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Aunque no lo crean, todos los días ocurren. Me gustó el nuevo plan, no sé si llamarlo urbanístico o de arquitectura, que se estudia en el conurbano bonaerense. Las nuevas casas o cualquier tipo de edificios deberán ser edificados sobre pilotes, de hormigón o de troncos, según la construcción a sostener, y habrá un subsidio especial para aquéllos que cuenten con una chalana amarrada en?la base, para los casos de urgencia, que los meteorólogos predicen serán cada vez más frecuentes.

Además de las ventajas obvias, dado lo que está ocurriendo estos días, la medida estimulará la venta en Loma Negra y afines, y no digamos de los ávidos aserraderos del país.

Además, se propone con decreto de necesidad y urgencia sepultar las teorías del mal escuchado sabio Florentino Ameghino, las cuales habían sido hipócritamente revalorizadas en los ‘80: sostener que un plan de forestación que incluya la creación de pequeños bosques o cordones de vegetación que harán más permeable el suelo y detengan el escurrimiento rápido de las aguas, y conservar los pajonales, ¿cuándo eso es apoyar una idea de gobiernos conservadores y reaccionarios?

Afirmaba que había que retener las aguas y no drenarlas, porque eso es la causa de enormes sequías. Pero esta teoría conspira contra los planes de inmensas construcciones, que dan vitalidad a la obra pública, aunque no se completen.

Y además, ¿quiénes fueron los grandes forestadores del país? ¿No los están, acaso, imitando a una escala mezquina los que viven en los “countries”? ¿Y qué se puede esperar de esa gente?

A todos nos ha maravillado la importancia que en esta campaña presidencial todos los candidatos han prestado a los problemas de salud pública. Se arrancan el micrófono, lícito decirlo, para expresar las nuevas propuestas; pocas veces se vio un entusiasmo tan contagioso (excepto quizás cuando proponían la unidad de las dos CGT, sin duda de más importancia). Sin embargo... algo están cocinando los candidatos, no en balde la salud, como la educación, es de y para todos. Bueno, les cuento:

Hubo una reunión de los ministros de Salud y Educación con los rectores y decanos de medicina de las universidades estatales y privadas. Se analizaron los planes de estudio y se enfatizaron los riesgos que ocurren, no solo en nuestro país, en cuanto a la perniciosa tendencia de los jóvenes graduados a no revisar a los pacientes. Parece que es raro que a uno le tomen el pulso o la temperatura, y si se toma la presión el manguito va encima de la ropa. Ya no nos hacen desnudar más. También hubo una discusión acerca de la conveniencia de impartir cursos de caligrafía que hagan algo más fácil la interpretación de las recetas, pero como, ya, ya, esto ocurrirá "on line", se pasó a otro tema. Alguien propuso estudiar el destino y capacitación ulterior de los jóvenes graduados, pero esto se vio como una clara intromisión en la vida privada, al igual que pretender evaluar la calidad de las distintas facultades. Que los candidatos o los padres, se den maña para averiguar cuál es la mejor, si no sería introducir un concepto jerárquico que no cuadra en una república. Como es de rigor, nada se dijo de estimular la formación de enfermeras, esto ya no es bueno, pero se dice que está en génesis un plan muy ambicioso (¡¡!!). Ver para....

La segunda reunión fue con los directores de hospitales y los gerentes de prepagas. Con el afán de unidad que nos alienta, se propuso que los pacientes de las prepagas puedan atenderse en los hospitales públicos y viceversa, con recíproco cambio de facturas y honorarios. Es decir, todos en dulce montón. Se habilitará una línea directa que permitirá a los paciente llevar las quejas a la dirección del hospital o clínica que tendrá acuso de recibo.

En los hospitales públicos se abrirán quioscos que venderán sábanas, toallas y todas las menudencias que pueda necesitar el paciente internado, así como placas radiográficas, gasas, jeringas... menudencias también para la buena atención, que podrán ser adquiridas con tarjetas de crédito a 12 cuotas fijas. Se prohibirá iniciar las colas para solicitar turnos a las 2 de la mañana (se debate si hacerlo entre 5 y 15 ó 5 y 45, AM, se entiende). Se desalentarán los consultorios vespertinos dados la fatiga lógica en los profesionales. Con un tono más grave, se discutió el uso de medicamentos para las llamadas “enfermedades huérfanas": además del registro nacional, que permite saber cuántas son y cuáles, y dónde están distribuidas, se propone un fondo solidario entre la Nación, provincias, municipios, obras sociales y prepagos para financiar los estudios diagnósticos y tratamientos de estas raras dolencias, cuyo costo individual es de "Un Perú" (de la época en que un “Perú” valía eso, ahora no sé...). Con un gran mapa desplegado en una pared, se estudió el tiempo que se tardará en llegar de cualquier localidad a un centro regional de excelencia para que dentro de las pocas horas que dan oportunidad para que todo se ponga en marcha rápidamente y evitar el infarto o la parálisis. Entusiasma tan sana competencia. De más está decir que no se esperan más llamados televisivos que pidan abrir una cuenta en Boston o Baltimore, cuando todo se podrá hacer en nuestros centros regionales de excelencia.

En cuanto a educación, no hace falta ningún plan: basta ver la retórica de la mayoría de los discursos, sobre todo de los más aplaudidos, la riqueza del vocabulario, la claridad con la que exponen los objetivos: los planes y las soluciones realistas, las medidas nunca ensayadas, que, señores, sinceramente debemos sostener con orgullo que la educación en el país es un lujo, no un problema.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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