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No es cuestión de escandalizarnos, ni lo hacemos. Al fin y al cabo -y esa es una excusa que además de ser frecuente, es uno de los comportamientos que explican nuestro deterioro como sociedad- si a la mayoría, por no decir a todos los que nos gobiernan, los vemos enfrascados en el mismo empeño, ¿por qué criticar a nuestro gobernador haciendo campaña política? Inauguraciones y anuncios de obras públicas, a troche y moche.

Al menos se le debe reconocer, y eso habla bien de su persona, que se mostró en la materia mucho más discreto, por no decirlo del todo, en la anterior etapa en la que estuvo en juego su reelección.

De cualquier manera, no podemos dejar de pintarlo de ese modo, atendiendo a lo que señala la información oficial en relación a una reciente visita al Departamento Villaguay. Dejemos de lado los anuncios vinculados con otras localidades del interior del departamento, y circunscribámonos a los referidos a la ciudad de Villaguay. La lista es verdaderamente larga y como para provocar una sana envidia. Es que, a estar a la información del gobierno provincial, comenzó por inaugurar la ampliación Escuela Primaria N° 85 Francisco Ramírez, de jornada completa.

A renglón seguido, se hace referencia a que el plan director de agua potable contempla trabajos para mejorar la calidad del agua suministrada, ampliar la capacidad de reserva del sistema, uniformar las presiones de suministro mediante el cierre de mallas principales de distribución y expandir las redes de distribución de agua potable a sectores no cubiertos.

¡Con la obra se prevé la provisión de servicios de agua potable para más de 48 mil habitantes!

Y como si esto fuera poco, inauguró el acceso sur a la ciudad con su alumbrado “a giorno”. Pero lo que queremos destacar es que al hacerlo se lo escuchó anunciar que “la próxima ruta a pavimentar será la 20”. Y es precisamente a este anuncio al que queremos referirnos. Ya que la pregunta que no podemos dejar de hacernos es si el gobierno provincial tiene la capacidad como para encarar obra vial alguna. No se trata tan solo de los errores garrafales que se habrían cometido en la construcción de la ruta que desde Jubileo llega a la altura del complejo termal elisense, y la que une a San Salvador y Ubajay, de las que nos hemos ocupado en forma reiterada, sin que se tenga noticia de que se ha abierto la mínima instrucción sumarial al respecto, ni la existencia de denuncia fiscal o la intervención de oficio del que resultare competente. ¡Cómo si el arreglo de los pozos y la reparación de destrucciones observables en la capa superficial de ambas rutas, estuvieran contemplados como una exigencia en los pliegos licitatorios de las obras!

Por nuestra parte, los vecinos de la comarca contamos con una prueba minúscula de esa inoperancia, pero al menos con un final feliz.

Se trata del mínimo tramo que quedó sin pavimentar a la altura del puente sobre el cañadón de Los Vascos, luego de lo cual la obra terminada viene a ser un ejemplo de que se pueden hacer las cosas bien. Pero, tal como se dice, una golondrina no hace verano. Ya que ahora ha tomado estado público la interrupción abandono de la obra, o la necesidad de reformular su proyecto es algo que con el tiempo se verá- de los trabajos de reconstrucción de un tramo de la ruta provincial 26, entre dos arroyos del Departamento Colón, a la altura de San José. Es que ahora cabe preguntarse ¿cómo es que no lo fue antes de licitar la obra, que se ha puesto de manifiesto “la falta de estructura consolidada en las bases” que podrían llevar a consecuencias no deseables de mayor envergadura que las señaladas en los casos anteriores?

Pero el hecho real es que el gobierno provincial lleva casi cuatro años anunciando la reparación -o construcción a nuevo- de menos de la longitud de “una legua”, ya que se habla de menos de cuatro kilómetros, sin “dar pie con bola”, mientras los anuncios que se efectuaban en forma reiterada quedaron en eso.

Se trata del mismo tramo respecto al cual un lector nuestro se había preguntado por qué no se inició su reconstrucción de sur a norte, acortando la extensión al hacerlo con un “by pass” con la autovía.

Pero la situación expuesta reviste mayor gravedad, a que en la actualidad se hace imprescindible que la “reparación reconstructiva” de esta obra llegue hasta Colón, ya que su gran deterioro, en lo que es hoy prácticamente una avenida urbana, dada la intensidad de la circulación de vehículos por ella, se hace día a día creciente y más palpable. Algo que lleva sin demasiado esfuerzo a concluir en que si no se pone manos a la obra, el resto de la ruta se volverá semejante al que ahora se ve completamente destrozado.

Con una diferencia, que mientras la mayor parte del recorrido entre esos dos arroyos se puede circular por las banquinas, cuyo estado es mejor que el de la ruta misma, desde San José a Colón, o avanzado en sentido inverso el tránsito por las banquinas, cuando no es imposible, resulta al menos problemático.

¿Y si dejamos para más adelante “la 20”, señor gobernador, y nos ocupamos de la 26?

Al menos “in memorian” del gobernador Maya, peronista de la primera hora, que fue el que inició su construcción.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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