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Gonzalo Carlazara es un ingeniero agrónomo oriundo de Concordia, Entre Ríos. En plena crisis del 2001, tras estudiar en la Universidad Pública, volvió a su ciudad para trabajar de la mano del arándano hasta convertirse en uno de los principales expertos del país.

En este 2023 la producción arandanera está lejos de su apogeo y el entrerriano lo sabe. “Hemos llegado a un piso de hectáreas y a partir de ahí nos vamos a mantener. Vamos a incorporar otros cultivos y ojalá que despacito se puedan ir dando condiciones para poder volver a exportar nuestro arándano”, reflexionó.

A continuación, se reproduce el artículo completo publicado en la web de “Bichos de Campo” tras una entrevista al ingeniero agrónomo realizada por Matías Longoni:
Uno de los principales expertos del país
En 2019 Bichos de Campo contaba la linda historia del Gonzalo Carlazara, un agrónomo nacido en Concordia, Entre Ríos, que luego de recibirse en la universidad pública en plena crisis del 2001 volvió a sus pagos para comenzar a trabajar de la mano del arándano, un cultivo que por esos años vivía una rápida expansión para convertirse en un producto de exportación de una Argentina que comenzaba a recuperarse.

Con el correr de los años, y luego de trabajar en muchos proyectos productivos, Gonzalo se transformó en uno de los principales expertos en la producción de ese berrie en el país. Pero en la Argentina, ya se sabe, los finales son amargos. Veinte años después de aquel comienzo, el profesional se prepara para despedir los años de oro de ese fruto boutique e impulsa otros cultivos que no afronten los mismos golpes que recibió el arándano últimamente. La temporada de exportación 2022 fue calamitosa y hay grandes inversores que se están yendo del país.
“Exportamos cada vez menos”
“Desde 2013 la superficie ha venido disminuyendo y lamentablemente exportamos cada vez menos. Eso no es bueno para nuestra zona porque el arándano genera muchísimos puestos de trabajo. Nosotros en 2015 llegamos a exportar 20 millones de kilos y este año alcanzamos los 5 millones, un cuarto de ese total”, contó con pesar Carlazara.

Ese escenario se viene gestando desde hace varios años, producto de los vaivenes económicos que le quitaron competitividad de esta economía regional, en especial la brecha cambiaria y la fuerte presión impositiva. El arándano argentino fue corrido de los mercados por el de de otros competidores tradicionales con mayor capacidad exportable, como Chile, y nuevos jugadores que han crecido exponencialmente, como Perú.

“Todos sabemos los problemas y limitantes que tiene Argentina para exportar, y el atraso en el tipo de cambio en todas las economías regionales. El dólar divisa no llega a 180 pesos y todos los costos están dolarizados al valor del dólar blue. La mano de obra y todos los insumos crecen con la inflación que tenemos y el tipo de cambio no acompaña”, contextualizó el agrónomo.
“Le estamos buscando la vuelta”
Carlazara se dedica a la producción de los arándanos en Concordia desde 2003. Es así que conoce de primera mano el esfuerzo y la inversión que se necesita para producir una hectárea de este cultivo, regarlo, mantenerlo protegido del granizo y colocar finalmente el producto en el mercado. Por eso se resiste y seguirá presentando batalla por el cultivo que acompañó su crecimiento profesional.

“Le estamos buscando la vuelta, ahora está creciendo mucho el mercado interno. Estamos haciendo mucha promoción para difundir el consumo de esta fruta. Es una alternativa para los productores, para que salgan de la industrialización. Estamos trabajando mucho en congelar y exportar arándanos congelados. Este año fue el de mayor exportación de congelados”, afirmó el entrerriano.

Esa alternativa permite diferir el comercio de la fruta fresca, y ayuda a que los productores tengan un flujo de caja que les permita continuar en carrera. Aún así, en la zona de Concordia muchos ya han comenzado a diversificar sus producciones para ir hacia otros cultivos. “Muchos productores se están moviendo y evaluando opciones. Ya hay proyectos con diferentes especies como kiwi, caqui, fruta del dragón, incluso paltas”, contó Carlazara. -¿Es ahí dónde te estás metiendo como agrónomo, estudiando cómo incorporar tecnología?
-Exactamente y por suerte la gente quiere seguir invirtiendo. Estamos con unos proyectos muy interesantes también de frutilla, frambuesa y moras. La demanda de fruta congelada y en especial de berries ha aumentado después de la pandemia. Reconvertirse del fresco al congelado (en arándanos) nos generó un montón de capacidad ociosa para poder utilizar esa estructura que hemos generado. Entonces estamos implementando todo lo que es frambuesas, mora, frutillas, etc. Los productores de a poquito los van incorporando a la diversificación.

-¿Y cómo es el proceso? ¿No erradican las instalaciones de riego sino que van cambiando plantas?
-Exacto. Lo que estamos haciendo básicamente es conservar todas las variedades de arándanos que tenemos que nos han quedado y que tienen mayor valor, ya sea porque tiene fruta de muy buena calidad o fruta primicia y estamos volviendo a incorporar (con otras frutas) toda la superficie que se ha ido abandonando con el tema de de los arándanos. A pesar de esta situación muy difícil, los productores siguen apostando.

-¿Te imaginás al arándano desapareciendo? ¿O se va a seguir produciendo?
-No, va a seguir estando porque está el mercado interno, y algo de exportación se va a seguir haciendo y el congelado también tiene muchísimo potencial. Yo creo que hemos llegado a un piso de hectáreas y a partir de ahí nos vamos a mantener. Vamos a incorporar otros cultivos y ojalá que despacito se puedan ir dando condiciones para poder volver a exportar nuestro arándano, que por muchísimos años lo hemos enviado a todos los países del hemisferio norte.

-Vos sos de Concordia, nacido, criado y educado para producir. Algo de nostalgia o penas debés sentir.
-Sí, un poco de pena y un poco de bronca. Pero bueno, estamos un poco acostumbrados a estos problemas. Hay que seguir buscando alternativas para que esto no decaiga y los productores sigan con su inversión, y le podamos seguir dando trabajo a la gente y a la industria que nos acompaña.
Fuente: Bichos de Campo.

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