Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
Juan Pablo Solari y Gabriela Francia.
Juan Pablo Solari y Gabriela Francia.
Juan Pablo Solari y Gabriela Francia.
La caída de una poderosa organización dedicada a la venta de drogas en Concordia dejó al descubierto, una vez más, el nivel de penetración que tiene el narcotráfico en las estructuras estatales. Las revelaciones de las relaciones de los miembros de la banda con funcionarios públicos generan preocupación, reflexiona Juan Cruz Varela.

A continuación, El Entre Ríos reproduce el artículo publicado este lunes en el sitio Página Judicial:
“Toda la familia”
–Yo me torcí para el lado de los negocios de esas cosas, ¿viste?
–Sí…
–Yo hago eso; de las dos cosas, las dos.
–¿Cómo de las dos?
–La verde y la blanca.
–Ah…
–Toda la familia hacemos eso, toda la familia; esto se labura para un fondo común…
–Claro…
–Yo tengo una Renault Oroch, una Renault Duster Oroch 2019, que tiene 1.300 kilómetros; en un año cambié tres cero kilómetro, y sigo haciendo… a mí los ratis me llegan para todos lados, pero no me pueden enganchar ¿viste? Estoy tranqui nomás, ¿viste?

El dueño de esas palabras, el que hace “las dos cosas”, se llama Néstor Alfredo Francia Brun, alias “Cholo”, 45 años, empleado municipal y sindicado como líder de una empresa familiar dedicada a la venta de marihuana y cocaína en Concordia y Federación.

Se trata de una organización de gran poder económico, sostenida en el tiempo y con una distribución de roles claramente establecida: Francia Brun y su esposa se encargan de la adquisición del producto, otros se ocupan del transporte, hay almacenadores, algunos que tienen presencia en el territorio y se encargan de la venta al menudeo, están aquellos que blanquean y quienes esconden el producido por las ventas y hay una capa superior que se ocupa de establecer vinculaciones de distinto nivel.

El sostén de toda la estructura es la familia, dos clanes familiares.
Penetración narco en la política
El nivel de penetración de la organización era tal que su caída, a dos días de las elecciones generales en la provincia, provocó un verdadero tembladeral político en Concordia. La desarticulación de esta banda, luego de casi dos años de investigación, significó un cachetazo político, principalmente por la detención de Gabriela Alejandra Francia, hermana de Néstor, sospechada de blanquear el dinero de la banda. Se trata de alguien que organizaba eventos para la Municipalidad de Concordia; empleada del instituto becario provincial; que, según el juez, “oficiaría de secretaria de una diputada nacional”; e integraba la Fundación Conased (Concordiense de Ayuda Social y Estudios para el Desarrollo), que preside Leticia Ponzinibbio, la esposa del intendente Enrique Cresto. Como para que no quedaran dudas, ella misma lo contó en una entrevista a El Entre Ríos. Hace unos días el juez federal Pablo Seró dictó el procesamiento con prisión preventiva de veinte personas, como integrantes de dos clanes familiares que se dedicaban a la venta de drogas en pleno centro de Concordia.
Del centro a la periferia
El narcomenudeo es lo que se conoce como la actividad de vender y distribuir pequeñas cantidades de drogas. Es un tipo de actividad que puede desarrollarse en cualquier sitio, pero golpea más fuertemente en barrios caracterizados por las construcciones improvisadas, la carencia de servicios esenciales y la ausencia del Estado.

Pues bien, Néstor Francia Brun extendió su estructura desde el centro a la periferia. Es millonario y vive como tal, aunque reconoce ingresos mensuales por 45 mil pesos, más 12 mil pesos que dice ganar su pareja, María Lorena Trinidad. Su pantalla eran una rotisería (ATR, se llama) y un kiosco que funcionan en el domicilio y además es empleado de la Municipalidad de Concordia. Su esposa atendía los comercios legales, llevaba la contabilidad y era quien viajaba a Buenos Aires a comprar las “remeras”, como se referían a la droga. Era también “los ojos” de la organización, siempre alerta a cualquier movimiento que llamara la atención en el barrio.

Como se dijo, Francia Brun construyó su estructura a partir de clanes familiares, tal vez como una forma de asegurarse la lealtad, y detentaba el poder en una estructura piramidal: dirigía y organizaba las actividades e impartía directivas al resto de los integrantes.

Se sospecha que sus padres acopiaban las drogas, su hijo vendía al menudeo, sus cuñados administraban distintos kioscos como si fuesen estructuras independientes y su hermana blanqueaba las ganancias que generaba la organización.

El volumen de negocios era tal que los jefes de la banda eran dueños de inmuebles, automóviles y camionetas de alta gama que estaban registrados, en su mayoría, a nombre de terceros; pequeños comercios que utilizaban para justificar los ingresos; y tenían millones de pesos en efectivo que introdujeron en parte en el sistema financiero.

El caso de Gustavo Ramón Trinidad, hermano de Lorena, es tal vez una muestra de ello: lideraba una suerte de apéndice de la organización principal de la que dependían hermanos, parejas, ex parejas, hijos, primos y sobrinos/soldaditos, como si se tratara de una gran empresa familiar. Todos están procesados y detenidos.

Un informe policial revela, por ejemplo, que Gustavo Trinidad llegó a guardar 2,1 millones de pesos en el techo de su casa y que cuando fue detenido tenía varios vehículos último modelo, algunos a su nombre y otros registrados a nombre de terceros, lo que revela las dificultades que tiene este negocio para legalizar los beneficios económicos obtenidos por un accionar ilegal y criminal, sobre todo para personas y grupos familiares que no tienen trabajo formal con el que justificar ingresos extraordinarios.
Los lavanderos
No existe en Argentina una estrategia para prevenir el lavado de activos y eso permite la circulación de un flujo millonario de dinero procedente del narcotráfico sin ningún tipo de control.

La clave entonces, para estas empresas que tienen como motor principal la comercialización de drogas ilegales, es el lavado de ese dinero ilegal para introducirlo en la economía formal.

Pues bien, el juez cree que quienes administraban el dinero de la venta de drogas eran Gabriela Francia y su pareja, Juan Pablo Solari, un docente universitario, “posibilitando así que subsista el funcionamiento” de la banda; e incluso el rol de la pareja iría más allá del ocultamiento del dinero, ya que al menos en una oportunidad habrían resguardado droga en su casa.

Lo que cree el magistrado es que también hacían su propio negocio con el dinero que le manejaban a la banda, y lo hacían “a espaldas de los demás integrantes”. La sospecha es que ambos “habrían constituido plazos fijos con alrededor de 3 millones de pesos (…) supuestamente en el Banco de Entre Ríos, en el Banco Galicia y en el Banco Nación” y que se apropiaban de los intereses que generaba ese esquema financiero. A su vez, “ella mentía diciendo que para acceder al interior de una caja fuerte bancaria necesitaba avisar con un mes de antelación”, de modo de no perder esos intereses.

Una larga conversación entre Gabriela Francia y Juan Pablo Solari revela el mecanismo:
–Lo que vos no entendés, Juan Pablo, es que yo no puedo preguntarle qué va a hacer con la plata o qué no va a hacer con la plata, ¿me entendés? –lo inquiere ella con irritación.
–Ajá…
–No puedo, el loco sabe que hay plata, que hay un montón de plata… –continúa.
–Yo a lo que voy, Gabi…
–Y él no se la va a pedir, porque le va a cobrar intereses, seguramente, de ser así; tampoco puedo ponerme en actitud de forra, en decir no, como adueñarme de la plata, porque ahí él puede ser hijo de puta y decirle al Diego (Trinidad, hermano de Lorena), avivarse, decirle: “¿Por qué no empezás a pedir plata y yo te la cuido?” Ponele. Si quiere ser forro y reventarnos… vos no lo ves de esa forma, Juan Pablo, vos hacés como que te adueñás; está en guarda de nosotros.
–No me adueño, a ver, no me adueño Gabi… –intenta persuadirla su pareja.
–No, bueno, por eso no hay que buscarle el por qué y explicaciones, hay que sacar esa plata y prestársela a él, a fin de año la va a devolver; es fácil, no me compliques.
–Con ese criterio, boluda, el día de mañana te va a pedir trescientas lucas, vas a tener que sacar y dárselas y te quedás sin los intereses, boluda.
–Y, bueno, pero él no sabe eso, Juan Pablo.
–Pero, Gabriela, entonces mañana te dice que como tiene guardado tanto, que le des trescientas lucas, se las vas a tener que prestar, puta madre que lo parió, ¿le vas a prestar todo lo que te pida, boluda? –ahora quien se enoja es Solari.
–Nooo, yo le voy a decir: “Mirá, yo te presto esto”. Porque el loco me va a pedir la plata y yo qué mierda hago. “Yo hasta acá saco, Néstor, más no puedo sacar” –lo tranquiliza ella.
–Pero claro, boluda… está bien, yo entiendo todo lo que vos me decís, que no es una forreada, simplemente decir: “Yo te estoy guardando esto”.
–No, bueno, ya sé, pero él no lo va entender así, ¿entendés? No lo va a entender y va a empezar, o capaz ella, van a empezar a apretarlo a Diego, a decirle: “¿Por qué no tenés la plata vos, que ahora vivís acá, quién te la va a sacar?”. Vos no sabés, yo no confío ni en mi sombra, yo no me voy a cagar por 60 mil pesos, prestarle, que es lo que hacemos en un mes y nos sobra, a que el loco nos saque toda la guita, ¿me entendés lo que te estoy diciendo? Velo por ese lado. Yo te entiendo perfectamente a vos, que el loco va a venir mañana a decirme “hermana préstame los 2 millones de pesos”, porque yo se los voy a prestar, porque él sabe la situación en la que está, que en cualquier momento le pueden llegar a caer, ¿y cómo me devuelve esa plata a mí? Eso se lo voy a decir también: “A vos te llega a pasar algo, llegas a caer, vos tenés un ahorro, te lo saco y lo meto a lo de Diego”.

La conversación también es reveladora porque exhibe las hendijas que ofrece el sistema, o la laxitud de los organismos de control, para blanquear los millones de pesos obtenidos por la venta de drogas, sea en una metrópolis o en la mismísima Concordia. Tal vez sirva, además, como un llamado de atención.
Fuente: Página Judicial.

Enviá tu comentario