Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
Nos estamos refiriendo a los sucesivos procesos electorales que ya hemos empezado a vivir y que en pasos sucesivos se prolongarán hasta octubre. Ya que haciendo un repaso, estamos ya encima de la selección de candidatos para las elecciones provinciales a todos sus niveles que se celebrarán después. A lo que seguirán idénticos pasos para las elecciones a nivel nacional.

Se trata no solo de un absurdo que tiene por causa el dilema que atrapa a muchos peronistas de mostrarse o no junto a la señora de Kirchner en las actuales campañas, máxime si se tienen en cuenta que por lo menos dos casos ya consumados (las elecciones en las provincias de Neuquén y Río Negro) no le han traído aparejado el efecto esperado.

Por otra parte, no se puede dejar de advertir que ello no significa que el único caso en el que ese “desdoblamiento” está justificado se da en las elecciones municipales, como forma de evitar que se desplace el centro de atención del vecino de cada municipio, “nacionalizándose” o -como en este caso- “provincializándose”, a los respectivos comicios por el “arrastre” que significa la boleta larga, la que por una suerte de inercia, que es más que nada comodidad, se la termina por no cortar.

El engorro de vivir en medio de una campaña electoral permanente además de serlo por sí, resulta un obstáculo costoso. Porque como en el caso del juego y de la pasión que lleva al fanatismo, las sumas de dinero que se gastan en una campaña pueden, sobre todo en el caso de las elecciones nacionales, elevarse a cifras inimaginables.

Claro está que, como todo es cuestión de proporción, no puede asignárseles esa magnitud -al menos teniendo en cuenta ese contexto- a los gastos que demandan las campañas en el orden municipal. Y, como en todos los niveles, aquí también se hace presente la incidencia en la campaña de contar los candidatos conocidos como del “oficialismo” con un apoyo de la administración local que existe, contra todo lo que se proclama, se dice y casi nunca se hace y, de hacerlo intermitentemente, lo único destacable es que se lo haga con discreción.

Mientras tanto, viene al caso dentro de ese contexto hacer referencia a una anécdota para ilustrar este último tipo de situaciones; la que ha llegado a nosotros de lo que se conoce como de “fuentes confiables”, y que cuando menos se puede calificar como información verosímil.

Se trata de lo que le sucedió a un comerciante, propietario de un corralón de materiales de construcción, en una localidad que puede ser y no ser Colón, ya que este tipo de situaciones se deben vivir en muchos lugares de nuestra extensa geografía. Es que el comerciante de marras, al abrir una mañana las puertas de su local se encontró con una prolija cola de vecinos -serían, cuando más, unos diez o doce- ya alineados, a la espera de ser atendidos. Nuestro comerciante, se nos dice, ni mosqueó. Solo se habría limitado a decir que “los que vienen de parte de la municipalidad formen una cola separada”.

La conclusión del relato es que corridos los denominados como municipalizados a formar una cola diferente, en la fila original quedaron solo dos parroquianos.

La “compra” de los demás, por más que sirva para emboletar a un candidato, no la pagaría éste, sino lo haríamos entre todos. Como para no pedir entonces que esto se acabe pronto.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

Enviá tu comentario