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Este martes comenzó la primera jornada del juicio contra el juez de Trabajo Nº 1 de Concepción del Uruguay, Eduardo Flores, denunciado por supuestas conductas incompatibles con el cargo y mal desempeño de sus funciones. La jornada comenzó cerca de las 9:30 y concluyó poco antes de las 17. Ante el jurado –compuesto por los representantes del Colegio de la Abogacía de Entre Ríos (CAER), Verónica Mulone y Luis Leissa; los legisladores Armando Gay y Gustavo Zavallo, y los vocales del Superior Tribunal de Justicia (STJ), Leonardo Portela, Daniel Carubia y Gisela Schumacher–, declararon 10 testigos con versiones cruzadas.

El procurador general Jorge García conduce la acusación, pese a las aclaraciones jurídicas sobre la legislación que rige al Jurado de Enjuiciamiento y una declarada libertad para no sostener las denuncias iniciales, a las resultas de la prueba producida en el debate, tal como se realizó en el enjuiciamiento ante el juez de Ejecución de Gualeguay, Carlos Rossi; y con el exjuez de Paz de Gualeguay, Sebastián Salem.

Al salón de actos del STJ, en el segundo piso de tribunales, concurrió el propio Flores que prometió palabras antes de concluir el debate y sus defensores, Miguel Cullen y Patricia Valín.
La “ilusión” del juez
“Se me va a acabar la ilusión de que seas la cara visible de un estudio donde un perejil como yo esté detrás”. La frase fue repetida en varias oportunidades por la primera testigo del proceso, Leylén Irungaray, exempleada del Juzgado laboral que estaba a cargo de Flores y amiga de la denunciante Natalia Bordín.

Irungaray refirió al clima laboral mientras se desempeñó en el Juzgado, antes de irse para integrar un estudio particular de Concepción del Uruguay.

“En un primer momento la relación era buena, cuando llegó Flores a la ciudad todo el equipo del Juzgado le abrió las puertas a él y su familia. Estuve trabajando un tiempo ahí. El secretario era Jorge Yuri. En determinado momento pasó algo y casi no hubo diálogo entre ellos. Flores me ofreció ser su secretaria y le dije que no. Después renuncié. Flores le ofreció la Secretaría a Natalia. Sé que hubo un hecho puntual que hizo que él le quitara el habla, no la tratara más y le sacara funciones. Yo seguí yendo al Juzgado y vi esto. De pronto el clima se cortó, pendía de un hilo. Para Natalia fue un proceso largo. Era rara la situación, él ya no le hablaba y le sacó funciones pero seguía el trato con el marido de ella. Finalmente Natalia quiso renunciar, tenía pánico a cruzarse con él, se sintió totalmente acorralada por la situación”, relató. Es que la relación entre Flores, Bordín y su marido (José Luis Rebacco) era cercana y de amistad. Incluso llegaron a compartir la titularidad sobre una embarcación, lo que actualmente está judicializado ya sin posibilidades de mediación. Además, el propio marido de Bordín le guardó elementos de camping a Flores en un galpón que alquilaba en Concepción del Uruguay.

La testigo aseguró que cuando ya había salido del juzgado y mientras se desempeñaba como socia en el estudio de la abogada Norma Aguet, Flores la llamó para decirle que su esposa, Julia Peragallo, no se adaptaba bien a la ciudad y le pidió si podía hacer tareas de procuración en el estudio, pese a que Peragallo no es abogada ni procuradora. “Fue raro, sentía que no podía negarme. Accedí para que ella me haga la parte ejecutiva de las sentencias en el Federal, yo me ocupaba de la parte laboral y la doctora Aguet de la parte previsional. Fue en un marco de confianza, a mediados de 2020, en agosto más o menos. Norma me dijo que no. Le di mi parte igual para que haga ejecuciones”, declaró Irungaray.

Después le escribió la propia esposa de Flores y le envió un contrato laboral hecho por el juez, “para darle tranquilidad a la doctora Aguet”. “Ese fue el segundo llamado de atención para nosotras, el primero fue un mensaje de la esposa de él. Caí en todo esto. Él mandó un mensaje, después ella un mail con el contrato”, dijo.

“No era fácil decirle basta a ella y ¿cómo blanquear la situación a Norma? Dejé de pasarle las ejecuciones. Después me lo encontré a él y le dije que ya no me ocuparía de lo laboral, sino que dedicaría de lleno a lo previsional. Él me contestó en tono jocoso: ‘Se me va a acabar la ilusión de que seas la cara visible de un estudio donde un perejil como yo esté detrás’. Decidí terminar mi relación con su mujer. La situación no era transparente. Y un día la llamé para charlar y grabé un video con mi celular de esa charla”, declaró Irungaray.

“En febrero le llegó una acción civil a mi socia para que informe las causas en las que participo y decía que la cité a Peragallo al estudio y la obligué a firmar un contrato del cual no le di copia”, advirtió Irungaray. “Después inició la causa laboral contra Norma y contra mí. Yo fui con intenciones de acordar porque no quiero este problema pero no se pudo. Aporté en esa causa los tramos de un video que yo grabé con mi celular, cuando la cité a la esposa de Flores. Asumo mi responsabilidad, mi culpa de haberme involucrado y tenerla en el estudio. Estos son los hechos que hoy se están litigando”.

En otro tramo, Irungaray habló del hecho que cortó la relación entre Bordín y Flores. “Él quería hacer un reglamento para empresas. Cuando insistía con eso, se terminó de revelar lo que pensábamos”. El documento tenía disposiciones normativas para empleados y empleadores, incluso sugerencias para un departamento de género. “Él pensaba en un reglamento para empresas avícolas, advertimos que no es la persona que pensábamos que era, en cuanto a la honestidad. Él venía acercándose a determinadas empresas, dio una charla en ámbito universitario, pero era derecho laboral. Después hubo otra charla por zoom para habilitar el reglamento que posteriormente pude ver. Me di cuenta a qué se estaba negando Natalia”, contó.
“Insomnio, culpa, angustia y depresión”
Natalia Martina Leiva, psicóloga de la denunciante Natalia Bordín, enumeró una serie de síntomas que padece su paciente, “indicadores vinculados a sus vivencias laborales”, según definió.

“Mi paciente me consultó en febrero del año pasado por un cuadro de angustia importante. Ella estaba en una crisis y a la semana de la entrevista presentó su renuncia. Dijo que quería poner fin al padecimiento psíquico, pidió licencia y poder continuar con funciones de abogada. Ante la negativa, decidió renunciar definitivamente”, contó.

La profesional declaró por videoconferencia desde Concepción del Uruguay, tal como lo hicieron otros dos testigos esta jornada. “Está en tratamiento. En las sucesivas entrevistas empezaron a aparecer más indicadores que tenían que ver con insomnio, culpa, angustia, depresión y temor. Tenía miedo de salir a la calle, indicadores vinculados a sus vivencias laborales”.

“Ella contó que fue denunciada penalmente, fue a visitar a sus compañeros con quienes trabajó durante diez años, sólo fue a visitarlos. Y por eso fue denunciada. Después se agravaron los sentimientos que detallaba anteriormente”, declaró.

Natalia Bordín terminó en consulta psicológica cuando decidió renunciar a su trabajo. La situación de hostigamiento laboral por parte del juez denunciado, según describió en diferentes momentos, duró algunos meses. Bordín asumió como secretaria en 2020, el primer año de la pandemia. En 2021, cuando se negó a realizar el reglamento para empresas, Flores se enojó y dejó de hablarle. También fue sacándole tareas y le hizo “vacío”, especificó su psicóloga. La tensión repercutió en todo el equipo. Incluso, llegó a tener consecuencias fuera del ámbito laboral.

En efecto, hubo una feria invernal tras el conflicto y el malestar no cesó al retorno. Después, Bordín tomó licencia y ya no pudo volver al Juzgado. En una oportunidad, en junio de 2022, cuando ya había renunciado, decidió pasar a ver a sus excompañeros. Tuvo la precaución de preguntar antes si estaba el juez. El encuentro terminó con otras dos empleadas fuera del juzgado, que pidieron traslado por la situación violenta que se generó. Y la propia Bordín fue denunciada penalmente por ir a ver a sus excompañeros, porque ya no era personal del Poder Judicial.

Además, Flores y Rebacco (esposo de Bordín) intentaron dividir aguas por la embarcación que compartían pero no pudieron acordar en mediación. Algo de similar violencia ocurrió con un amigo de Rebacco que conoce a Flores y con quien ambos compartían tiempo de pesca.

“Era el trato, el cambio de trato que no estuvo presente al inicio de la relación laboral, que ella no pudiera ingresar al despacho del juez con quien había tenido un trato cordial que luego cambió y que puso en duda su desempeño laboral. Eso no estuvo al inicio de su relación entre ellos”, marcó la profesional. “Contó que hubo un episodio donde Natalia le dijo al juez que se sentía cuestionada por su trabajo y él le contestó que no podía desempeñar una tarea sin callarse la boca. Ella reaccionaba llorando, angustiada”, apuntó.
“En ocasiones la encontramos llorando”
Luciana Novellini es una de las dos exempleadas del Juzgado que pidió traslado. “Cuando llegué a fines de 2018, el ambiente era ameno, un equipo de trabajo lindo, se trabajaba bien. En abril de 2020 cuando Natalia asumió también bien. El problema arrancó después de feria de 2021, se notaba que había pasado algo. Paulatinamente con el correr del tiempo nos dimos cuenta que él le empezó a sacar las tareas a ella, las liquidaciones de sentencias, considerandos, un legajito y comentarios que se hacían antes de las audiencias. En una oportunidad la llamó a Brenda (Grantón, la secretaria que reemplazó a Bordín y renunció cuando suspendieron a Flores en el cargo) a su oficina y le dijo que quería que ella haga el curso de subastas electrónicas, Natalia ya nos había dicho para que lo hagamos todos”, recordó.

Dijo que “en ocasiones la encontramos llorando a Natalia, decía que no aguantaba más. Le decíamos que espere a la feria, que no renuncie, no tanto a la Secretaría sino al cargo propio, que tanto le había costado. En diciembre de 2021, el último día hábil, dijo que tenía pensado renunciar porque no podía más con la situación. El 1 de febrero presentó la renuncia. Después de eso, él pidió informes de causas. Lo charlamos entre todos porque debimos hacer memoria, cambió la forma de proveer, yo que realizaba los inicios de los expedientes, en todos los proveídos debía llevar informe de Secretaría primero, sin decírselo a ella que era la secretaria. Se modificaron algunas formas de trabajo. Siempre se hacían reuniones, desde entonces ella no se enteraba más, se enteraba porque nosotros le decíamos”, describió.

Novellini narró un episodio puntual: “Recuerdo una vez que ella estaba haciendo un listado de sentencias y homologaciones. Yo fui a hacerle una consulta, ella me dijo que espere y fue a decirle algo a él, que ella sentía cuestionado su trabajo. Él le respondió que si no podía hacerlo callada la boca. Ella estaba angustiada”.

Después de su renuncia en febrero de 2022, Bordín decidió pasar por el Juzgado el 24 de junio de ese año. “Yo había estado hablando con ella el jueves 23, ella me contestó al día siguiente. Me preguntó cómo estábamos, y le dije que estaba tranquilo. Ella me dijo que le gustaría pasar a vernos. Ese viernes Flores se fue tipo 11 y ella me preguntó como a las 12 si podía pasar. Le dije que pase tranquila. Al rato la escuché que saludaba a compañeros y después a nosotras. Se hablaron temas de expedientes, causas, cosas de la vida, le preguntamos cómo estaba ella, si le hacía bien la terapia porque en algún momento ella no podía ni pasar por la puerta del Juzgado. Yo no estuve pendiente de la charla todo el tiempo. Los compañeros le preguntaron por la lancha, estaba asombrada que todo se haya quedado tranquilo después de la mediación porque a su marido lo habían insultado, ella contó que estaba viendo si conseguía una entrevista con la Dra. Medina (Susana, presidenta del STJ). Nos dijo que no quería comprometernos, pero si llegaba a necesitar que saliéramos de testigos, si podía contar con nosotros”, recordó.

El lunes siguiente fue 27 de junio de 2022. “Flores llegó al Juzgado de mañana, nos reunió y empezó a decir que había entrado Bordín, que ella no podía entrar, algo que nadie sabía. Me acusó a mí de avisarle que él no estaba. No sé qué dijo porque en ese momento quedé como, no entendía, fue agresivo más particularmente conmigo, me estaba acusando. Me prohibió dirigirle la palabra, no podía hablarle más, que todo lo que debía consultar lo hiciera con la secretaria (Brenda Grantón). En otra oportunidad él se iba, pasó a saludar a todos y a mí no, incluso le dejó cariños a (Stella Mary) Rougier que no estaba y a mí no me saludó. En otra oportunidad él dijo que iba a hacer un sumario, me dijo que me iban a iniciar un sumario y Bordín tendrá lo que le corresponde por no ser parte del Poder Judicial, eso es lo que me dijo la secretaria en su momento”, narró Novellini sobre la situación que desencadenó la reunión entre empleados.

La mujer que fue acusada de avisarle a Bordín que Flores no estaba en el Juzgado, contó: “Decían que yo le dije a Natalia que pase, que no había moros en la costa pero eso no es verdad. Yo le avisé a Natalia que pase, que Flores no estaba. Y Natalia cuando entró al Juzgado abrió la puerta, dijo permiso, ¿no hay moros en la costa? Quise explicarle a Flores cómo esa situación pero no me dejó hablar. Acto seguido me prohibió que le dirija la palabra. Al jueves siguiente nos citaron en Fiscalía para declarar por lo que pasó, porque Flores denunció la reunión”.

“Él se la agarró conmigo y Lara Goycochea. Ella me dijo que quedó mal después de eso, que contactaría con el psicólogo de AJER y tuvo una entrevista con el psicólogo Germán Canteros”. Las empleadas concretaron un encuentro con el profesional de la Asociación Judicial de Entre Ríos, de la que salió un informe. “Pedimos un pase porque no se podía trabajar así”, acotó. “El día de la reunión asistió Canteros, Luciana Zanardi, Vanina Moledo, y un psicólogo de parte de él. Esa reunión, a mi modo de verlo, fue muy violenta, a los gritos. Volví a mi casa en muy mal estado y pedí licencia y pase. Parece que él estaba muy apurado para que me retire de mi lugar en el Juzgado porque preguntaba cómo iba el trámite del pase”.
Fuente: Análisis Digital

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