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El Poder Judicial, en cuestión
El Poder Judicial, en cuestión
El Poder Judicial, en cuestión
El escándalo –porque precisamente esa es la forma en que debe ser adjetivado- que ha generado la decisión del Jury de Enjuiciamiento abierto en contra de dos fiscales, integrantes ambos del Poder Judicial de nuestra provincia; de decidir avanzar sobre la permanencia en su cargo de ellos –acompañada de la previa suspensión de uno de ambos, por la que se la aparta del ejercicio de sus funciones- no se trata de una cuestión menor.

Porque esa decisión es vista por muchos, como un coletazo de “la causa” que, como si fuera una carátula judicial, se la designa como “la de los contratos truchos de la Legislatura”. Algo que ha hecho que la conmoción provocada por la decisión del Jury, pareciera continuar agigantándose a medida que pasan los días, cuando se suman declaraciones de diverso tenor que vienen a desbordar los límites, a los que debería quedar acotado al referido enjuiciamiento de esos dos fiscales.

Antes de proseguir en la referencia a esta “derivación” de la causa principal –la que guarda un lejano parecido con la denominada causa de “los cuadernos” que se ventila ante la justicia federal-, nos sentimos obligados a recordar que desde hace mucho tiempo de manera persistente, aunque diera la impresión de que fuera discontinua, sostuvimos la necesidad de avanzar en su esclarecimiento, ya que esa también –y con más razón de ser todavía- se trataba de una situación, la que de por sí se presentaba como escandalosa.

Aunque a esta altura de esa causa acerca de “los contratos truchos en Legislatura”, nos hace sentirnos obligados a admitir que si no nos extrañaba la posibilidad de la existencia de ese fraude en el marco de un “Estado sistemáticamente saqueado”, sí estábamos lejos de imaginar “los números” que actualmente se manejan, en relación a la magnitud de la maniobra. Algo, esto último, que en realidad no es lo importante, ya que la cuestión pasa por el delito en sí, y no por el monto del perjuicio no solo económico –porque lo es también de índole moral- provocado durante una década a nuestro gobierno local.

Mientras tanto, en cuanto a esta “derivación”, -la que, por otra parte asume el carácter de una “desviación”, ya que su ruido sirve para distraer la atención respecto “los contratos”- nos consideramos en una situación que no nos permita sumarnos al ruedo de las discusiones acerca de ella, dado el hecho de no contar con la necesaria información.

Sin dejar de advertir, que ese “ruedo” no cesa de sumar protagonistas, y que dará, a no dudarlo, ocasión para nuevas “derivaciones”, en una secuencia que no parece terminar. Así, ya se hace presente un entredicho entre una asociación judicial que “pide mesura” ante el comportamiento de la prensa respecto a este jury específico, y la primera reacción –puede haber otras- , esta vez de periodistas, contestándole.

A lo que cabría agregar la mención que en cualquier momento, puede hacerse presente –si ello ya no ha ocurrido – de la apertura de una instrucción sumarial, como consecuencia de la “filtración” de esa resolución del Jury, la que fuera dada a conocer por la prensa, antes que la misma fuera notificada a los afectados.

Inclusive estamos asistiendo a la posibilidad, más que insinuada ya puesta de manifiesto, de que en cualquier momento comencemos a ver cómo se “lava en público la ropa sucia” –la que no estamos diciendo que la haya, sino al menos se la muestra de una manera que da la impresión de ser tal- del ámbito judicial, fuera del mismo, y no “en casa”, como de manera cuestionable, correspondería.

De allí, que lo único que estamos en condiciones de señalar es que nos encontramos ante un nueva situación, de esas que parecieran empeñados en perseguir la “demolición de la justicia” como institución, si se atiende a comportamientos repetidos, que en ese sentido se observan dentro y fuera del Poder judicial.

Una circunstancia de la que es la expresión más categórica el hecho de haber soportado impávidos sus apostrofados magistrados, la afirmación de un procesado diciéndoles que “ya la historia lo absolvió”. De donde ante esa manifestación terminante, esos jueces así maltratados, pasaron a hacer suyo ese “juicio de la historia”, la cual por lo visto se les había anticipado, y que los hacía sentirse obligados a seguir sus “dictados”.

Es por eso que para medir la gravedad de la situación en la que nos encontramos como sociedad, habría que concluir señalando que entre los pilares fundamentales que constituyen su basamento, se encuentran “la moneda” y “la justicia”, verdaderos “anclas” de su proceloso transitar.

Todo lo cual ocurre en circunstancia que la primera de ese anclaje, ha dejado virtualmente de existir, si se tiene en cuenta ese dicho de difusión generalizada que alude al hecho “nos hemos quedado sin moneda”. Y la justicia, y la justicia….

De donde, estamos ante otra situación, de las tantas que nos llevan a preguntarnos “¿y ahora, qué?”.

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