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Un equipo periodístico del diario La Nación realizó un reportaje sobre Concordia dentro de la sección “Viaje al corazón del votante”, publicada con motivo del proceso electoral.

Bajo el título “La maldición de una ciudad que, pese a estar situada en un vergel productivo, es una de las más pobres del país”, la nota oscila entre la pobreza, la producción y la política.

El artículo lleva la firma del periodista Germán de los Santos.

En tanto, las fotos fueron tomadas por Marcelo Manera.

CONCORDIA, Entre Ríos.- Cuando cae la tarde, cerca de las 19, los colectivos empiezan a regresar de la cosecha de naranjas y arándanos al barrio Carretera de la Cruz, que está en uno de los bordes de Concordia, detrás de un terraplén que protege a esa zona de casas precarias de las crecidas del río Uruguay.

Los trabajadores oriundos de Concordia son minoría. La mayor parte de los cosecheros son los llamados “golondrinas”, que llegan a la región para esta fecha, provenientes de Tucumán y Formosa. “Lo más duro es el sol y el calor”, admitió Leonardo Areguatti, de 18 años, que vive en Carretera de la Cruz. El joven dejó la escuela en 1º grado y gana 8 mil pesos por jornada, aunque aclaró que el trabajo es esporádico: “Muy cada tanto”.

Está sentado con su prima Rocío en la puerta de su casa, donde toma mate a la sombra. Es una de las zonas donde vibran en Concordia los altos niveles de pobreza, que según el último informe del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) alcanzó en el primer semestre de este año el 58,3 por ciento. Es el segundo conglomerada más pobre del país, detrás de Resistencia, a pesar de ser una “zona rica y maravillosa”, como describió Rolando Kuhn, encargado de San Joaquín, una chacra de 15 hectáreas que está sobre el lago de la represa de Salto Grande, donde cultiva naranjas y mandarinas.

“Parece que siempre hablamos de lo mismo, de lo que podríamos haber sido y nunca logramos ser. La realidad es que nos pagan 130 pesos el kilo de una naranja que compite con las mejores del mundo y es casi imposible lograr exportar por las trabas que impone el Estado”, señaló Rolo debajo del sol bravo de la tarde, después de un día de resignación, en el que le fue imposible conseguir mano de obra para recolectar los cítricos. Lo logró recién dos días después.

El contraste parece demoledor. A unos 10 kilómetros del segundo conglomerado más pobre del país falta mano de obra para cosechar, un trabajo que no es calificado ni requiere de ninguna capacitación particular. El clientelismo político cala hondo en las zonas más vulnerables.

Esa especie de conurbano de Concordia, cada vez más espeso y frágil a nivel social, se consolidó como un lugar donde el clientelismo sirve como modo de supervivencia de una clase política que ahora está en una sola frecuencia: la campaña electoral de cara al 22 de octubre próximo. En Entre Ríos no solo se vota a presidente, sino también a gobernador y en Concordia a intendente. El escenario electoral está en una disputa pareja a nivel provincial y local. Esta paridad logra que para convencer al votante fluya el reparto de todo tipo de insumos proselitistas, desde alimentos a colchones.
“La demanda en los comedores está en aumento pese a que estamos en una zona productiva, rica en recursos naturales”
Daniel Petellín, cura de la parroquia Nuestra Señora de Lourdes

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El clima electoral se trasluce en la propaganda política que derrama en los márgenes de Concordia, amenazados por el río Uruguay que cada tanto crece y cubre todo de agua, donde vive una población en condiciones inhumanas. Agrandar imagen
El clima electoral se trasluce en la propaganda política que derrama en los márgenes de Concordia, amenazados por el río Uruguay que cada tanto crece y cubre todo de agua, donde vive una población en condiciones inhumanas.
Concordia está catalogada como la capital del peronismo entrerriano. Desde el regreso de la democracia en 1983 ese partido gobernó de manera ininterrumpida la segunda ciudad más importante de Entre Ríos. Rotulada también como “Capital nacional del citrus”, en parte por el esplendor que vivió desde la década del ‘50 la planta de Pindapoy, que llegó a tener 500 empleados. Entró en crisis en los ‘80 y nunca se logró reflotar, a pesar de los cambios de manos a nivel accionario.

La importancia política de esa región es una marca que se trasluce en que tres gobernadores -Jorge Busti, Sergio Urribarri y Gustavo Bordet- salieron de esa ciudad.

El PJ parece imbatible, a pesar de que el sistema político amenaza resquebrajarse. Aunque Sergio Massa, de Unión por la Patria, se impuso al obtener el 32 por ciento, empieza a acentuarse por primera vez una dispersión del electorado. Ese peronismo invencible perdió contextura, como en otras zonas del país.

El PJ perdió 20 puntos desde las PASO de 2019. Juntos por el Cambio, que embolsó el 28 por ciento, también retrocedió, pero menos, un 2 por ciento. La erosión de votantes sobre todo en el peronismo se debió a la irrupción de Javier Milei, que a pesar de quedar en tercer lugar sumó el 19 por ciento, un caudal importante al tratarse de una fuerza política nueva. El descontento social se hizo más visible en otra categoría. Lo que más creció fue el voto en blanco, que pasó del 1,41 por ciento en 2019 a 13 este año.
“No nos alcanza para nada. Cuando me va bien puedo sacar 4 mil pesos. Vivimos el día a día. Ella cobra una asignación por los chicos y eso nos ayuda”
Facundo Uriona, cartonero

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Verónica Zapata, de 38 años, vive con su familia en el barrio Las Tablitas: tiene siete hijos y su pareja, Facundo Uriona, sale todos los días a cirujear. Agrandar imagen
Verónica Zapata, de 38 años, vive con su familia en el barrio Las Tablitas: tiene siete hijos y su pareja, Facundo Uriona, sale todos los días a cirujear.
Las calles de Concordia están repletas de carteles y pasacalles políticos. La campaña nacional tiene menor relevancia que la provincial y la local. Los duelos son ásperos. El exministro del Interior Rogelio Frigerio disputa con el actual intendente de Paraná, el peronista Adán Bahl, la gobernación. Es una pelea pareja. En las PASO el frente Juntos por Entre Ríos fue el más votado al obtener el 45 por ciento, pero el candidato del PJ fue quien a nivel individual obtuvo más sufragios. El libertario Sebastián Etchevehere quedó en tercer lugar con el 14 por ciento. Algunas encuestas hablan de un escenario parejo en las generales.

Como la elección en Entre Ríos coincide con la nacional, en medio de los problemas de una economía alterada por el aumento del dólar, Massa comenzó el último tramo de su gira federal por Concordia el jueves. Compartió un acto con Bordet, actual gobernador que se postula como diputado nacional, y con Bahl. También estuvo el candidato a intendente Armando Gay, que tiene un duelo aparte con el referente de Juntos por el Cambio Francisco Azcué, un exfiscal que peleó contra las bandas narco locales y se entusiasma en lograr el milagro y romper la hegemonía peronista en esa ciudad. Eduardo Beswick, libertario, expresidente de la Sociedad Rural de Concordia, también pretende desplazar al PJ.

El clima electoral se trasluce en la propaganda política que derrama en los márgenes de Concordia, amenazados por el río Uruguay que cada tanto crece y cubre todo de agua, donde vive una población en condiciones inhumanas. La cifra de la indigencia alcanza al 18,1 por ciento de los habitantes. Familias que no llegan a comprar lo mínimo para sobrevivir. “La demanda en los comedores está en aumento de manera permanente. Es muy complicada la situación en una zona productiva, que es extremadamente rica en recursos naturales”, explicó el cura Daniel Petellín, de la parroquia Nuestra Señora de Lourdes, donde por día cocinan más de 500 raciones.

“Esta es una ciudad en decadencia, donde falta organización. Es incomprensible que una zona que podría ser una potencia a nivel productivo tenga estos altos niveles de pobreza e indigencia, con sectores sociales atravesados por los problemas de la marginalidad y la droga”, apuntó Petellín, que antes de desembarcar en Concordia fue misionero en África.

Verónica Zapata, de 38 años, vive con su familia en el barrio Las Tablitas. Tiene en brazos a su bebé más pequeña, de apenas un mes, envuelta en una frazada para protegerla del viento fuerte que sopla del río. Tiene siete hijos. Ese barrio se llama así porque muchas de las casas están construidas con pedazos de madera. La de ella es de material. En la puerta hay un carro repleto de cartones. Su pareja Facundo Uriona sale todos los días a cirujear. Hasta hace unas semanas lo hacía en un caballo que se lo robaron, según él, “unos pibes que venden droga”. “No nos alcanza para nada. Cuando me va bien puedo sacar 4 mil pesos. Vivimos el día a día. Ella cobra una asignación por los chicos y eso nos ayuda”, contó Uriona. A unos metros de allí hay un basural en una especie de canal que cuando llueve mucho se desborda. Hay caballos flacos y maltratados que pastan entre los desperdicios. El olor a podrido es profundo en esa zona.
“Se hace difícil conseguir mano de obra para la recolección del citrus. Nos pagan 130 pesos el kilo de una naranja que compite con las mejores del mundo”
Rolando Kuhn, productor de naranjas y mandarinas

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Rolando Kuhn es el encargado de San Joaquín, una chacra de 15 hectáreas que está sobre el lago de la represa de Salto Grande, donde cultiva cítricos. Agrandar imagen
Rolando Kuhn es el encargado de San Joaquín, una chacra de 15 hectáreas que está sobre el lago de la represa de Salto Grande, donde cultiva cítricos.
Las casas se levantaron en su mayoría con materiales de cirujeo, son de madera de palet y lonas de plástico. Leonardo Areguatti, de 18 años, contó que cosecha arándanos y cítricos cuando tiene ganas y no tiene dinero. También junta cartones y cobre en las calles. No piensa más allá de las próximas 24 horas, como reflexionó Uriona. Advirtió que cuando quiere ganar unos pesos se levanta a las 5, antes de que amanezca, y se para en la esquina donde pasa el colectivo que lo lleva a los campos.

La mayoría de los llamados cosecheros son trabajadores golondrinas, oriundos de Tucumán y Formosa. “Terminan las aceitunas y vienen para acá”, apuntó Rolando Khun, uno de los encargados de la finca San Joaquín, históricos productores de cítricos. Rolo es un apasionado de esa rama productiva. Las 15 hectáreas repletas de árboles están cargadas de naranjas. Debe cosechar pero es complicado conseguir mano de obra. “Es un trabajo que se está perdiendo. Pocos quieren hacerlo. Lo mismo ocurre con los podadores, que son mano de obra calificada, porque es clave para la próxima campaña”, aseguró Kuhn, debajo de nogales de nueces pecan, otro emprendimiento al que se dedican en esa finca que está sobre la costa del lago. Dos días después pudo conseguir una cuadrilla para recolectar las naranjas, de tipo valencia, dulces y jugosas.

“La exportación de citrus está en retroceso porque se hicieron muchas cosas mal, y el mercado interno no puede absorber tanta cantidad de fruta de mesa, aunque ahora el precio mejoró”, explica este hombre apasionado por el trabajo en el campo.
“Es duro el trabajo por el sol y el calor. Lo hago muy cada tanto. Se cobra 8 mil pesos la jornada de trabajo”
Leonardo Areguatti, cosechero de cítricos

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Los trabajadores oriundos de Concordia son minoría; la mayor parte de los cosecheros son los llamados “golondrinas”, que llegan a la región para esta fecha provenientes de Tucumán y Formosa. Agrandar imagen
Los trabajadores oriundos de Concordia son minoría; la mayor parte de los cosecheros son los llamados “golondrinas”, que llegan a la región para esta fecha provenientes de Tucumán y Formosa.
El lugar es un paraíso, donde el silencio se rompe con el viento que mueve los frutales y el canto de los pájaros. “Ahora está lista la naranja Valencia. Es de primera calidad, aunque en este país exportar es muy difícil por las trabas burocráticas que imponen. El producto es excelente pero acá en vez de incentivarte te tiran para atrás”, describió este hombre que vive en la finca, que está a unos cinco kilómetros de la ruta de acceso a Concordia.

El agua es un aliado y un enemigo en la zona. Porque cuando el río crece y la represa de Salto Grande libera agua hay partes que se inundan. En la inundación de 2016, Rolo arrancaba las naranjas desde una lancha. Parte de esas plantas murieron. “Soy un apasionado de este paraíso”, apuntó.

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La geografía de la ciudad es un paraíso natural, donde el silencio se rompe con el viento que mueve los frutales y el canto de los pájaros. Agrandar imagen
La geografía de la ciudad es un paraíso natural, donde el silencio se rompe con el viento que mueve los frutales y el canto de los pájaros.
La matriz productiva de esta zona está asentada en tres patas: el citrus, que está en franco retroceso al trasladarse hacia el norte de la Mesopotamia; las plantaciones de arándanos, que a mediados de los ‘90 se erigieron como una esperanza salvadora y ahora parece respirar de alivio tras la devaluación, y la producción forestal. Hay otra que es la política. A pesar de que no es capital de provincia, en Concordia el 42 por ciento del empleo es estatal.

“Tenemos que volver a producir, a generar riqueza, pero con inclusión, teniendo presente la especial y delicada situación que vive gran parte de la población en relación a la pobreza. Hay que acabar con las mafias. Yo las enfrenté cuando era fiscal y lo voy a hacer con la corrupción y la mala política”, aseguró Azcué, antes de un acto en el barrio Carretera de la Cruz, que terminó con un recital de chamamé y cumbia del exfiscal, que toca el acordeón.

Los candidatos a intendentes se enfrentaron el miércoles a un debate que se transmitió por los medios locales. Los tres postulantes se sacaron chispas. Beswick, La Libertad Avanza, afirmó en diálogo con LA NACION, que “Concordia es una de las ciudades donde es más palpable la casta. Acá gobierna hace 40 años y muchos se han hecho ricos en una zona que se volvió pobre”.

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