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Las personas han estado desde hace muchos años interesados por saber cómo se verán al envejecer. Así, se ha desarrollado una multimillonaria industria en torno a tratamientos para mantenerse joven. Sin embargo, hoy lo que llama la atención es la viralización de una aplicación que con nuestra foto nos muestra con varios años más. ¿Obsesión por vernos a futuro? ¿A cualquier costo?

La aplicación se llama FaceApp y no es nueva, ya tiene dos años de existencia. Pero en los últimos días se ha vuelto muy popular, divulgándose imágenes de miles de famosos “envejecidos” en todo el mundo.

¿Cómo funciona? En la nota de José Mendiola Zuriarrain para el diario El país de España titulada “Los riesgos de FaceApp, la aplicación de moda” se explica claramente su forma de operar: “(…) emplea un sistema neuronal basado en inteligencia artificial que analiza la fotografía que se sube de forma automática a sus servidores para lograr los efectos ansiados, envejecer o rejuvenecer, al protagonista de la foto con un realismo sorprendente”.

Lo que muchos no se han percatado es que para acceder a tu rostro envejecido es necesario ceder los derechos sobre los imágenes a los dueños de esta aplicación de origen ruso.

Los desarrolladores de la aplicación aseguran que no venden ni comparten con terceros los datos recolectados, que sólo piden el permiso de usar la imagen, para acceder a la cámara del teléfono y que las imágenes recolectadas no serán transferidas a Rusia, país de origen de la app.

Sin embargo, muchos cuestionan si no es demasiado vaga la descripción que utilizan para pedir este acceso y por tanto sino queda un cierto vacío que da lugar a varias interpretaciones.

Lo que sí se ha visto, que más allá del reciento comunicado oficial desmintiendo su uso para otros fines, es que de forma libre miles de personas en todas partes del mundo le están cediendo a un tercero su imagen sin preguntarse mucho lo que ello implica.

Si bien esta cesión gratuita cada vez se vuelve más cotidiana, no es la primera vez que entregamos nuestra privacidad a otro para usar las funciones de su desarrollo tecnológico, es también importante ver cómo esta predicción del futuro se ha puesto de moda. No fue tanto el poder rejuvenecer nuestro rostro lo que generó el interés sino todo lo contrario: ir hacia el futuro.

Quizás muchos simplemente lo vieron como un juego, una forma de diversión entre amigos o familiares. Otros puede que lo hayan probado y no les hayan gustado sus resultados, ignorándola. Ahora lo preocupante sería quienes en base a esta imagen proyectada decidan tomar medidas al respecto para evitar verse así poniendo en riesgo su salud.

Esta moda evidencia entonces otro gran peligro con el que convive nuestra sociedad: la obsesión por mantenernos jóvenes. ¿Para qué querer saber cómo seremos de viejos? ¿Sólo por diversión o también para evitar que la profecía se cumpla tomando medidas al respecto?

Los que sólo la usaron para jugar, el precio del ocio fue su privacidad, aunque sea sólo habiendo dado por un momento acceso a otros a nuestra cara aunque no sea luego compartida con terceros.

Los que la usaron con el objetivo de verse a sí mismos cuando sean mayores, parecería que se están preocupando por algo que no tiene realmente sentido hacerlo o control real alguno.

Y los que ni la usaron todavía, bueno, antes de hacerlo sepan la letra chica de su uso.
Fuente: El Entre Ríos Edición Impresa

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