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La carta está fechada en Roma, el 18 de enero de 1997. Lleva la firma del cura Justo José Ilarraz. En esa carta, habla de los abusos, pero en términos de actitudes que califica como“desordenadas” y que ocurrieron en el lapso temporal que va de los años 1990 a 1992.
“Reconozco el daño que hice”
“Esta actitud descalificante que realicé con varios seminaristas, se centra alrededor de los años 1990 19911992. Fueron tres años o algo más, que reconozco como los peores años de mi vida. Y si bien es cierto que nunca llegué a una relación sexual propiamente dicha, ni a masturbaciones, me avergüenzo y me duele haber llegado a actitudes extremamente desordenadas, con pérdida total del pudor. Nunca me había puesto a pensar en el daño moral o psicológico que podía hacer. Nunca busqué hacer un daño a la diócesis o a alguno de los muchachos. Pero reconozco, ya fuera del problema, el daño que hice a la Iglesia, a la diócesis, a los chicos, a mí mismo”, dice el texto.

Para entonces, cuando Ilarraz escribió esa carta, ya sabía que el arzobispo Estanislao Esteban Karlic había abierto una investigación en su contra por los abusos denunciados en el Seminario.

Entre 1995 y 1996, la Iglesia de Paraná llevó adelante una instrucción, en la que recogió la denuncia de cuatro víctimas (tres de las cuales luego iniciaron el proceso penal en la Justicia), y concluida la recopilación de datos, con la declaración de varios testigos, cerró el proceso con la sanción del destierro para Ilarraz.
Karlic lo expulsó
Karlic dio por probados los abusos ocurridos en el Seminario Arquidiocesano “Nuestra Señora del Cenáculo” y se los achacó a Ilarraz, a quien había designado en ese lugar en 1985 como prefecto de disciplina, cargo que ejerció hasta 1993, cuando fue autorizado por el ahora cardenal para ausentarse y viajar a Roma, a cursar la Licenciatura en Misionología. El decreto que firmó Karlic, y por el que dispuso la expulsión de Ilarraz, es revelador. Dice que “con las declaraciones que se suceden en torno al comportamiento del presbítero Ilarraz en la época que fuera superior del Seminario Menor queda revelado el daño producido a personas e instituciones”.

Y que “ese daño producido, que debe ser reparado y evitado en el futuro, es consecuencia de la conducta del presbítero Justo José Ilarraz, ya que cuatro testimonios de forma unánime así lo afirman”.

La disposición de Karlic sólo dejó en suspenso una eventual sanción más dura: el texto del decreto de 1996 especifica que “la desobediencia” de la disposición de no acercarse a la diócesis de Paraná “será sancionada con pena que no excluye la suspensión”. Esa medida, la suspensión en el ejercicio del ministerio sacerdotal, recién se dispuso el 7 de septiembre de 2012, cuando se abrió la causa penal.
El caso Ilarraz llegó después a Roma
El 25 de julio de 1995 Karlic comunicó al Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe que tenía denuncias contra un sacerdote bajo la especie de “crimine pessimo”, el modo elegante como el Código de Derecho Canónico define la pederastia. A partir de entonces, envió las actuaciones realizadas aquí, dejando constancia de que no se había tomado declaración al principal acusado por encontrarse, precisamente, en el Vaticano.

El 6 de septiembre de 1995, el por entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, luego secretario de Estado del Vaticano, Tarcisio Bertone, acusó recibo de toda la documentación y le avisó a Karlic que todo había sido derivado a la Congregación para el Clero. Desde allí le piden a Karlic, el 30 de septiembre de 1995, que continúe con la investigación y “procediera en todo conforme al Derecho Canónico vigente”.

Ilarraz estuvo en Roma entre 1993 y 1997. Antes de regresar a Argentina, escribió la siguiente carta:

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Ese texto dice así: “Por todo lo confesado pido a la Iglesia ser perdonado. Pido a la Iglesia que una vez más me regale su misericordia, la misma que hace muchos años me regaló Dios a través del Sacramento de la Confesión. No me siento para nada homosexual, no siento inclinaciones a este tipo de anomalías. Aquello del pasado fue como una isla en el misterio de mí mismo. Por eso con humildad y ya profundamente humillado por aquello que he sido, pido a la Iglesia que acepte este hijo suyo, que en un tiempo de su vida estuvo enfermo y muerto, que dio un olor nauseabundo, pero que de un tiempo atrás a la fecha, se siente redimido por Jesús y con deseos de reparar con el misterio sacerdotal el mal realizado. Pido humildemente perdón a las personas dañadas. Un perdón a su Excelencia por ser el padre que sufre el error de un hijo que ha querido. En fin, perdón a la Santa Iglesia de Dios que con mis errores no he contribuido a reflejar su santidad, pero que espero reflejar su Misericordia.

“Me confío a sus oraciones. Justo José Ilarraz”.
No es el único pedido de perdón
Karlic indicó en la Justicia, en 2014, que tomó conocimiento de los abusos por intermedio del actual arzobispo de Paraná y exrector del Seminario, Juan Alberto Puiggari. Pero el dato relevante es cuando cuenta de su encuentro con Ilarraz en Roma.

Dijo que recordaba “haberme encontrado con él (Ilarraz) en Roma, mientras él vivía allí. Después de su regreso a la Argentina (y habiendo sido sancionado por el propio Karlic), el cardenal dijo que “no podría precisar (pero se reunió) posiblemente en Buenos Aires”.

“No recuerdo en detalle. En principio, los negaba absolutamente (a los abusos). Más tarde, admitió su responsabilidad y pidió perdón”.

Ilarraz declaró el miércoles 24 de junio de 2015 ante la jueza Susana María Paola Firpo. Fue una declaración extensísima, entre las 10 y las 17, y además de rechazar todos los cargos, desmintió a Karlic. “Le dije a monseñor que pedía perdón porque siempre los sacerdotes tenemos el hábito, la costumbre de pedir perdón antes de cada misa, antes de dormirnos, por aquello que hicimos involuntariamente y aquello que pudimos ocasionar de modo involuntario”.

“Y recuerdo que monseñor Karlic me dijo dos cosas: ´Te pido que por ahora no tengas contacto con los seminaristas hasta que yo te diga´, o una expresión parecida y que tampoco vaya a Paraná, hasta que él me avise”, mencionó.

“Luego voy a explicar que los resultados de monseñor que dicen que se hicieron en esta instrucción, a mí jamás se me notificó. Jamás monseñor me dijo ´estás excluido, estás desterrado o no podes pisar nunca más la diócesis de Paraná y jamás me dijo que tenía que hacer como penitencia un mes de retiro espiritual ni de palabra ni por escrito, nunca me contó, me pidió, me solicitó. Nada”, concluyó.

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