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La imagen de los Pumas bajando del avión es todo un símbolo. Es la confirmación de que el primer objetivo está logrado. “¡Vamos a París!”, repetían los jugadores tras la emotiva victoria ante Gales. Pasaron cincuenta y seis días desde que llegaron a Francia y, después de darle toda la vuelta, comenzando por Marsella, pasando por Saint-Étienne y Nantes y de vuelta a Marsella, los Pumas finalmente aterrizaron en esta ciudad. La trascendencia de este hecho no radica tanto en la posibilidad de subir a la Torre Eiffel o visitar el Louvre. El verdadero valor de haber llegado hasta aquí radica en que ello implica haber logrado el objetivo mayor: jugar los siete partidos de la Copa del Mundo.

El triunfo ante Gales, por los cuartos de final, equivale a estar en la copa hasta el final, explica Alejo Miranda para La Nación . Aunque se dé la lógica y los Pumas caigan ante los All Blacks, este viernes, a las 21 (16 de la Argentina), en la primera semifinal, igualmente seguirán en competencia con la medalla de bronce en juego. Cumplido el objetivo, ahora irán por más.

Si los Pumas llegaron hasta aquí es en buena parte por lo que hizo Marcos Kremer. Como un vikingo, salió a jugar todos los partidos dejando su cuerpo dentro de la cancha. La bandera que enarboló el equipo este sábado en el Stade Vélodrome de lucha, de entrega, de furia, tiene al tercera línea como máximo exponente. No sólo ante Gales, en todos los partidos tuvo un rendimiento superlativo, incluida la aciaga derrota ante Inglaterra en el debut, donde fue uno de los pocos que no reprobó. Kremer es, hasta aquí, el mejor jugador de los Pumas en Francia 2023.

Con sus 2m de altura y sus 110kg, pero también por su frondosa barba colorada y su aspecto temerario, Kremer se convirtió en jugador más temido por los rivales. Va para adelante a pura potencia cada vez que toma la pelota y es utilizado con frecuencia como ball-carrier, pone al equipo adelante.

En defensa es una máquina de tacklear y es uno de los mejores del mundo en hacer retroceder al portador de la pelota y generar, a partir de esa acción defensiva, oportunidades de contraataque.

Y si Matías Moroni se convirtió en el eje central de los elogios después del partido con Gales en un país que adoptó a los Pumas más allá de las fronteras del rugby, no es menor la repercusión que está generando la actuación de Kremer, tanto en los medios internacionales como en las redes sociales de la Argentina. “Nos llega la euforia. Estamos muy en contacto con familiares y amigos”, acepta Kremer. “El tackle de Tute fue algo increíble. Así como la atajada de Dibu, es una acción que se realiza en muy poco tiempo. A veces hay que arriesgar y es plata o mierda, pero cuando además de arriesgar hay atrás un trabajo y esfuerzo de años y años, la mayoría de las veces viene la plata.”

La defensa es uno de los pilares del juego de los Pumas. Cuando están bien en ese aspecto del juego, no dependen tanto de ser quirúrgicos en otros que les cuesta más y hasta pueden generar opciones de try a partir de ello. Será uno de los ítems a ajustar ante los poderosos All Blacks después de dos partidos en que hubo errores individuales y de coordinación. Japón les apoyó tres tries, todos por las puntas, Gales dos, uno por el centro de la cancha (imperdonable) y otro por la base del ruck.
Toda la potencia de Marcos Kremer
“Justo este partido que pasó tuvimos dos tries en contra por pequeños errores en la defensa, pero nos sentimos bien, nos basamos mucho en eso, es algo que va a volver a aparecer”, dijo Kremer en una conferencia de prensa realizada vía Zoom, al rato de haber arribado a París. “Estamos confiados. La defensa es nuestra base, nos apoyamos en ella para salir a jugar, para que nos dé réditos y tener ataques. Vamos a trabajar detalles que fallaron el fin de semana para que no vuelvan a ocurrir. Vamos a tener enfrente a un equipo muy bueno en ataque, comprometido, por lo que vamos a tener que estar muy bien con la defensa para no dar ninguna ventaja ahí. Cuando haya alguna desconexión, tenemos que volver a concentrarnos para que sean mínimas las veces que nos pasa eso.”

Convencido por un amigo del colegio, Kremer empezó a jugar al rugby a los 14 años en el club Los Espinillos de su Concordia natal. Tras dos temporadas pasó a Salto Grande y un año más tarde, ya con la meta de dedicarse plenamente a la ovalada, se mudó a Rosario para jugar en un nivel superior en Plaza e incorporarse al seleccionado juvenil, además de cursar el último año de la secundaria. Inmediatamente después del exitoso tercer puesto en el Mundial de Manchester, en junio, con los Pumitas (previo paso por Argentina XV), dio un primer zarpazo al sumarse a los Jaguares con tan sólo 19 años. Su debut en los Pumas fue también a esa edad, precisamente ante los All Blacks.

Aunque su primera experiencia no fue la mejor (derrota 55-22), fue partícipe central de las dos victorias en la historia del seleccionado argentino ante los hombres de negro. Las dos veces tuvo registros astronómicos en cantidad de tackles: 28 en Parramatta y 26 en Christchurch. Sabe que para aspirar a un triunfo el sábado el equipo necesita de él otra actuación así.

“El plantel está muy bien. Estamos muy unidos, con muchas ganas de este desafío”, confía el Vikingo. “Sabemos de potencial de los All Blacks, con jugadores y que representa también a un país. Pero son 80 minutos en la cancha, somos 15 contra 15, o mejor dicho 23 contra 23. Nosotros vamos a imponer condiciones desde el minuto cero”.

En su último partido con la camiseta de Stade Français (pasará al Clermont cuando termine el Mundial), Kremer dejó a su equipo con 14 temprano en el primer tiempo cuando fue expulsado por pasar un ruck y embestir contra la cabeza de un rival. Una acción similar en noviembre le costó otra expulsión, ante Escocia. Por aquella acción recibió una larga suspensión que le impidió estar en los cuatro partidos del Rugby Championship este año. Regresó justo a tiempo y hoy es una pieza decisiva.

Con Kremer a la cabeza, los Pumas aterrizaron en París. El Vikingo va para conquistarla.
Fuente: La Nación - Alejo Miranda

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