ponga siempre en debate la edad jubilatoria, oponiéndose a la suba de la misma, pero al mismo tiempo la clase política no entiende para sí que llegada a un momento de la vida hay que correrse y darle paso a los demás, sí estar como un consejero experto, pero no como un obstáculo en el camino del progreso.

Resuenan en mí la reflexión de un amigo que más o menos decía – en referencia a los peronistas- “…con la división de los bloques – se refiere a la decisión de la UCR- la pregunta es sí el radicalismo ahora votará con el oficialismo, sí estará más cerca, o no, aunque nosotros estamos alejados de uno mismo”

Son tiempos difíciles, pero la opinión pública es dinámica, y no se la puede desmerecer, pero sin caer en el totalitarismo de las encuestas, o corremos el grave riesgo de transformarnos en un magazine de la tarde, donde el minuto a minuto nos define el contenido.

Hay 2019, pero aún no está claro para quienes no habrá, lo que podemos afirmar es que la unidad por la unidad misma, no le sirve a la sociedad, y fundamentalmente en tiempos de redes sociales, nadie resiste a un archivo, y tiempo atrás se toleraba este camino pendular, hoy ya la gente no lo digiere de la misma forma.

Ojo con los cisnes negro, ojo con 8 sin peronismo, ojo con que el peronismo pierda en los bastiones históricos, sino pensemos en Santa Fe, que pasan los años y el peronismo aún no pudo volver.

En la soledad del cuarto oscuro al momento de votar esa pregunta resonará una y otra vez ¿Usted está mejor que en 2015? ¿Cómo estará en 2019?

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