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El trámite para obtener la ciudadanía italiana está atascado. Son decenas de personas, en buena parte entrerrianos, que aguardan por meses que el Consulado General de Italia en Rosario les responda. Las demoras, la mayoría de los casos, trascienden a la pandemia.

“El Consulado aduce que el sistema arrastra demoras debidas a la pandemia, cuando este es un problema que viene por lo menos desde el 2015”, explicó Octavio, uno de los integrantes del grupo de no menos de 200 familias de la región que tiene iniciado su pedido de ciudadanía desde hace años. Así expuso, en un medio rosarino, lo que les pasa.

Felipe Sastre es abogado, además de que actualmente ocupa una banca en el Concejo Deliberante de Concordia, su ciudad. “Pasaron más de 3 años y nunca me convocaron”, dice en su diálogo con El Entre Ríos. No es el único concordiense en esa situación: “inicié los trámites de ciudadanía, en Noviembre del año 2018, para mis dos hijos Gabriel y Florencia”, dice el profesor de Matemática Gustavo Dri que aún aguarda resolución.

Alexis Cardona es ingeniero en Sistemas Informáticos. En 2010 inició, por primera vez, el trámite para obtener su ciudadanía. “Desde que tengo memoria, deseé ser reconocido como lo que llevo en la sangre, como mi bisabuelo italiano”, dice y recuerda que tras 7 años de espera le dieron un turno al que llegó días más tarde porque estaba en el exterior. No lo atendieron y volvió a intentarlo.

Ahora lleva 18 meses de espera, en su segundo intento por ser recibido en el Consulado ubicado en Rosario. “Necesito por favor que alguien tome mi caso y me ayude a concretar este sueño. Llevo media vida invertida en esto, necesito resolverlo para poder avanzar”, reconoce en su charla con El Entre Ríos.

Mario Cornaló tampoco consiguió lo que espera desde al menos 2016 cuando inició la gestión formal, “luego de haber realizado un largo proceso de investigación y haber obtenido toda la documentación necesaria para el trámite”. Dice, según su experiencia, que el problema está en “un sistema no sustentable y completamente desbordado de solicitudes que al fin y al cabo no ofrecía soluciones a nadie. Y a los que sí, en plazos de tiempo completamente fuera de la legalidad que contempla la ley italiana”.

En otro tramo de su relato, Mario recordó que se anunció un nuevo paradigma en la concreción de la atención a los que solicitaban la Ciudadanía y eso le despertó nuevas expectativas. “Sin embargo, al día de la fecha y ya más de dos años transcurridos después de aquel momento, no he recibido noticia alguna sobre el estado de mi trámite”, lamentó finalmente.

Y aportó una arista más para sumarle a su descontento: “Sumado a esto, se agrega el mal trato que se recibe al llamar por teléfono al Consulado para consultar sobre lo que ya ronda plazos de ilegalidad. En una de esas tantas ocasiones incluso se me remarcó que Argentina hoy está en tiempos de crisis y que la gente se acuerda sólo de Italia en los tiempos difíciles”, recordó que le dijeron.
Felipe: “una buena manera de honrar mis raíces”
“¿Qué me motivó a solicitar el reconocimiento de la ciudadanía italiana?”, se planteó y respondió Felipe Sastre: “Desde chico, me fascina la historia de mi familia y su llegada a la Argentina, principalmente desde España e Italia, a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Inmigrantes que venían a trabajar y sacar adelante este país con esfuerzo y dedicación, desarrollando el sector agrícola-ganadero y promoviendo el comercio”.

“Así, hasta el día de hoy me encanta escuchar con atención las anécdotas que cuentan mis abuelos, repasar los álbumes de fotos en blanco y negro o revisar los cajones de los muebles viejos para ver que encuentro”, contó y recordó que durante sus años de estudios universitarios, “los gajes del oficio me llevaron a investigar más en detalle, pidiendo actas en el Registro Civil o la Catedral o buscándolas en páginas de Internet como Family Search o Antenati. De este modo, pude reconstruir mi árbol genealógico con información que en algunos casos abarca hasta 9 generaciones”, destacó.

Así fue que él también emprendió el trámite de reconocimiento de la ciudadanía italiana. “Era una buena manera de honrar mis raíces y de no perder los vínculos con la Patria de mis tatarabuelos Michele Arcangelo Giorgio y Teresa Castria (cuya foto ilustra su relato), Nicola Diana y Giovannina Perretta, y Berardino Di Biase y Aurelia Spensiero”, destacó.

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Ahí están los tatarabuelos de Felipe Sastre. Agrandar imagen
Ahí están los tatarabuelos de Felipe Sastre.
Con el Consulado General de Italia en Rosario, Sastre se contactó inicialmente a mediados de 2015. “Me contacté para pedir un turno para la presentación de mi solicitud. Sin embargo, pasaron más de 3 años y jamás me convocaron”, lamentó aunque destacó que, “sin perder las esperanzas, comencé a indagar y a vincularme con otras personas en mi situación y así descubrí que el sistema de turnos viejos estaba colapsado”.

Por esa misma razón, en abril de 2018, las autoridades implementaron un nuevo sistema de turnos online (Prenota) mucho más ágil, gracias al que finalmente, y con mucha ilusión, pude presentar mi carpeta en diciembre de ese año. “No obstante, pese a lo que sucede en otros Consulados del país donde los tramites salen en el día o a más tardar en unos pocos meses, hasta el día de hoy no he podido cumplir mi cometido ya que nunca más recibí noticias de mi solicitud, que está próxima a cumplir 730 días de iniciada (el plazo máximo que brinda la ley a la administración pública italiana para concluirla)”.

“Lo que es peor, en ese tiempo fui conociendo otras personas que esperan incluso desde antes que yo, desde 2016 y 2017. Es decir, duplicando los plazos legales establecidos”, indicó haciendo hincapié en lo que él mira con ojo profesional: lo que dice el Derecho.

Antes tales demoras, la unión. “La injusticia que representa la demora excesiva en todo proceso, nos llevó a organizarnos por redes sociales y WhatsApp para pedirle al Consulado de Rosario (que abarca las provincias de Entre Rios, Santa Fe, Corrientes, Chaco, Formosa, Misiones y parte de Buenos Aires), mayor celeridad y transparencia en lo que respecta al nivel de avance de las carpetas”.

“Por eso, conformamos un grupo en el que hoy tenemos más de 200 integrantes, cada uno con sus propias motivaciones personales o profesionales, pero todos unidos con el mismo noble fin de unir esfuerzos y ayudarnos entre nosotros para cumplir con nuestro sueño”, concluyó.
Gustavo y el trámite para sus hijos
En mi caso inicié los trámites de ciudadanía, en noviembre de 2018, para mis dos hijos Gabriel y Florencia, con la intención de que tuvieran la posibilidad de conocer los lugares donde nacieron sus antepasados, su cultura, su idiosincrasia. En fin, todo lo que los enriquezca como personas”, destacó al contactarse con El Entre Ríos.

Además, imaginó que sus jóvenes hijos tendrán en ese viaje a la Italia de sus ancestros “la posibilidad de ampliar sus conocimientos como profesionales en un futuro próximo y ver otras realidades”.

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"El más chiquito sentado era mi papá", dice Gustavo y señala la foto de su familia oriunda de Údine, en la región del Friuli.
Sin embargo, no han llegado a buen puerto hasta la fecha. “Considero que los plazos para otorgar la ciudadanía, a través del Consulado Italiano en Rosario, son excesivos y que si uno de los motivos para tal demora es que no cuentan con suficiente personal, deberían ampliarlo, teniendo en cuenta que el costo que pagamos, para los trámites, es elevado”, reveló.
Alexis espera desde 2010
Alexis Cardona es descendiente por línea directa de su bisabuelo italiano. “Toda mi vida, desde que tengo memoria, deseé ser reconocido como lo que llevo en la sangre, cómo mi bisabuelo italiano”, afirmó y por eso es que, tras superar la adolescencia, puso manos a la obra y comenzó a realizar las gestiones. “Recién para el 2010, una década después, estaba listo para presentarme en el “Consulado”.

“Al llegar me comentaron que estaban desbordados, tan solo me dieron un turno, y la promesa de llamarme cuando sea el momento”, recordó de aquel entonces y dijo que, “al cabo de un tiempo, me pongo impaciente y trato de comunicarme con el Consulado, pero solo obtengo respuestas negativas y evasivas. Me vuelven a repetir que cuando llegue el momento me iban a convocar”.

Pasaron años y años de insistencias vanas. “Hasta que un día de casualidad me entero por un amigo, que se había habilitado mi turno y tenía escasos días para presentarme. Para ese momento me encontraba fuera del país y no podía presentarme. A la siguiente semana, ya de vuelta en Rosario, no pierdo ni un minuto, me presento en el Consulado con la carpeta y el comprobante de turno”.

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Y pasó lo que él no deseaba. “No hubo forma, me negaron todo argumento que plantee. Perdí el turno por apenas unos días, después de haberlo esperado 7 años, no tuvieron consideración alguna, me sentí defraudado”.

Volver a empezar, dijo unos meses después. “Gracias a la motivación que me impulsa, superé el percance y volví a sacar otro turno. Este era del nuevo sistema (Prenota). Así que a las dos semanas llevé la carpeta y pude ingresar la solicitud. Antes de retirarme, me notificaron que la demora iba a ser grande, de 18 hasta 24 meses. Aunque ya con 8 años de espera, estos plazos no me parecieron importantes”, consideró.

Pero lo mismo, una vez más. “Hoy por cumplir 18 meses de espera, me entero que otras personas en el mismo proceso que yo, ya superaron ampliamente los 24 meses de tope. Otra vez veo un largo camino a una espera eterna”.

“Ya agoté todas las instancias en Argentina, por esto me dirijo a ustedes. Necesito por favor que alguien tome mi caso y me ayude a concretar este sueño”, dice en otro tramo del diálogo con este medio.” Llevo media vida invertida en esto, necesito resolverlo para poder avanzar”, pide finalmente.
Mario: “una estafa grande la administración pública italiana”
Mario es ingeniero y está radicado en Australia, aunque desde el inicio de la cuarentena pasa los días en su Concordia natal. Luego de haber realizado un largo proceso de investigación para obtener la documentación necesaria, se contactó con el Consulado ubicado en la segunda ciudad más importante de la provincia de Santa Fe. Eso fue a mediados de 2016.

“Se me otorgó el Turno 21.000. Este turno se pedía por correo electrónico, presentando solamente un sólo de todos los varios documentos requeridos para el trámite. Era totalmente gratis”, detalló a El Entre Ríos.

¿Cuál fue el problema? “Un sistema no sustentable y completamente desbordado de solicitudes que al fin y al cabo no ofrecía soluciones a nadie. Y a los que sí, en plazos de tiempo completamente fuera de la legalidad que contempla la Ley italiana. Para visualizar este problema un poco mejor, en aquel entonces el Consulado procesaba actualmente los turnos de la franja 13.000, a un ritmo de 400 turnos resueltos por año. La conclusión inmediata es que faltarían más de ocho años para que mi solicitud pudiera siquiera comenzar a ser procesada”, respondió.

Entendido eso, rearmó toda la documentación para presentarla directamente en Italia con la idea de viajar a mediados de 2018. “Sin embargo, en febrero de ese año se anuncia en la revista mensual del Consulado que con la llegada del nuevo mandato del Cónsul Martin Brook un nuevo sistema sería presentado a fines de brindar transparencia y resolver los trámites dentro de aquellos plazos comprendidos por la legalidad”.

Una nueva oportunidad se abrió para él. “Se trataba de un sistema de reserva online que, si bien daría pocos turnos a la semana aplicando un filtro enorme a la cantidad de solicitudes, aquellos que lograsen obtener un turno mediante el mismo podrían presentar su documentación en el Consulado en un plazo de 15 días ¡Genial!”, recordó ubicándose en ese momento de hace 2 años.

Admitió que probó ese sistema “sin ánimos verdaderamente de conseguirlo”. Sin embargo, “en el mes de abril del mismo año no sólo que conseguí un turno con esta nueva modalidad, sino que además logré presentar mi documentación allí en Rosario. Los planes de viajar a Italia habían cambiado”, reconoció y añadió que “Una vez llegado el día de la presentación de documentos, el personal del Consulado me indicó que mi espera para la conclusión del trámite sería no mayor a 730 días (o dos años) que es lo que contempla la ley italiana a la cual deben atenerse”.

“Sin embargo, al día de la fecha y ya más de dos años transcurridos después de aquel momento, no he recibido noticia alguna sobre el estado de mi trámite. Sumado a esto, se agrega el mal trato que se recibe al llamar por teléfono al Consulado para consultar sobre lo que ya ronda plazos de ilegalidad”, lamentó y dijo que, “en una de esas tantas ocasiones, incluso se me remarcó que Argentina hoy está en tiempos de crisis y que la gente se acuerda sólo de Italia en los tiempos difíciles”.

“Sí, a ese punto llega la falta de respeto, bien harían los agentes consulares al repasar la historia y entender que aquí en Argentina se los contuvo a varios millones de italianos a lo largo de la primera y comienzos de la segunda mitad del Siglo XX. Diría que basta con sólo caminar por las calles de nuestras grandes ciudades para darse cuenta de la semejanza que tienen con ciudades como Roma, Milán o Torino son incontables. No solo por las estructuras y su arquitectura, sino por el desenvolvimiento mismo con el que se mueve su gente”, reflexionó.

Mencionó que el honorable cónsul se justifica diciendo que los plazos están frenados debido a la pandemia de la Covid-19. “Pero esto no es así, la ley italiana que contempló el cese momentáneo de la administración pública fue el Art. 103 del DL 13 marzo 2020 n. 18 y fue válido sólo entre el 23 de febrero del 2020 y el 15 de mayo de 2020, fecha luego de la cual se volvió a trabajar con normalidad”.

“De todas maneras y más allá de esta discusión entre las partes, la realidad es que entre el mes de abril del año 2018 y hasta el 20 de marzo del presente año no coexistimos en un marco acentuado por una pandemia, y aun así el total de ciudadanías procesadas por este nuevo sistema fue cero”, aseguró y concluyó que se trata de “una estafa grave de la administración pública italiana”.

Gestiones interminables que aún aguardan conclusión, grandes costos asumidos con un noble propósito que no llega a buen puerto y finalmente la desalentadora conclusión de que regresar a la tierra de los abuelos y bisabuelos que alguna vez emigraron a la Argentina supone un interminable camino burocrático.
Fuente: El Entre Ríos.

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