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Los datos surgen de una investigación de la Universidad Nacional de Córdoba sobre consumo de alcohol, de tabaco y de marihuana entre adolescentes. El porcentaje se triplica entre los jóvenes de 17 años.

¿Qué sustancias psicoactivas consumen los adolescentes de entre 13 y 18 años? ¿Cuánto y cómo? ¿Qué percepción tienen de los riesgos? ¿Cuánto impacta lo que piensen sus padres y sus amigos?

La investigación “Consumo de alcohol, tabaco y marihuana en adolescentes de Córdoba: influencia de normas sociales y percepción de riesgo” –realizada por los psicólogos María Belén Acosta y Jorge Díaz, con el asesoramiento de la doctora en Psicología, Angelina Pilatti y de la investigadora Florencia Caneto, de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Córdoba (2018)– ofrece pistas actualizadas sobre el comportamiento de los adolescentes de esta época en relación con el uso de sustancias.

En el estudio se advierte que la edad de inicio del consumo de alcohol, de tabaco y de marihuana es cada vez más temprana (el 40,8 por ciento comienza a ingerir bebidas alcohólicas a los 13 años o antes) y que la mayor o la menor cantidad de sustancias que se utilizan están vinculadas al mayor o al menor riesgo que perciben los chicos sobre ellas. A mayor percepción de riesgo, menor consumo.

De la investigación participaron 388 adolescentes (60,4 por ciento, mujeres) de colegios públicos y privados, encuestados en la ciudad de Córdoba.

En el estudio, uno de cada cuatro chicos de 13 años admitió haber consumido alcohol en exceso el mes anterior a que fuera encuestado para el estudio (lo que no quiere decir que esa conducta se repita todos los meses).

El porcentaje casi se duplica en estudiantes de mayor edad: uno de cada dos adolescentes de más de 14 años reportó consumir alcohol de manera excesiva al menos una vez el mes previo a la encuesta.

Se considera consumo episódico excesivo a la ingesta de cuatro o de cinco medidas de alcohol, según se trate de mujeres o de varones, en una reunión. Esto equivale a cuatro o cinco latas de cerveza de 350 mililitros cada una.

“Nuestros hallazgos muestran una ocurrencia de consumo de alcohol (usual y excesivo) incluso más alta que la encontrada en la edición 2014 del Sedronar”, indica el estudio.

La encuesta de la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina (Sedronar) indicaba que el 70,5 por ciento de los adolescentes habían consumido alcohol alguna vez en la vida, mientras que en el trabajo de la UNC ese porcentaje trepa al 86 por ciento.

El estudio pone en evidencia, además, que los comportamientos en el uso de sustancias están relacionados con el momento de la vida en que se comienza a consumir alcohol. De esta manera, si la iniciación es precoz, mayores son las posibilidades de que, a posteriori, se registren episodios de consumo excesivo.

La investigación define al consumo de alcohol como la ingesta de al menos una medida (unidad estándar de 14 gramos, que equivalen a una lata de cerveza de 350 mililitros) de alcohol. Y consumo de tabaco, al fumar un cigarrillo casi completo o completo (más que un par de “pitadas”). Con respecto a la marihuana, se preguntó si se utiliza o no, y con qué frecuencia.

Con esos parámetros, el estudio arrojó que el 86 por ciento de los chicos de entre 13 y 18 años dicen haber consumido alcohol una vez en la vida. El 39,4 por ciento responde de igual manera respecto al tabaco y el 15,5 por ciento lo hace en relación con la marihuana. En el caso del consumo de cannabis, la cifra se eleva al 27 por ciento en adolescentes de 17 años.
Cuatro veces al mes
La investigación deja en evidencia que la mayoría de los adolescentes consumió alcohol alguna vez en la vida y en el último año. Más de la mitad indicó haber bebido en las últimas cuatro semanas. Quienes toman alcohol, en promedio, ingieren bebidas tres o cuatro veces al mes.

Cada vez que beben, consumen una media de cinco medidas de alcohol.

“En las preguntas sobre cantidad de consumo por ocasión (medidas de alcohol), solemos preguntar por la cantidad usual (lo que se consume la mayoría de las veces) y también por aquella ocasión en la que se consumió más. El promedio de medidas por vez, en las ocasiones de mayor consumo, es tan alto que duplica la cantidad de alcohol que se considera consumo episódico excesivo (cuatro, cinco medidas o más por ocasión)”, explica Pilatti.

El consumo es mayor a medida que los chicos crecen. Mientras que uno de cada cuatro adolescentes de 13 años reportó consumo episódico elevado en el mes previo a la encuesta, entre los adolescentes de mayor edad este porcentaje casi se triplica.

Mientras que el 30 por ciento de los adolescentes más chicos consumió alcohol en el mes previo al estudio, la misma situación se presentaba en el 81 por ciento de los adolescentes de mayor edad.

Entre los jóvenes de 17 años, casi tres de cada cuatro admitieron consumo excesivo durante el mes previo a la encuesta, algo similar a lo que ocurre entre los estudiantes universitarios.
Edad de inicio
El 40,8 por ciento de los adolescentes que admiten haber consumido alcohol lo hizo por primera vez a los 13 años o antes. El 45,7 por ciento comenzó a fumar tabaco a esa edad, mientras que el 23,7 por ciento de quienes probaron marihuana se iniciaron también a los 13.

Según el estudio, varones y mujeres beben alcohol casi por igual, aunque se registran más excesos entre los chicos. Respecto de la marihuana, la cantidad de varones que consume es casi el doble en relación con las chicas.

No se encontraron diferencias significativas en el consumo de tabaco y de marihuana en función de la edad.

El trabajo revela que los chicos que comenzaron a beber alcohol de manera temprana (a los 13 o antes) registran más episodios de exceso de consumo (más de cuatro o de cinco medidas) que quienes empezaron después de los 14.

Comparados con los “bebedores tardíos” (a los 15), los que se inician más jóvenes consumen alcohol, a lo largo de la adolescencia, con mayor frecuencia y en más cantidad.

Los “bebedores tempranos” también son mayores consumidores de tabaco y de marihuana. Respecto a esta última sustancia, el consumo es tres veces más alto entre los bebedores tempranos que entre los tardíos.

Mientras que ninguno de los adolescentes que comenzó a tomar alcohol tardíamente reportó haber usado marihuana en la semana previa, el seis por ciento de sus pares con inicio más precoz del uso de alcohol consumió hierba.

“El inicio temprano de alcohol tiene un efecto no específico, esto es, generalizado, que incrementa el riesgo de consumir otras sustancias psicoactivas”, plantean los autores del trabajo.
Conocer los riesgos
Los adolescentes que perciben un mayor nivel de aprobación del consumo por parte de sus pares o de sus padres beben más. Pero, además, si los amigos beben, ellos también lo hacen con mayor frecuencia y en más cantidad.

También sucede entre los fumadores de tabaco. Por otra parte, quienes perciben mayor riesgo asociado al uso de alcohol consumen menos.

Con respecto a la marihuana, de manera similar a lo que ocurre con el alcohol y con el tabaco, la percepción de un mayor riesgo se asocia a un menor consumo.

“Como era de esperar, las variables relacionadas con los pares ejercieron un efecto más fuerte que las variables relacionadas con los padres”, dice el informe.

Sin embargo, respecto al consumo de alcohol, la percepción de la aprobación o la desaprobación del consumo por parte de los padres tiene mayor impacto que la del grupo de pares.

De esta manera, el alcohol es la única sustancia con un efecto significativo de consumo en relación con la opinión parental.

“En este sentido, es posible pensar estrategias de intervención centradas en los padres, y en que generar una menor aprobación de las conductas de consumo, en particular de alcohol, podría tener un efecto reductor del consumo excesivo”, indica el estudio.

Para los indicadores de consumo de tabaco y de marihuana, la situación es inversa: el efecto de la percepción de la aprobación o la desaprobación de los de pares es más grande que la que ocurre en relación con los padres.
“Los adolescentes admiten que consumen en la escuela”
Desde hace un tiempo, las escuelas demandan cada vez más atención y capacitación para abordar situaciones vinculadas al consumo de sustancias, como así también a su comercialización.

En los consultorios de médicos y de psicológicos, en tanto, se observan padres preocupados que no saben cómo intervenir o tomar medidas

“Los jóvenes que participan en el programa terapéutico de Fundación ProSalud expresan que consiguen y consumen drogas dentro de la escuela y, en general, que en ellas no se realizan programas preventivos”, indica la presidenta de ProSalud, Gabriela Richard.

Richard explica que las escuelas cuentan con un protocolo para actuar cuando identifican a algún alumno que consumiendo dentro de la institución. “Como alternativa, son pocas las que se abocan al armado de actividades preventivas con continuidad en el tiempo”, apunta.

Y agrega: “Esto se agrava con el avance de las industrias del alcohol, la marihuana y el tabaco (...), y la vieja premisa que sostienen algunos directivos, enfocada en prevenir sólo el consumo que consideran problemático”.

Griselda Cardozo, psicóloga especialista en adolescencia, confirma que el consumo de sustancias está naturalizado entre los jóvenes. “Comienzan a consumir –particularmente alcohol y tabaco– cada vez a edades más tempranas, por lo que la prevención debiera comenzar en la escuela primaria”, opina.

En relación con los padres, Cardozo apunta que –en general– desconocen sobre las prácticas de consumo de los jóvenes, sobre todo en lo que respecta al consumo de drogas de diseño o de drogas emergentes. “Cuando conocen, no saben cómo enfrentar el problema, sobre todo el de las previas”, subraya.
Qué dicen los docentes
Diez directivos y profesores secundarios que se capacitan en la Fundación ProSalud se reunieron con La Voz y confirmaron que son crecientes los problemas vinculados con las adicciones.

“Es complejo intervenir. Algunas veces, los padres te denuncian si los llamás porque ves al chico drogado o alcoholizado; te preguntan qué pruebas tenés”, comentó una de las docentes. “Nos faltan herramientas para intervenir”, agregó.

En relación con la marihuana o con la cocaína, los docentes explicaron que en algunos barrios la situación es dramática.

Los chicos conocen las redes de comercialización y de distribución a través de las tapias. “La marihuana está naturalizada. Hay chicos que admiten que en su casa se cultiva”, indicó una profesora.

En relación con el alcohol, coincidieron en que los adolescentes no lo consideran una droga o una sustancia adictiva. “Hay que mostrar otros modelos saludables. Hoy, una charla no es suficiente. La palabra sola no alcanza”, subrayaron.
5 fernets o casi 7 tragos con vodka en una noche
En la “previa”, ese evento que se ha convertido en un ritual antes de las salidas nocturnas, un adolescente de entre 13 y 18 años suele ingerir entre cinco y ocho medidas de alcohol en cuestión de horas. Pero si, posteriormente, continúa bebiendo en otros espacios, el consumo puede trepar a 10 medidas.

En la práctica, 10 medidas de alcohol (140 gramos) representan cinco fernets de 250 mililitros o seis tragos de 250 mililitros preparados con vodka, ron, ginebra o tequila, más un Campari o un Gancia, o 10 medidas de whisky de 45 mililitros.

Los chicos realizan entre tres y cuatro previas al mes, donde casi la mitad se emborracha, con consecuencias negativas y conductas riesgosas, como realizar prácticas sexuales sin protección.

Los datos son de la investigación “La previa en adolescentes argentinos: su relación con normas sociales y motivos de previa”, realizada por la Facultad de Psicología de la UNC (Angelina Pilatti, Florencia Caneto, María Florencia Camerano Echavarría, María Pía Verde y Ricardo Pautassi).

Del estudio participaron 402 adolescentes de escuelas estatales y privadas de Córdoba.

Como resultado, se observa que el 60 por ciento de los encuestados realizaron previas en el último mes y consumieron, en promedio, 70 gramos de alcohol (una cerveza de 350 mililitros tiene 14 gramos, que equivale a una medida).

No obstante, los adolescentes indicaron que en la ocasión de mayor consumo bebieron el equivalente a ocho latas de cerveza. Además, el 85 por ciento admitió que continuó tomando alcohol en otros eventos, después de la previa.

“Este hallazgo es de relevancia porque contradice rotundamente la creencia, incluso sostenida por algunos padres como justificativo para validar o permitir la realización de previas en los hogares, de que se toma en la previa para no tomar después”, se indica en el estudio.

Los chicos que beben en la previa y después de ella ingieren, en promedio, 10 medidas de alcohol en una noche. La frecuencia y la cantidad de alcohol son muy similares a lo que reportaron jóvenes de mayor edad o adultos emergentes.

Por otra parte, el estudio reveló una ingesta significativamente mayor de alcohol entre los adolescentes que hacen previa que entre la de sus pares también bebedores, pero que no se involucran en estas prácticas.
Tips para dialogar con hijos y con alumnos
Consejos de Griselda Cardozo para abordar el problema.

Esperar el momento para preguntar.

No armar un cuestionario, sino dialogar.

Hablar desde la propia experiencia o desde el conocimiento acerca de las sustancias para generar un clima de confianza.

Deducir a través del diálogo. No apurarse a sacar conclusiones o interpretar sesgadamente con claves psicopatológicas.

Preguntar acerca de la temática vinculado a sus grupos de pertenencia.

Ser francos y expresar preocupación ante la temática o por el propio consumo que presentan.

No mostrar una actitud de acusación.

Guardar la confidencialidad.
Fuente: La Voz de Córdoba

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