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Los vecinos y una descarnada descripción
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Los vecinos y una descarnada descripción
Luego de hacer público el comunicado donde se visibilizó la problemática del consumo de drogas en la de La Cuchilla, en Gualeguaychú, los vecinos de la zona norte comenzaron a juntar firmas porque "se llegó a una situación límite". Aseguran que hay chicos de 10 años que "se drogan a cualquier hora del día".

Dolores Chávez, una mujer que lleva más de 50 años en la zona, confesó que “nunca nos había tocado vivir situaciones tan apremiantes”. “La droga se fue metiendo poco a poco en el barrio y ahora estamos rebasados por esta maldición”, comentó mientras se lamentaba por las leyes existentes, que “no son acordes a los tiempos que corren”. Esta vecina aseguró que en su barrio “hay nenes de 10 y 11 años que consumen, inclusive cuando van a la escuela”.

Esta realidad también fue ratificada por Exequiel García, un hombre de 30 años que aseguró que “deambulan como zombies”. “No comen, tampoco duermen, viven solamente para robar y consumir. Existen casos de chicos que son echados de su casa por sus familiares, cansados que les roben sus pertenencias que luego cambian por la peor de las drogas con los transas”, mencionó.

Este vecino señaló que “la Policía actúa, detiene a quienes venden, pero no siempre terminan en la cárcel y en ocasiones salen en un par de días”. Macarena Sánchez, presidenta de la Comisión Vecinal del Barrio de la Cuchilla, coincidió en que muchas veces “autorizar un allanamiento demora y cuando se libra la orden ya no encuentran nada. Un día después retornan a la venta con total tranquilidad e impunidad”.

“Chicos que solo tienen 10 años sufren los efectos de la droga, endulzados por los ‘transas’ del barrio”, aseguró la titular de la comisión barrial, e indicó que “en nuestra zona tenemos transas legendarios a los que no necesitamos nombrarlos porque son archiconocidos”. “Es algo que genera bronca, y que se potencia cuando ves a un chico nuevo inmerso en el mundo de las drogas”, comentó.

Los momentos de crisis económica como los que atraviesa el país desde hace unos años, propician el crecimiento de la marginalidad. Los padres deben trabajar ambos y los chicos quedan la mayor parte del día solos y con muchas tentaciones al alcance de la mano. “Ven que el que está al lado del transa tiene zapatillas nuevas, un celular de última generación que no está a su alcance y en muchos casos terminan metidos en este mundo del cual es muy difícil salir”, explicó la mujer.
Maldita cascarilla
Sánchez reconoció que la droga que más se consume en el barrio es la cascarilla, la pasta base de la cocaína, que también se la conoce como paco, “una droga que fue hecha para matar a los que menos tienen, a nuestros gurises”.

Carina Izaguirre, referente del movimiento social de mujeres de La Cuchilla, señaló que “hace varios años que venimos desarrollando un trabajo social, notando que año a año baja drásticamente la edad de los chicos que consumen estupefacientes”. “Chicos cada vez más chicos que cuelgan su guardapolvo y se van a hacer la cola a los kioscos de droga que tenemos en el barrio”, agregó.

Denunció que la gran mayoría “son nenes que son mandados a comprar por adultos para evitar que a ellos los vean, y esto genera que los chicos comienzan a fumarse un porro a los 10 años”. También mencionó la cantidad de remises que llegan con pasaje a comprar: “Tocan la bocina, el pasajero baja corriendo, compra y se va, también autos particulares, algunos de alto valor”. Agregó que a veces salen menores de edad a entregar la mercadería porque los mayores están ocupados. “Se han dado casos de chicos que vienen a pedirte algo para comer, y al ratito están robando en el fondo de tu casa”, contó casi sin asombro por la costumbre.
“En pocos meses te derrumban el trabajo que llevó varios años”
Ariel Olivera es un referente en la zona por su incansable labor social. Fue quien fundó junto a otras personas el club La Cuchimarra, para contener a los chicos del barrio y alejarlos de la droga. Sin embargo, este hombre de 40 años reconoció que “no haber frenado ciertas cuestiones a tiempo generó consecuencias que hoy estamos pagando”.

Relató que las adicciones se presentan con mayor fuerza en los barrios porque la gente es humilde, con pocos recursos, y son vulnerables para los transas que se aprovechan de las necesidades”. “Antes trabajábamos con un bajo perfil, mucho corazón y humildad, pero esto no fue suficiente. Trabajamos con chicos desde pequeños, en educación, salud y deportes, y cuando cumplen 13 y 14 años, en pocos meses te derrumban el trabajo de años”.

Aclaró que la comisión vecinal no busca tener problemas con nadie, “esto no va en contra de una persona, sino que se trata de frenar y revertir una situación, y para esto es necesario juntarnos, denunciar y ayudarnos mutuamente”.
Fuente: El Día

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