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Si no fuera por el coronavirus, que acapara casi toda la atención, tal vez una de las principales preocupaciones de las comunidades ribereñas sería la extraordinaria bajante del río Uruguay, que en algunas zonas de Brasil se ha combinado con una sequía que no da tregua.

Represas que casi no generan energía y tomas de agua de ciudades que han quedado al desnudo, son algunas de las consecuencias del estiaje. Desde el aire es impresionante la vista del río frente a Paysandú, comenta el diario El Telégrafo. Este miércoles, la altura estaba por debajo de cero y en 12 horas había crecido más de 40 centímetros. Sin embargo, resalta el periódico sanducero, a diferencia de las imágenes que se difunden de los canales de Venecia con agua transparente ante la ausencia de turistas, el Uruguay muestra una fuerte presencia de verdín, además de su color rojizo característico.

Ayer, el embalse de Salto Grande recibía un aporte de menos de 700 metros cúbicos por segundo, 7 veces menos que el caudal medio anual del río.
Fuente: El Telégrafo

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