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Según se ha dicho, “la calle es el último escalón de una escalera vertiginosa y descendente al que una persona puede llegar”. Y ese es el momento cuando se puede decir que se vive “en situación de calle”. Algo que sucede –sino literalmente, al menos en una condición que se le asemeja- entre nosotros, en un número cada vez mayor de casos. Con el agravante que, la mayoría de nosotros – y no solo el gobierno- nos desentendemos de este dramático problema, al que venimos -pese a declamaciones y proclamas reiteradas- a “cancelarlo”; haciendo para eludir el verlo, algo muy parecido a decir “le bajamos la cortina”.

Pero no es a ese tristísimo estado de cosas al que queremos referirnos en esta oportunidad. En tanto, otra es la circunstancia que nos motiva a ocuparnos de sucesos de la misma o mayor entidad, que suenan parecido, pero son de otra naturaleza. Ello no es sino el hecho deobservar a grupos de personas de distinta condición, y en número variable haciendo no otra cosa que “viviendo en la calle”; en tantos lugares de nuestro país -aunque especialmente en el territorio del AMBA-, al ocuparla con una reiteración que da la impresión de serlo de una manera permanente, para hacer escuchar sus reclamos y exigir del gobierno soluciones para ellos. Y a ese respecto, viene al caso aludir al anuncio de las diversas organizaciones que agrupan a productores agropecuarios, las que convergen en “una mesa de enlace”; de su convocatoria a los hombres de campo a realizar un paro total de actividades el próximo 13 de julio.

Ello. ante la falta de gasoil, a la que se suma el reclamo de la necesidad de modificar una política económica que está matando a ese sector productivo. Esta situación fue la gota de agua que hiciera rebalsar nuestro ya colmado vaso. Que ese desborde se halla debido a ese motivo resulta inexplicable, y hasta suena a una injusticia; dado que del sector agropecuario cabría decir que es aquel que se ha mostrado más medido, en comparación con otros, ante la actual coyuntura que no solo a ellos los golpea. Inclusive la indicación de una fecha no inminente para el paro productivo –el que dada la modalidad contemplada debería ser “sin movilización ni cortes” en las vías de circulación- está diciendo de la voluntad de sus organizadores, de conceder un plazo a las autoridades, no para que se le den soluciones, sino para que se abran negociaciones encaminadas a encontrarlas de una manera colaborativa. Soluciones, y no otra vez, palabras mentirosas como las que de esto no hace mucho, se las escuchara al jefe del Gabinete Nacional, al señalar que el gasoil volvería a estar a disposición de todos los que lo requirieran “dentro de dos o tres días”. ¿Y cuantos lapsos sucesivos de “dos o tres días” se han repetido desde entonces hasta la fecha, sin que lo anunciado ocurra? Al ser así, también para los hombres de campo se les cayó también una gota de sus vasos colmados.

El vivir en la calle. Algo cuyo significado se entiende bien, por cuanto la existencia de la ciudad de Buenos Aires “virtualmente tomada” no es expresión de “democracia participativa”; ni la existencia de avenidas y calles ocupadas, no es un ejemplo de la existencia de una forma de “gobierno de asamblea”, sino una manifestación larvada de “revuelta”. La que puede dejar de ser larvada –no es ese nuestro deseo- en cualquier momento ante la “parálisis notoriamente exhibida, por de un gobierno presente, al menos en teoría ”- Algo que dicho de otra forma, no sería sino que el grado de caos reinante, nos está llevando a una situación “pre/anárquica”, si no es el caso que ya estamos transitando por ella. De donde que volvamos a insistir en una advertencia, la misma hemos repetido muchas veces, cual es que cuando “el horno no está para bollos”, dado lo cual se debe procurar “no hacer olas”.

De donde, tanto o más importe que clamar por la calma de todos, algo que de lograrse sería lo “primero mejor” que nos podría suceder; sería preguntarse acerca de la posibilidad de encontrar un grupo de personas con autoridad moral y solvencia intelectual reconocida mayoritariamente en nuestro medio, que asuma la tarea de convocar al gobierno –no olvidando que la oposición es una pare del mismo- ; y a distintos factores de poder -algo que en su momento se conocía como “fuerzas vivas”; para que en conjunto y mostrando la mejor disposición posible, arriben a consensos básicos, acerca de acciones que nos permitan salir del atolladero. Teniendo presente algo que el primer Perón decía de las “comisiones”, de manera de actuar de la manera opuesta a las de aquellas a las que él se refería. A la vez, no olvidando la existencia de un pueblo, el cual no solo debe, sino que también quiere, saber de “qué se trata”.

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