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Nicolás Reiriz
Nicolás Reiriz
Nicolás Reiriz
Por Andrea Cattani

Ambos entendieron el sentido de la vida mucho más rápido que la mayoría de nosotros, pues suele ocurrir que cuando los retos son mayores, la capacidad también.

Nicolás y Adriana se proponen en esta entrevista contar una vez más su historia. "No quiero que mi hijo se haga famoso sino pienso que puede servirle a alguien", me dijo la mamá de este pequeño gran futbolista. Y comenzamos nuestra charla.

"Dos semanas antes de nacer quise hacerme la ecografía 3D y allí descubren una enfermedad que hasta el momento nunca habían detectado", empieza diciendo.

Lo que acababan de diagnosticarle lleva el nombre de mielomeningocele, un defecto de nacimiento en el que la columna vertebral y el conducto raquídeo no se cierran antes del nacimiento. Esta afección es un tipo de espina bífida.

Normalmente, durante el primer mes de embarazo, los dos lados de la columna vertebral del bebé (o espina dorsal) se unen para cubrir la médula espinal, los nervios raquídeos y las meninges (los tejidos que cubren la médula espinal). El cerebro y la columna vertebral en desarrollo se llaman el tubo neural en este punto. La espina bífida se refiere a cualquier defecto de nacimiento que implique el cierre incompleto del tubo neural en la zona de la columna.

El mielomeningocele es un defecto del tubo neural en el cual los huesos de la columna no se forman totalmente. Esto provoca un conducto raquídeo incompleto. La médula espinal y las meninges (los tejidos que cubren la médula espinal) protruyan (sobresalgan) de la espalda del niño.

Aquella insistencia para hacer la ecografía "fue intuición de mamá; si no la hacía todo se complicaba porque en Colón no podía nacer, ya que necesitaba una neonatología y un cirujano esperándolo. Así que fui al Instituto Rawson de Paraná, donde nació un domingo, unos días antes de lo esperado. Yo estaba sola porque mi esposo estaba en San José con mi otro hijo que tenía 4 años".

Nico tuvo un paro cardíaco en el momento del parto, del que logró salir ganando su primera batalla. Doce horas después de llegar al mundo, ya estaba afrontando la primera de las cinco operaciones que lleva hasta el momento, además de algunas intervenciones menores. El próximo año lo esperan otras tantas, que se irán concretando de acuerdo a la necesidad del pequeño. "El entra al quirófano como si fuese a la cancha de fútbol. Los médicos me dicen que es un placer estar con él; al llegar saluda a todos y les pregunta qué le van a hacer".

La espina bífida "puede prevenirse tomando ácido fólico en los seis meses previos al embarazo, porque esta malformación aparece en las primeras semanas del feto, cuando todavía no sabemos del embarazo", comenta sobre la explicación que le dieron los médicos.

En referencia a las consecuencias sobre la salud que tiene su hijo, Adriana explica que "mueve las piernas, pero no tiene la estabilidad y la musculatura para mantenerse en pie". Si bien no saben si adquirirá esta capacidad en algún momento, no pueden descartar nada, ya que Nicolás ha superado todos los pronósticos. "Lo que se propone lo logra. Falta que le digamos que algo no puede, para que a los diez minutos lo esté haciendo. Así que los médicos dicen que quizá más adelante pueda caminar con un bastón canadiense o un andador ortopédico".

Nico terminó 1° grado con muy buenas calificaciones en la Escuela Rural N° 9 Narciso Laprida, donde por decisión propia no utiliza la silla de ruedas dentro del aula, "él solo se pasa de una silla a otra cuando llega", señala su mamá.

También tiene problemas urológicos y nefrológicos que todavía requerirán intervenciones quirúrgicas para obtener algunas mejoras.

Hasta mediados de este año, la familia Reiriz contaba con obra social, pero "por el cambio de monotributista a autónomo nos quedamos sin nada. Estuvimos seis meses sin cobertura y ahora estamos con una prepaga".

El fútbol es la gran pasión de Nicolás. Cuando decidió convertirse en jugador, su familia había elegido el club donde concurría Pedro, su hermano. Pero lamentablemente allí no lo eligieron a él. "Nos dijeron que no estaban preparados. Mi hijo mayor dijo que si no aceptaban a su hermanito él tampoco iba más, así que hubo que buscar club para dos y dimos con Achirense, donde Nadia, la entrenadora, lo aceptó enseguida sin inconvenientes. Yo no pensaba que iba a poder jugar los sábados, entonces le habíamos dicho que tan importante como estar adentro de la cancha era estar en el banco al lado de la entrenadora, ayudándola con los números de las camisetas o a hacer los cambios. Pero jugó desde el primer día y hasta el momento no tuvimos ningún problema con otro club, al contrario, los chicos y las mamás de los equipos contrarios vienen a saludarlo. Nosotros sabemos de sus limitaciones, pero con mi esposo siempre decimos que mientras él entre feliz a la cancha va a continuar, sino buscaremos otra cosa".

Además, Nico es hincha xeneize, al punto de que tiene un perro llamado Carlitos Tévez y ya se lamenta porque su ídolo deja el club.

Sobre la repercusión del caso en los medios nacionales, cuenta que "a raíz de unas fotos publicadas en Facebook me llamaron de un programa santafesino, luego de Infobae y Primicias Ya. Está bueno que sirva de ejemplo para que otros acepten e integren y no que siempre chicos como él queden del otro lado del tejido, sino que puedan jugar".

En el transcurso de la conversación, hablamos sobre las sensaciones de una mamá cuando le anuncian que su hijo, a pocos días de nacer, padece una enfermedad. "No estás preparada. Se nos vino todo encima, porque además no conocía la enfermedad. Caí en un pozo depresivo, estuve meses encerrada con él en el dormitorio y no quería que nadie se acercara. Hasta que un día el pediatra me dijo que llore todo lo que tenía que llorar, pero quedarnos encerrados no servía, a él debía demostrarle fuerza y voluntad".

Además de las palabras de su pediatra, Adriana destaca la actitud del papá, que desde su rol siempre les transmitió con firmeza que debían salir adelante.

"Hay que lucharla. Las lágrimas hay que dejarlas entre cuatro paredes y salir adelante por ellos. Nosotros tratamos de que haga vida normal y soltarlo. Siempre le enseñamos que si le preguntan cuál es su problema debe responder, y con sus palabras lo explica. En casa es uno más y si mamá reta por algo y él lo hace, el reto va también para él", dice con absoluta convicción.

"A las familias que pasan por algo parecido les digo que los papás no tenemos que rendirnos, porque ellos son los que hacen el esfuerzo, ponen el cuerpo y las ganas. Después de una nota que hice por radio me mandó un mensaje la mamá de un chico con autismo diciéndome que a veces cae, pero le dije que nosotras no tenemos derecho. Nico ha pasado un mes en posición horizontal luego de una cirugía y preguntándome cuándo podría volver a la escuela. Si ellos no caen con todo lo que pasan, nosotros no podemos hacerlo", agrega.

Una historia. Dos ejemplos de vida, los de Nicolás y Adriana. Demuestran que a pesar de todo, siempre se puede ir por más.

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Nicolás Reiriz y su mamá Adriana Agrandar imagen
Nicolás Reiriz y su mamá Adriana
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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