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Revertir los malos resultados en las elecciones nacionales que se registran desde 2015 en Entre Ríos. En ese objetivo coinciden el presidente Alberto Fernández y el gobernador Gustavo Bordet de cara a las legislativas. De esta provincia podría surgir una de las 10 bancas que el oficialismo necesita en Diputados para tener quórum propio.

El justicialismo entrerriano pone en juego dos bancas que obtuvo en 2017 tras la derrota frente a Cambiemos, que se llevó tres. Las ocupan Mayda Cresto y Carolina Gaillard. Ahora el peronismo pretende que el resultado sea inverso.

Ya hubo reuniones en las que participaron Alberto; el Jefe de Gabinete Santiago Cafiero y el ministro del Interior Eduardo “Wado” de Pedro por un lado y Bordet y el senador nacional Edgardo Kueider, su mano derecha y jefe de campaña, por otro.

El primer asunto fue la estructuración del Frente electoral. En la provincia litoraleña se constituyó con una decena de partidos (PJ; Frente Grande; Movimiento por Todos; Partido de la Cultura; Frente Entrerriano Federal; Compromiso Federal; Unión Popular; Trabajo y Pueblo; el comunismo y el Partido Solidario) y la posterior incorporación de las adhesiones de Forja (la fuerza de Gustavo López) y Somos (que responde a Victoria Donda).

Pese a que en el entorno de Bordet calificaron de “espectacular” el modo en que se dio el armado, algunos socios no opinaron lo mismo. Afirmaron que luego de un año largo de distanciamiento y ninguneo, fueron llamados a firmar el acta del acuerdo por una empleada administrativa del Partido Justicialista. Tras el enfado inicial, la convocatoria se terminó concretando desde el primer nivel. La tensión igual está latente.
Las dos Casas
Si bien la meta está clara, no ocurre lo mismo con el recorrido. El Gobierno nacional tiene la idea de que hay que poner toda la carne al asador y confeccionar la boleta con las mejores candidaturas.

En la Casa Rosada entienden que en la lista no pueden faltar Enrique Cresto, titular del Enohsa (Ente nacional de obras hídricas y de saneamiento); Laura Stratta, actual vicegobernadora y los intendentes de Paraná, Adán Bahl y de Gualeguaychú, Martín Piaggio. Todos estos nombres están anotados para suceder a Bordet a partir de 2023.

La última encuesta que circula pone a Cresto y a Stratta como las figuras con mayor intención de voto en el justicialismo, el primero cerca de los 20 puntos y la segunda al filo de los 10. Ambos están, sin embargo, lejos del 34% que optaría por el ex ministro del Interior.

En Balcarce 50 existe el temor de que esta elección arroje a Frigerio como claro ganador. Es que no solo lo dejaría con todas las chances de ser gobernador en dos años sino que le daría aire, impulso nacional a Juntos, como pasó a denominarse la fuerza opositora para estos comicios.

En la Casa Gris, la sede gubernamental entrerriana, la visión es distinta. Más “bilardista”: definir la boleta según cómo se dé el cierre de listas en Juntos por Entre Ríos.

En De la Puente 220 de Paraná consideran que no será lo mismo enfrentar una lista de unidad con todo el andamiaje opositor detrás de Frigerio que si se da la interna que el sector radical más duro de los intendentes Pedro Galimberti y Darío Schneider jurá que habrá.

El bordetismo pretende jugar la carta del descontento radical, tocado en el amor propio por tener que ir detrás de un candidato que no usa boina blanca. Y encima “porteño”, como descalifican a Frigerio. Aunque esta no es la principal debilidad del candidato opositor (el cuestionamiento principal es haber sido ministro de Mauricio Macri), el oficialismo piensa machacar allí.

También ven en el nombre del frente opositor (“Juntos por Entre Ríos”) una idea de provincializar una elección nacional. Y se frotan las manos. Consideran que en ese terreno la buena imagen de Bordet será una carta ganadora.
De adentro y de afuera
Para bajar las ansiedades de la Rosada, el PJ Entre Ríos esgrimió también que esta será una elección por sí o no a Alberto y que no se debe traer el 2023 al 2021.

Y puso sobre la mesa un dato de 2017 cuando Cambiemos ganó en Concordia, la capital del peronismo provincial. Diez días después de los comicios una encuesta reveló que el cabeza de lista cambiemita, Atilio Benedetti, tenía un porcentaje de desconocimiento en la población concordiense superior al 80%. La gente no lo había votado a él, había dado un voto de confianza a Mauricio Macri.

El gobernador entrerriano será quien tenga la lapicera para cerrar la lista. Aunque antes del trazo final buscará el guiño de aprobación de Alberto Fernández. Y de Cristina Kirchner.

Se sabe que un lugar en la lista será para La Cámpora. Pero no cuál. La figura que asoma es la de Tomás Ledesma, un joven dirigente que ocupa la coordinación de Municipios de la Región Centro en el Ministerio de De Pedro.

Otra de las posibilidades que se barajan es que Gaillard repita. La actual presidente de la comisión de Legislación Penal tiene buena relación con todos los sectores del peronismo nacional y provincial y no habría objeciones a su nombre.

Pero el punto de atención es la aparición de una “jugada sorpresa” a revelarse al borde de la hora 24 del sábado 24. Se trata de un candidato tapado. Un “outsider” de la política.

Bordet imaginó en ese rol al empresario avícola Héctor Motta, un hombre de la estructura de la Unión Industrial desde hace años. El Gobernador le hizo el pedido en forma personal. Y recibió un rechazo directo. Si bien Motta tuvo a principios de siglo una activa participación política (fue secretario de la Producción y convencional constituyente por el PJ), esta vez pesaron más sus 77 años.
*Por Juan A. Bracco
Fuente: Infobae

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