Estas cifras marcan que, al igual que en otros puntos de la Argentina, la provincia no logra detener la sangría de tambos, “con el agravante que no aparecen en el horizonte políticas claras en esta cadena agroalimentaria que es de las más importantes de nuestro país”, manifestaron desde la entidad mediante un comunicado.
El ingeniero agrónomo Norberto Ferrari, productor tambero y referente de la Mesa de Lechería de FARER y de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), destacó que “esta cadena abastece el consumo interno hace más de 20 años y desde aquel momento no tiene medidas estratégicas desde el Estado, por lo tanto se ha transformado en una cadena agroalimentaria coyuntural y sin planificación”. Estas condiciones, según la federación que agrupa a las sociedades rurales, se evidencian con “serruchos de saldos exportables cuando las condiciones fueron buenas” y “bajas importantes en situación de clima o de precios bajos”. “Esto significó un estancamiento de la cadena que ya lleva más de dos décadas”, concluyó.
Uno de los datos menos alentadores de este relevamiento tiene que ver con la evolución de animales productivos, que cayó en el orden del 18% con respecto a los últimos datos, ya que se pasó de 84.187 vacas en producción en toda la provincia a 69.405 cabezas, lo cual da como resultado una pérdida de 14.782 vacas y los referidos 49 tambos.
“En las anteriores crisis se venían perdiendo tambos, pero los animales se sostenían en los establecimientos que sobrevivían. En esta oportunidad, salieron del sistema productivo tambos y vacas en producción en un porcentaje mucho mayor. Otro índice que restó en esta ecuación es la categoría vaquillona, que cayó un 11%, dato menor al de las vacas en producción (-18%), pero que no garantiza un crecimiento para los próximos años”, comparó Ferrari.
Gualeguaychú y Paraná, los que más perdieron
En el análisis de cada departamento, Gualeguaychú (-12) y Paraná (-11) están a la cabeza de los que más productores perdieron, seguids por Nogoyá (-9), Tala (-7), Diamante y La Paz (-3), Victoria (-2) y Uruguay y Villaguay (-1).Para el ingeniero Ferrari, estos números reflejan una “necesidad de cambio” en la mirada de la cadena: “Lo primero que tiene que ver la nueva gestión es su potencial, ya que se ha demostrado que en buenos momentos productivos se llegó a producir el 50% más que el consumo interno y esto es una entrada de divisas para nuestro país, por lo tanto el crecimiento es entrada directa de dólares a la caja nacional”. Otro dato relevante es que la industria tiene instalada una capacidad de procesar el doble de lo que procesa actualmente, esto significa que ya está instalada la capacidad de industrialización y lo único que hay que incentivar es la producción primaria de leche (al tambero).
“La eliminación de las retenciones a las exportaciones de lácteos, las buenas prácticas comerciales en la cadena, fuerte perfil exportador y políticas crediticias para aumentar la producción primaria, son las claves para revertir la tendencia de esta cadena y pasar de una lechería defensiva, en la que los tambos sobreviven con las cenizas de otros productores, a una lechería en crecimiento y una cadena que genere una rápida entrada de divisas al país”, auguró el profesional.