Mientras Alicia trabajaba en Londres, sintió la necesidad de hacer algo relacionado con lo social e irse a América Latina. Hizo un viaje por tierra desde México hasta la Argentina, donde en cada comunidad que visitó su trabajo sin buscarlo terminaba relacionado a la alimentación, cuenta la periodista Guadalupe Rodríguez, para La Nación.
En Buenos Aires, conoció a Sara, una escocesa que hace 15 años vive acá y tiene su propia fundación, y junto a ella comenzó hace seis años a visitar el barrio 24 de Febrero en Laferrére, partido de La Matanza. "Empecé a trabajar con los chicos y otra vez me choqué con el tema de la nutrición. Vi mucha harina y azúcar, y casi nada de frutas y verduras. Para celebrar una fiesta, un día le pedimos a la encargada del comedor barrial que comprara la comida y nosotras después se la pagábamos. Compró gaseosas, galletitas e hizo tortas fritas. Entonces, pensé que tenía que hacer algo. Y en la próxima celebración llevé yo los ingredientes frescos y me puse a prepararlos con los nenes", cuenta.
Así nació Delicias de Alicia y la idea de armar un taller de cocina y nutrición para chicos, que ya replicaron en cinco comunidades más: Soldati, Lugano, Villa 21-24, en un conventillo de Barracas y en Gualeguay (Entre Ríos). Las clases son gratis, pueden participar hasta 40 niños de 8 a 12 años, duran dos horas (de 10 a 12) y se dan durante seis sábados seguidos. Incluyen juegos, información sobre los diferentes grupos de alimentos, cómo lavarse las manos y cuidar el agua, enseñan a utilizar el cuchillo como un elemento de trabajo y 110 como un arma, cocinan con frutas, verduras y legumbres, y comparten lo que cocinaron. Por ejemplo, en la segunda clase preparan una ensalada de frutas con cáscara y sin azúcar, y hablan sobre la importancia de la fibra. A lo largo del taller, cada chico va armando un libro con el contenido de lo que aprende y el día de la graduación, a la que invitan a los padres, les entregan un diploma e información nutricional y las recetas. "Es una manera de entrar a las casas", cuenta Alicia.
Para financiar el proyecto, Alicia abrió un restaurante vegetariano a puertas cerradas en San Telmo, en el que un viernes al mes se realiza una cena solidaria con música en vivo; y de la mano de la chef colombiana Laura Osorio, que es parte del proyecto y los talleres hace tres años, también armaron un servicio de catering.
"En La Matanza aprendí a hacer con lo que hay. Enseñamos recetas fáciles con cosas que se consiguen en cualquier lado. Quizás es un lujo comer quinua o palta, y para mí no es necesario. Se puede seguir con la misma dieta que tienen las familias simplemente usando más fruta y verdura, como la zanahoria, que es muy accesible", concluye.
Algunas claves para detener la malnutrición
Acceso a una alimentación adecuadaEs necesaria la promoción de la lactancia materna en la primera infancia, en especial, en los sectores más vulnerables; que los planes sociales se diseñen con un perfil saludable y garanticen el acceso a alimentos nutricionalmente adecuados
Cambiar hábitos en la escuela
Es clave que haya bebederos, que no se vendan gaseosas ni snacks en los quioscos; que los comedores preparen un menú saludable, a base de verduras; usar ñutas como colaciones o refuerzo de meriendas en lugar de panificados
Regular los productos
Restricción de la publicidad y patrocinio de alimentos no saludables; incentivos y desincentivos fiscales (como el impuesto a las bebidas azucaradas); etiquetado frontal de alimentos para advertir sobre lo que contienen
Educación alimentaria
Educación, tanto alimentaría como sobre la importancia de la actividad física, desde la primera infancia; que haya más campañas de concientización, talleres donde se enseñen las propiedades de los alimentos y brinden recetas accesibles
Fomentar la agricultura familiar
Promover las huertas familiares, así como las comunitarias en comedores populares o en espacios institucionales (escuelas, hospitales), es una de las formas de garantizar el acceso a una alimentación más variada, saludable y nutritiva
También es un tema de género
A partir de datos de la OMS, OPS y Unicef se desprende que 19.000.000 de mujeres sufren inseguridad alimentaria severa, en comparación con 15.000.000 de hombres. En la región, la tasa de obesidad en mujeres adultas también es mayor; esto las pone en desventaja frente a los hombres