Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
Nicolás Olivera, el actual intendente sanducero, es recordado en Colón por el hecho de haber vivido varios años en la ciudad durante su adolescencia. Lo hizo con su familia, ya que su padre era el Cónsul uruguayo en esa ciudad y merece una mención aparte, no solo por su personalidad afable y que exudaba bondad y sentido común, lo que lo llevó a que se integrara totalmente en la comunidad colonense, sino por su permanente accionar en materia de lograr una intensificación de las relaciones entre Colón y Paysandú.

De su hijo, el hoy alcalde, hemos tenido ya ocasión de referirnos, al momento de ocuparnos de su iniciativa para contratar a un importante estudio de arquitectura neoyorkino, con el propósito de que elabore un “plan maestro”, que contribuya a plasmar desde la perspectiva urbanística el Paysandú del futuro. Es por eso que, suponemos, no tiene poco que ver, con el anuncio del que nos hemos hecho eco desde este diario digital, según el cual “se encuentran muy avanzadas las gestiones para poner en marcha un servicio fluvial de pasajeros entre Paysandú, Colón y Concepción del Uruguay, lo que se hará en principio, con una lancha con capacidad de entre 60 y 90 pasajeros”.

Un servicio que sería prestado por una empresa, con antecedentes en la materia, ya que desde hace muchas décadas presta servicios de ese tipo –que comprende servicios regulares de transporte de pasajero, además de actividades náuticas del mismo carácter vinculadas con el desarrollo turístico-, que realizan distintos recorridos dentro del delta del Paraná, pre delta de Entre Ríos y hace unos 24 años realiza el Servicio Fluvial Internacional uniendo las ciudades de Tigre, Buenos Aires (Argentina) y Nueva Palmira (Uruguay).

La información a la que nos referimos añade que, como complemento a los servicios que contemplan la posibilidad de contar con un ómnibus micro para que los pasajeros asciendan y desciendan en la terminal de ómnibus de Paysandú, teniendo en cuenta la existencia de un importante número de estudiantes de esa ciudad, que cursan estudios en ciudades vecinas de nuestro país en la otra orilla.

No es de extrañar que esa noticia haya despertado del recuerdo –y por qué no de la nostalgia- de los vecinos, la mayoría de ellos, poco más que niños entonces, que utilizaban similar servicio de lanchas que se prestaba entre esas tres ciudades, Paysandú, Colón y Concepción del Uruguay, antes de la construcción del puente internacional Artigas, que une a Colón con Paysandú, hace de esto casi medio siglo.

Pero dejando de lado la rememoración de esa circunstancia, no podemos dejar de preguntarnos cuál es la explicación para que esté en desarrollo la posibilidad de la restauración de un servicio fluvial que había dejado de ser prestado hace tanto tiempo. Está por descontado que no es nuestra intención tratar de inquirir acerca de las motivaciones económicas que impulsan a la empresa, eventual prestadora de este emprendimiento, sino del porqué, luego de transcurrido medio siglo desde el momento en que cesó de ser rentable su prestación, por la habilitación del mencionado puente internacional, en estos momentos se contempla su rehabilitación.

Aunque no sabemos si la respuesta –sin contar el coraje visionario y emprendedor de los empresarios decididos a hacer realidad al proyecto- la cual a su vez no cabría encontrarla en una u otra circunstancia, vinculadas a lo que no estamos del todo convencidos en mencionar como “la forma en que se gestiona” la utilización de ese puente.

Por una parte, el cobro del peaje para el tránsito vecinal –algo que en el caso de efectuarlo, ómnibus mediante, redunda en el monto del precio del pasaje; y que, en el caso de hacerlo utilizando un automóvil o una moto, cabría suponer, comparando costos, que resulta ventajoso el traslado por transporte fluvial. A lo que, por otra parte, cabría apuntar a los “embotellamientos” que se dan actualmente al momento de cruzar el puente, consecuencia de las largas colas y de las subjetivamente más largas esperas.

Cabría señalar que en este caso se asiste a un “fenómeno coyuntural”. Algo que es cierto, pero en el caso que lo coyuntural se vuelve permanente, la única alternativa pasaría por la construcción de otro puente más.
Fuente: El Entre Ríos

Enviá tu comentario