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Tras cumplir cada una de las etapas del proceso con éxito, el test rápido de COVID-19 desarrollado meses atrás por científicos del CONICET La Plata, obtuvo este lunes aprobación por parte de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT), y lo que sigue ahora es avanzar hacia su fabricación a gran escala.

Se trata de una herramienta diagnóstica que permitiría realizar testeos masivos en la población y poder conocer así el número real de infectados, incluyendo a los asintomáticos. Sus creadores pertenecen al Centro de Investigación y Desarrollo en Fermentaciones Industriales (CINDEFI, CONICET-UNLP), quienes trabajaron en colaboración con dos empresas nacionales y el Hospital San Juan de Dios de La Plata para los primeros ensayos.
Con una gota de sangre
“La apariencia y el funcionamiento son iguales al de una prueba de embarazo casera, es decir colocando la muestra, que sería una gota de sangre en lugar de orina, en un extremo de la tira y esperando entre 5 y 10 minutos a la reacción. Si el visor muestra sólo una rayita, el resultado es negativo, y si aparece una segunda, es positivo. Su valor predictivo alcanza el 94 por ciento”, explica Sebastián Cavalitto, director del CINDEFI y uno de los responsables del desarrollo. Cabe mencionar que en el país ya se utilizan estos kits pero bajo importación, dado que hasta el momento no existía ninguno de fabricación íntegramente nacional, algo que ahora llevará su costo a menos de la mitad del precio de los traídos del exterior.

Como lo que se detecta es la presencia de anticuerpos generados por el propio organismo frente a la infección por el virus SARS-CoV-2, el resultado positivo indica que la persona está o ha estado en contacto con el patógeno. De esta manera, una de las principales ventajas de esta herramienta es que permitiría llevar adelante estudios poblacionales a gran escala y, desde el punto de vista epidemiológico, realizar mapeo y segregación de áreas contemplando métricas como incidencia de la enfermedad e inmunidad poblacional adquirida.

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“La idea nació con la aparición de los primeros casos de coronavirus en el país, cuando no había desarrollos locales de sistemas de detección de la enfermedad ni en forma molecular ni serológica. En ese momento, en el CINDEFI pensamos que era necesario aportar nuestro conocimiento y esfuerzo para la lucha contra la pandemia”, agrega Cavalitto.

“La primera etapa consistió en análisis bioinformáticos y estudio bibliográfico de los escasos reportes científicos sobre el conocimiento de esta nueva enfermedad. Esta instancia nos permitió planificar de forma ordenada lo que íbamos a realizar experimentalmente y cuál sería el abordaje científico y tecnológico que adoptaríamos para el desarrollo de los test”, relata Gastón Ortiz, investigador del CONICET en el CINDEFI y otro de los responsables del trabajo. El paso siguiente consistió en diagramar los ensayos para cumplir los objetivos pautados en los plazos propuestos, “un gran trabajo de logística del proyecto, búsqueda de insumos, contacto con proveedores, recursos materiales y consolidación del equipo de investigación”, añade el especialista.
Preparan su salida al mercado
Los integrantes del grupo coinciden en que uno de los mayores desafíos fue obtener financiamiento del sector privado, que finalmente llegó por parte de Bamboo Biotech SAS y Alimentos Proteicos SRL, dos firmas que realizaron el aporte de capitales necesarios para continuar adelante con el proyecto. “A su vez, la asociación con estas empresas nos llevó a vincularnos con Farmacoop Lta., una cooperativa farmacéutica que adoptó la tecnología desarrollada y es responsable de la producción de los test”, cuentan los científicos. Otro paso importante fue la producción del antígeno recombinante, una pequeña porción del virus de SARS- CoV-2, una molécula que tiene la particularidad de darle especificidad al sistema de detección, teniendo en cuenta que puede ser reconocida por los anticuerpos de una persona que está o haya estado infectada.

Otro aspecto a destacar tiene que ver con la búsqueda de alternativas para reemplazar los insumos –en su mayoría importados– por otros de fabricación nacional, y de esta manera se logró que el dispositivo esté armado con mayoría de productos locales. Entre ellos figuran las nanopartículas de oro, encargadas de darle color a las líneas del testeo para hacerlas visibles, y cuya obtención está a cargo de un equipo de investigación del Instituto de Investigaciones Fisicoquímicas Teóricas y Aplicadas (INIFTA, CONICET-UNLP). Las tiras reactivas ya están en condiciones de ser comercializadas y, según adelantaron sus creadores, saldrán al mercado con el nombre de FarmaCov test.
Rápido y accesible
El test argentino podrá utilizarse –por ejemplo- en plazas, colectivos y escuelas para separar rápidamente a los positivos, a quienes luego se les podrá realizar un hisopado para aislar a los que están cursando actualmente la enfermedad.

“Estos test actualmente existen pero la mayoría son importados de oriente. El nuevo producto tiene un costo accesible (que se calcula entre 5 y 7 dólares) y permite ir siguiendo la infección de una manera activa, en lugar de atacarlo de forma pasiva sólo centrado en pacientes con síntomas”, destaca Sebastián Cavalitto.
Fuente: CONICET La Plata / Ministerio de Salud

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