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La sala, momentos antes de inicio de la audiencia
La sala, momentos antes de inicio de la audiencia
La sala, momentos antes de inicio de la audiencia
Tres imputados que decidieron prestar declaración indagatoria fueron los máximos protagonistas de este martes por la mañana en los tribunales de Concordia, durante una nueva audiencia del juicio oral y público por el presunto peculado de tierras fiscales en Puerto Yeruá.

El primero en hablar fue el más conocido de los 9 imputados, el Dr. Julio Larrocca, presidente de la Liga Concordiense de Fútbol y Vicepresidente Primero del Consejo Federal de AFA. Larrocca no se había anotado en la lista de los que iban a hacer uso de la palabra, pero revisó su estrategia y finalmente dijo lo suyo. Los otros dos que aceptaron contar su versión de los hechos fueron Gustavo Miguel Graziano y Leonardo Daniel Galarza. El primero es el comerciante que le compró el lote a Marcelo Larrocca Ruíz -hijo del dirigente de AFA- para más tarde vendérselo al empresario de la construcción José Galvani, quien, ni bien empezó la investigación judicial, optó por devolverlo y se acogió a una probation. El segundo, casado con Romina Elizabeth Filsinger, hija de la exsecretaria de la Intendencia, María Griselda Brassesco, recibió un terreno directamente del municipio de Puerto Yeruá, donde dice haber construido su casa.
Ni empleado, ni funcionario, sólo un asesor externo
Julio Larrocca volvió a hacer gala de su cuidada oratoria, en una extensa exposición pensada para intentar rebatir uno por uno los argumentos de la acusación que pesa en su contra. De los tres imputados, fue quien más se cuidó en todo momento de incurrir en alguna expresión que agrediera al Ministerio Público Fiscal.

Sus principales afirmaciones pueden resumirse en estos términos:

- Que sólo fue un asesor legal externo, al extremo de que ni siquiera tenía despacho propio y que sólo intervenía a requerimiento del municipio. Por lo tanto, no habiendo sido -según su relato- ni empleado ni funcionario de la comuna, no había impedimento legal alguno para que su hijo adquiriera un terreno del municipio.

- Dijo que su hijo Marcelo pudo comprar gracias a que tenía unos "ahorritos” y que lo hizo porque tenía en mente, cuando finalizara sus estudios, venirse a Concordia a trabajar con él y había elegido a Puerto Yeruá para vivir, aunque más tarde cambiaría de planes.

- Se esmeró en aclarar que los contratos de cesión de la tenencia de las tierras que el municipio firmaba con privados no fueron confeccionados por él, sino que ya venían usándose antes de que él asumiera como asesor y que sólo se limitó a verificar que estuvieran bien confeccionados.

- Negó que fuera verdad que en un mismo día el municipio recibió las tierras de provincia y se las cedió a privados. Según Larrocca, los contratos de cesión de la tenencia ya venían de mucho tiempo antes.

- Lo que sí admitió que se hizo en una misma jornada fueron las escrituras en Paraná, para que la comuna recibiera los lotes de la provincia y luego pasaran a nombre de los particulares que ya disponían de la tenencia, pero aseguró que así se hicieron las cosas para ahorrar costos, por recomendación del entonces escribano mayor de gobierno, el ya fallecido Francisco Gastaldi.

- Explicó que los precios de venta de los terrenos eran los normales en la época en que se firmaron las cesiones, cuando Puerto Yeruá aún no tenía acceso de asfalto ni estaba aprobado el proyecto termal. Esos dos factores, según Larrocca, el asfalto y las futuras termas, incidieron para que las tasaciones se elevaran significativamente. Dijo haber adjuntado al expediente una treintena de escrituras de aquel entonces en las que los precios son similares.

- Pidió agregar a la prueba un informe del Tribunal de Cuentas que, según él, aprueba la gestión contable del municipio y donde consta que Julio Larrocca sólo ejercía en carácter de asesor legal externo.

Todos estos ejes argumentales fueron jalonados con frases de mayor impacto, como cuando dijo que jamás había integrado una banda ni se había llevado nada a su casa. Sobre el final, deslizó que se sentía feliz de haber podido hablar ante el Tribunal, porque "es muy difícil salir a contestar un montón de cosas a los medios. He sido sometido a una corrosión de todo y es este el lugar donde hay que hablar".

En el remate, volvió a jurar inocencia: "Yo no cometí ni fui partícipe de ningún peculado".
El comerciante que sabe comprar barato y vender caro
Luego de Larrocca fue el turno de Gustavo Miguel Graziano, que en varios momentos de su exposición, elevando el volumen de su voz, pretendió abandonar el rol de interrogado para convertirse en interrogador, apuntando con ironías al Doctor José Arias, que conservó la calma y no entró en el juego.

Aunque Graziano buscó mostrarse muy firme en su argumentación, dijo no acordarse de datos claves. Entre ellos, el precio que le pagó a Marcelo Larrocca Ruíz por el terreno que le compró.

"No entiendo por qué estoy acá. ¿Es delito comprar un bien y luego venderlo a Galvani? No entiendo de qué se me acusa. Compré para mí y mi familia, porque siempre compro en comisión. ¿Acaso es un delito eso?" comenzó diciendo Graziano.

Otra afirmación que resonó en la sala fue esta: "Yo no compré a precio vil. Compré barato".

Fue en ese contexto en el que incurrió en una clara agresión a Arias al insinuar que el fiscal había calificado como "vil" al precio pagado por los terrenos porque comparaba las cifras con sus abultados ingresos de funcionario judicial.

Graziano no tuvo empacho en reconocer que lo que se pactó con Galvani por la venta no fue el mismo precio que figuró en la escritura. "Todos tenemos de negro un poco" justificó. Y volvió a la carga proclamando su inocencia: "No presto nombre, no me cedieron un terreno. Compré barato y vendí caro. No somos Baez", en obvia referencia a Lázaro Báez, el empresario involucrado en contrataciones irregulares de obra pública en la gestión del anterior gobierno nacional.

La oratoria de Graziano fue adornada con algunas frases agresivas a la vez que originales. Como ser:

-" Acá hay un periodista que se cree Lanata y un denunciante que se cree Carrió".

- "Tengo plata para comprar 10 terrenos si quisiera. ¿Cuál es el problema?".

- "Nos están metiendo a todos en la bolsa. No soy Lázaro Báez".

- "El fiscal tiene una paranoia conmigo".

El momento más complicado para Graziano fue cuando el fiscal Arias lo consultó sobre los precios de compra y venta del terreno.

- ¿Cuál fue el precio que pagó a Larrocca Ruíz por el terreno?

- No me acuerdo.

Enseguida Arias le exhibió el boleto de compra venta donde figura como precio 40.000 pesos. Graziano se atajó:

- No es lo real de la operación lo que dice el boleto. No soy Carmelita Descalza, soy comerciante. 40.000 no fue real pero no me acuerdo lo que pagué en cuotas.

- ¿Por cuánto vendió ese mismo terreno a Galvani?

- No sé si te lo tengo que decir (elevando el volumen, enojado) Pero sí. . . te lo digo: En 90.000 dólares vendí, a 100 dólares el metro cuadrado. Lo compré a 70. . . no me acuerdo. . . y lo vendí a 100. . . Gané plata, sí. ¿Cuál es el delito? Si hubiera sido un presta nombre no vendía.

Graziano aprovechó ese momento para intentar justificar por qué Galvani devolvió el terreno, un gesto que no condice con el argumento de que toda la operación habría sido limpia y legal. "Devolvió porque está enfermo y no quería pasar por esto", dijo, en obvia referencia al juicio oral y público.

Otro pasaje complicado afrontó al responder sobre la fecha de la escrituración del terreno. Dijo que no se acordaba cuándo había sido. Arias le mostró el documento elaborado por el escribano Lascurain, fechado un día después de que saliera en la prensa la primera denuncia periodística por el reparto de los terrenos de Puerto Yeruá.

Graziano explicó que él no estaba enterado de lo que salía en los medios de comunicación. "¿Por qué no hacerlo ese día, está mal?, se preguntó, y una vez más atacó al fiscal: "es paranoia tuya" le espetó.
El hombre de familia que predicó amor y contó que echó a su suegra
La última declaración indagatoria fue la del joven Leonardo Daniel Galarza, que eligió un tono mucho más calmo que Graziano, buscando presentarse como un muchacho trabajador, de familia, que dedica tiempo a trabajar en su Iglesia, para ayudar a matrimonios en problemas y a chicos que caen en las drogas. Sólo que en un momento dado sorprendió al revelar que echó de su casa ni más ni menos que a su suegra, la ahora exsecretaria de la municipalidad, María Griselda Brassesco.

Se remontó en su relato a cuando era futbolista y fue invitado a jugar en Puerto Yeruá, momento en el que comenzó a hacer amigos en el pueblo. Más tarde conocería a su actual esposa e hija de Brassesco, Romina Elizabeth Filsinger, con quien se propuso construir una familia numerosa, y habría sido con ese propósito -según su relato- que adquirió los terrenos bajo investigación.

Narró que tras enterarse de que la Municipalidad daba terrenos en comodato, presentó una nota solicitando uno. Recordó que le adjudicaron dos lotes juntos, por los que ofreció 6,50 pesos el metro cuadrado.

Fue evidente la intención de Galarza de tirar abajo la valuación de los predios, enumerando sus presuntos defectos. Dijo que enfrente había un depósito de Vialidad y un acopio de escombros. También aseguró que eran lotes muy bajos y por ese motivo debió efectuar una fuerte inversión en relleno.

"Los contratos de cesión de los terrenos los hacía Larrocca y depositábamos el importe en el BERSA. Luego debíamos llevar los recibos al contador Marcelo Rivera, a quien le entregué los comprobantes" recordó.

A la hora de explicar por qué razón traspasó la propiedad de los lotes a su novia, Galarza contó que le había ido mal con la concesión del reciclado de basura en el Campo del Abasto, y ante el riesgo de que el municipio le iniciara acciones legales, el abogado Oscar Bacigaluppe le recomendó desprenderse de sus propiedades.

La prédica de Galarza derivó en reflexiones sobre el amor como clave para mejorar la sociedad y su labor en una Iglesia en favor de matrimonios en problemas y chicos tentados por las drogas. Pero ya sobre el final, el Fiscal Arias lo pondría en aprietos.

"Voy a una iglesia cristiana. Me da pena la falta de amor" fue una de las frases emotivas que resonó en el recinto. Se atrevió a recomendar a los denunciantes -lo nombró a Sebastián Telayna- que sigan el camino del amor en vez de sembrar odios, al tiempo que se puso claramente en el lugar de víctima al contar que a su mujer, maestra, un alumno le había preguntado si venía de la cárcel por el robo de los terrenos.

Pero lo más sorprendente fue cuando Galarza, en medio de la prédica espiritual, dijo como al pasar que había tenido que echar de su casa a su suegra porque quiso que firmara el juicio abreviado. "El municipio vendió, yo compré, pagué, no hay delito. No le presté el nombre a nadie" insistió, para respaldar su determinación de no seguir el camino de su suegra, quien se confesó culpable, lo mismo que el exintendente Cevey y otros 7 imputados en la causa. El trago más amargo sobrevino al final. Galarza había armado un relato según el cual el terreno había sido comprado para vivir allí, con la intención de fundar una "familia numerosa". Pero quedó mudo cuando reconoció su firma al pie de una nota que le mostró el Fiscal José Arias, dirigida al municipio, donde pedía las tierras para "destino turístico".
Fuente: El Entre Ríos

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