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Pretendía explicarme mi tío lo que es eso que llaman Brexit, algo de lo que no entiendo un pomo; ni tampoco qué es una palabra compuesta de otras dos, una de las cuales está recortada y la otra sigue entera, aunque se la pega a lo que queda de la otra. Así “br” es una lonjita de “británico”, los mismísimos que nos robaron las Malvinas, y “exit” es una palabra que en inglés viene a querer decir “salida”. O sea, me explicó mi tío, con ello vendría a querer decirse que los “ingleses quieren irse”.

¿De las Malvinas? pregunté contento y la respuesta fue “no… (aquí iba un adjetivo impronunciable), ni de las Malvinas, ni de Gibraltar, sino de la Unión Europea”.

Aquí me quedé callado, porque de la Unión Europea no sé nada, aunque la haya oído nombrar al pasar.

Y fue en ese momento que me vino a la memoria la visita que el príncipe Carlos de Inglaterra con su segunda esposa (la que nunca, me han dicho, saldrá de duquesa y nunca llegará a ser reina, aunque su marido llegue a ser rey) estuvieron de “visita” a lo que nosotros llamamos paseo, aunque se trate de un mal mencionado como “viaje de estudios”, en Cuba.

La verdad es que es una cosa que me dio vergüenza ajena, y no solo por el príncipe y su casi real pareja sino por el gobierno de la isla, donde se sobrevive gracias a los esfuerzos de la población del único régimen que dice ser comunista en todo el planeta; ahora que los chinos despacio están dejando de encontrar del todo malo al capitalismo imperialista que está, a pasos acelerados, haciendo suyo. ¿Qué hubiera dicho Fidel de todo esto? ¿Y acaso, si esa pareja quería tomar sol caribeño y bañarse en sus paradisíacas aguas de un color indescriptible de un mar que también es caribeño, no podía haber llevado a las Bahamas sus respectivas humanidades? Ahora me explico por qué la reina Isabel hace todo lo posible para volverse inmortal, con tal de no traspasarle la corona a su hijo, que al parecer ya se está conformando con seguir hasta el final como príncipe de Gales.

Porque si la hoja de ruta, como dicen ahora, no falla, el próximo rey no será Carlos sino un chico formal y bien casado de nombre Guillermo, igualito a un conquistador normando que llegó mucho tiempo atrás para civilizar a los británicos.

Aunque no, porque hay una cosa en él que no termia de gustarme. Es el hecho que, según me he enterado, está haciendo un entrenamiento en los servicios de inteligencia británicos. No por la pretensión de convertirse en James Bond ni cosa que se le parezca, sino de matar la curiosidad, aunque no lo digan de ese modo.

¿No les parece que es aburridísimo estar en la realeza donde no se sabe cómo matar el tiempo? De donde la explicación del Brexit bien podía estar en ese aburrimiento contagioso. Aunque si de eso se trata, ternemos por aquí unos cuantos a los que, sin ser reyes, se los ve aburrirse como tales.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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