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Otra lección más respecto de dónde nos llevan los caminos del populismo

No hace falta seguir muy de cerca a Venezuela para darse cuenta de lo insostenible, lo insoportable de la situación. El desgobierno es elocuente, con el régimen cívico militar de Nicolás Maduro cuestionado en cuanto a su legitimidad tanto local como internacionalmente y con ya más de cincuenta países reconociendo al diputado opositor Juan Guaidó como Presidente interino. Los militares siguen todavía apoyando lo que queda del gobierno bolivariano, pero el colapso de los servicios públicos, los saqueos, y el creciente desabastecimiento de los productos más básicos vuelvan valida la pregunta: ¿hasta cuándo?

El día de ayer, y después de casi seis días de corte total de electricidad, seguido por un efecto cascada por los cortes en la provisión de agua, gas y teléfono, se comenzó a recuperar paulatinamente el servicio eléctrico. Lo mismo está comenzando a suceder ahora con el agua, el gas y con el servicio de wifi. Sin agua, por unos días la gente en las grandes ciudades como Caracas tuvo que acudir a cursos de agua contaminada para hacerse del líquido, ya sea para el aseo personal o para la cocina. Sin comunicaciones, y considerando que comprar cualquier producto con bolívares implica en muchos casos tener que acarrear una valija con un efectivo que encima no abunda, todo lo que sean transacciones de débito y crédito se vieron interrumpidas por lo que el comercio se volvió una actividad casi imposible salvo para el que contara con dólares o euros.

"Y un día Venezuela volvió a los tiempos de la América precolombina"

Mirando al futuro, más allá de que el colapso de la infraestructura está llamado a seguir deteriorando la capacidad de producir y exportar petróleo, casi la única actividad en escala rentable en la? Venezuela de hoy, las perspectivas en cuanto a la provisión de servicios públicos no son particularmente promisorias. Esto es especialmente valido para el caso de la red de generación y distribución de energía eléctrica. Después de años de desinversión, hoy el país dispone de una grilla colapsada, sin acceso a repuestos, y lo que es peor, sin que haya quedado en Venezuela gente calificada para hacerse cargo de reparaciones y arreglos en la escala necesaria. Esta es otra de las calamidades. Casi todas las personas con alguna calificación técnica han emigrado y hoy trabajan en otro lado. Particularmente cierto es el caso de la industria petrolera, con un personal especializado que ahora parece haber encontrado refugio en otros países, en lugares como Vaca Muerta en Neuquén.

El estado de situación de Venezuela es hoy tan caótico que no parece descabellado suponer que el actual régimen podría caer durante los próximos meses. La creciente inestabilidad promete crear más fracturas dentro de las fuerzas armadas, y también que ciertos cortocircuitos con el aliado que es Cuba provoquen que el aparato de seguridad se resienta y que haya más cuadros militares dispuestos a alzarse contra el gobierno de Maduro. Pero el estado del país, de la economía, de la infraestructura es tal, que cualquier gobierno de transición, o el que le pueda suceder elegido en las urnas, tendrá una tarea titánica si es que quiere retornar las cosas a su estado normal anterior.

"Como bien se ve se puede estar peor. Pero todavía está en nosotros el poder evitar un colapso como el de Venezuela"

Ya alguna vez hemos tocado el tema de las historias paralelas de Venezuela y Argentina. La receta que emplearon los bolivarianos y los kirchneristas no fueron demasiado diferentes. El problema para los herederos de Chávez es que en Venezuela la bomba les explotó a ellos mismos y aquí en Argentina quedó para el próximo. Lo que nos debería quedar bien en claro a todos, es que volver al estado anterior de cosas en Argentina hoy es imposible. Ya nos gastamos todo el capital del que disponíamos y también hipotecamos el del futuro por lo que hoy estamos sufriendo las consecuencias. Gane quien gane las próximas elecciones tendrá que hacer el mismo trabajo sucio que la actual administración viene realizando a disgusto desde hace un tiempo. Quien quiera que tome un camino distinto, diga lo que diga y prometa lo que prometa, seguramente hará que terminemos en una situación no muy diferente a la de Venezuela hoy. Un país que cuando se lo mira desde un satélite cualquier noche de la semana es poco más que un agujero negro, casi como si no existiera. Ni la región de Amazonas, la más despoblada del continente, alguna vez llegó a tanto.
Fuente: El Entre Ríos Edición Impresa

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