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La hermana Luisa Toledo ya no es más "superiora" y se transformó en una simple monja de la congregación de Carmelitas Descalzas. La decisión la adoptó el Vaticano y con la firma del Papa Francisco. Esto le fue comunicado esta mañana al propio arzobispo de Paraná, monseñor Juan Puíggari, quien a la vez le transmitió dicho mensaje al fiscal de Nogoyá, Federico Uriburu.

La determinación se adopta cuatro meses después de lo publicado por la revista Análisis, donde se refirió acerca del maltrato hacia las hermanas del Carmelo de Nogoyá, de parte de la ahora ex madre superiora Luisa Toledo, lo que derivó en la apertura de una causa judicial que es llevada adelante por el fiscal Uriburu, donde ya declararon varias ex religiosas.

La religiosa ya no se encuentra en Entre Ríos, puesto que fue derivada hace algo más de una semana al convento de Carmelitas Descalzas de Presidente Roque Sáenz Peña, en la provincia del Chaco. La hermana Luisa Toledo fue imputada por el delito de "privación ilegítima de la libertad", en función de que no le permitió a varias religiosas salirse de la congregación, pese a que hacía meses y años que se lo estaban reclamando, porque no podían soportar más el maltrato físico y psíquico puertas adentro.

Inicialmente, la madre superiora del convento "resistió el ingreso de los funcionarios judiciales y policías, que tras unos minutos lograron forzar la puerta", informó el fiscal Uriburu. Aunque "no hubo necesidad de revisar cada cuarto, porque se aportaron en forma voluntaria una cantidad de cilicios y látigos, pequeñas fustas de unos 40 centímetros".

Durante el allanamiento, luego de que las monjas aportaran voluntariamente fustas y cilicios a los funcionarios judiciales y los policías del grupo de Operaciones Especiales de la provincia –que estaban acompañados, además, por la comisión del delito de privación ilegítima de la libertad agravada de la Justicia de Nogoyá–, la investigación avanzó sobre las habitaciones. Luego de las que ocupan las internas, informó Uriburu, revisaron otra habitación en la que había una "gran biblioteca con numerosos libros de teología y religión pero no hay manuales o libros sobre la instrumentación de prácticas de tortura".

El arzobispo aseguró, además, que "la vida de las carmelitas es muy exigente", que son monjas que "viven una vida austera y de oración". De todos modos, advirtió, "si hay que corregir algo, se corregirá". Puiggari también recordó que, aunque el monasterio de la orden depende del Vaticano y cuentan con la protección del obispo, su vida cotidiana se rige por un reglamento vigente a nivel mundial, que fue aprobado por Juan Pablo II.

Por su parte, el vocero del Arzobispado, Ignacio Patat, aseguró que los cilicios y las fustas hallados forman parte de "la manera de la vida de la disciplina" de las carmelitas. El monasterio "se rige por la Regla de Santa Teresa, con la vieja manera de vivir de las Hermanas Carmelitas, que aunque para el lenguaje social puede sonar a castigo, en la regla interna es la manera de la vida de la disciplina y están permitidos", señaló. Por eso, para Patat, lo que suceda puertas adentro del convento no sería pasible de denuncias de "castigos ni de torturas, las reglas del monasterio hablan de elementos de disciplina personal". Patat precisó, además, que Puiggari conocía la vida interna del lugar, porque "ha hecho visitas pastorales desde julio a la fecha".
Fuente: Análisis Digital

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