Sobre el lugar del hallazgo
La vivienda se encuentra ubicada sobre calle Rocamora al 1200, distante pocas cuadras del núcleo céntrico de Villa Elisa, en el contexto de un barrio tan tradicional como tranquilo.Terrenos lindantes a la propiedad fueron limpiados por vecinos del lugar con el proyecto de realizar futuras obras, incluso buena parte del tejido perimetral del patio había sido retirado tiempo atrás con la promesa de levantar un paredón, lo que finalmente nunca se llevó a cabo. Ello habría posibilitado que personas ajenas a la casa pudieran ingresar al fondo del sitio, ya sea por la misma calle Rocamora o por otra transversal a ella, en este caso una llamada Héctor de Elía.
No obstante, nadie en el barrio vio ni escuchó nada entre la noche del lunes 21 y la madrugada del martes 22 de septiembre pasado, lapso de tiempo en el que posiblemente haya ocurrido el episodio, o al menos se hayan dejado los elementos que posteriormente fueron encontrados.
Sin más que hacer en el predio de la vivienda donde se produjo el hallazgo, luego de inspeccionarse el lugar se tomaron placas fotográficas y se dejó constancia que no se requirió intervención a Criminalística, ya que no se observó sangre y ningún otro elemento de interés para la causa. Lo pendiente, aunque a priori con pocas probabilidades: dar con registros de cámaras de seguridad de esa zona, ya sean públicas o de particulares, que puedan aportar algún indicio a la investigación.
Efectos del descubrimiento
Más allá de quienes en verdad se hayan visto involucrados en el presunto aborto ¿espontáneo o inducido?, hasta el momento no identificados, madre e hija se convirtieron en las protagonistas del hallazgo del embrión en el fondo de su casa de Villa Elisa y, a partir de allí, también una vecina.La calma vida de Felicia, una mujer de 82 años, se vio alterada cuando al iniciar el día salió al patio y descubrió lo que había allí, marcando un antes y un después en sus días: a la primera reacción de negación y guardar los elementos en una bolsa, le siguió el consejo de una vecina de dar parte a la Policía y la entrega a las autoridades por parte de su hija (María Teresa, de 55 años, que vive con ella), varias horas después.
Desde allí, los procedimientos policiales que se fueron sucediendo y el estado público que tomó el caso, habrían afectado la tranquilidad de la anciana -próxima a cumplir un año más de vida y con problemas de presión-, tan perturbada por lo encontrado como por su trascendencia.