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Lo ocurrido en 2013 parece tan distante, ¡tanto ha sido olvidado! Me sorprendí al volver a ver la cara de ese casi muchacho: un rostro de estudiante aplicado. Se trataba de Edward Snowden y es la publicación de sus memorias "Vigilancia permanente”, lo que lo trajo nuevamente a las fugaces páginas de los suplementos literarios. Una vida tan corta en general no lleva a escribir memorias, salvo que sea, como en este caso: un ser y una historia extraordinaria.

Se cuenta que a ES le regalaron una computadora a los 6 años de edad. Sus padres trabajaban en servicios secretos del gobierno norteamericano. Estos dos hechos marcaron su futuro. Llegó a ser un experto en informática y trabajar en la CIA y en la NSA. Meses o años le fueron revelando un hecho atroz, reconoció que su proceder si bien seguía la normativa de las instituciones en que trabajaba, atentaba contra los principios de la Constitución de los Estados Unidos, que es la autoridad mayor. Dejó su trabajo, su país, marchó a Hong Kong y se encerró durante diez días, aislado de todo, en una habitación de hotel, adonde ni una mucama tendría acceso. Había llevado consigo solo una computadora.

Allí recibió a dos periodistas, Glenn Greenwald y Laura Portias. El primero había denunciado los abusos de poder cometidos por el gobierno después del ataque del 9/11, la segunda las irregularidades cometidas durante la guerra con Irak. Puso en sus manos los secretos de las mayores organizaciones de espionaje del mundo occidental, que luego fueron publicadas por "The Guardian" en Inglaterra y "The Washington Post" en los Estados Unidos.

"La ley no reemplaza a la conciencia”, apuntó. “Los datos no son abstractos cuando son sobre la gente. No son los datos lo que se está explotando: es la gente" y "las herramientas creadas para proteger al público están siendo utilizadas para atacarle".

Edward Snowden había vivido cuando internet le prometía una infinita libertad y lo vio convertirse en el instrumento de una alianza monstruosa de los gobiernos del mundo y las compañías tecnológicas. En los Estados Unidos se trataba de la NSA (National Security Agency), que fue creada por Truman en 1952, y que desde el inicio tenía una inevitable tarea clandestina, y la GCHQ (Cuarteles centrales de comunicaciones gubernamentales) en Inglaterra, fundada en 1919.

Una de las sugerencias de la NSA dice: “Olfateatodo, conoce todo, colecciona todo, procesa todo, explota todo, participa en todo".

Creándose una comunidad de inteligencia con empresas como Microsoft, Yahoo, Google, Facebook, YouTube, Skype y otras, se lograba que en 686 millonésimas de segundo pudiera conocer la "vida digital" de cualquier persona que usa una línea telefónica o una computadora. Y se podía pasar de la vigilancia de individuos a la vigilancia de las masas, de poblaciones enteras, informaciones que pueden almacenarse durante siglos e investigadas a su antojo, desde los mensajes y fotos entrañables, consultas médicas, conversaciones sentimentales o políticas, las costumbres obscenas, los desgarramientos espirituales, los dolores o alegrías que traerá tu muerte... TODO estará ahí. Como en la profecía de Orwell, los ojos del hermano eterno nos vigilan.

Todo esto destroza la cuarta enmienda, uno de los más venerados principios de la constitución norteamericana, que protege, entre otras cosas, nuestro derecho a la privacidad y a no sufrir invasiones arbitrarias.

Recientemente, Google está cuestionado por su asociación con una compañía de servicios de salud que le permitirá acceso a las historias clínicas de sus pacientes sin su conocimiento. El avance y sofisticación de internet, computadoras, los gigantes que operan en la red, ponen en juego la sabiduría de gobernantes y legisladores en la creación de nuevas leyes y regulaciones, prematuramente ancianos para entender las complejidades de las nuevas técnicas, algo similar a los que piden la reforma agraria para el bienestar económico del país. De lograrse, probablemente llegue tarde. Alguien señaló que en la producción de una mini serie exitosa para la TV trabaja más gente y se genera mucho más dinero que lo que puede lograrse en alguna de nuestras pobres provincias. Tal vez menoscabar al puyito fue sabio, no en dejar de postular algo mejor. Microsoft, Apple, Amazon, Alphabety Facebook valen más de 4,3 billones de dólares.

Edward Snowden se refugió en Rusia. Es candidato a un Nobel o a la silla eléctrica. Antonio Muñoz Molina en “El País" trajo, a la hermosa crónica que escribiera sobre él, una sombra borgeana: el traidor… el héroe. Para el presidente Obama solo le cabe el calificativo de "hacker"(pirata informático), sin embargo, esas denuncias han cambiado conductas y procedimientos de los servicios de seguridad. Alguien sostendrá que solo aparentes.

La historia de Snowden puede verse en la película del mismo título, disponible en Netflix. No sé si es imparcial.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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