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La luz de esperanza que se observó el último lunes cuando desde la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) se emitió una resolución autorizando a las ligas amateurs a volver a los entrenamientos a partir del próximo 7 de septiembre, no parece tener destello suficiente para que la pelota vuelva a rodar antes de fin de año en la provincia de Entre Ríos.

Es que el aval del ente rector de la pelota viene de la mano con un protocolo sanitario que los clubes del interior están lejos –por los gastos que implican y la infraestructura que requiere- de poder cumplir y además necesita el acompañamiento del ejecutivo y el ente sanitario de cada provincia y municipio correspondiente.

El panorama en Entre Ríos aún está cargado de incertidumbre y en estos momentos, promediando agosto, la cosa está más para el no que para el sí. De hecho este miércoles por la noche la Liga de Concordia, una de las más importantes, resolvió dar por terminada la temporada 2020, la cual, curiosamente, ni siquiera pudo comenzar en cancha porque la suspensión total del fútbol argentino se dio días antes de la primera fecha. En Paraná –donde tampoco arrancó el torneo- habrá una reunión virtual este jueves y en Colón –sólo se jugó una fecha- la sesión podría darse la semana que viene. En este sentido gana relevancia la reunión que el sábado desde las 10 -mediante Zoom- mantendrá el Consejo Directivo de la Federación Entrerriana de Fútbol (FEF). El cónclave servirá para tener un pantallazo general por parte de todos los presidentes liguistas y desde allí comenzar a analizar el panorama de manera más concreta.

El contexto indica que en caso de volver a entrenar el 7 de septiembre –siempre con el aval de los ejecutivos y entes sanitarios provinciales y municipales-, los equipos necesitarán mínimamente 45 días para un correcto reacondicionamiento físico, lo que llevaría la fecha de inicio al 25 de octubre. De ahí en adelante, contando hasta el 20 de diciembre, apenas quedarán 8 fines de semana para competir, más algunas jornadas de miércoles que se puedan anexar, un tiempo muy acotado en el que sólo se armaría un torneo para “moverse” y hacer menos larga la espera hacia la competencia oficial de 2021.

El tema es que “abrir la cancha” genera gastos que oscilan en promedio en $10.000, porque cada partido requiere una terna arbitral y un operativo policial, sin contar otras cuestiones organizativas menores y cotidianas, como el corte de césped, marcado de cancha, etc. En el fútbol amateur esos gastos se solventan con la venta de entradas, del bono contribución, de la bandera, camiseta o vincha y del kiosco. Es decir, termina saliendo del bolsillo del simpatizante. La cuestión es que, en caso de volver el fútbol, será a puertas cerradas y a diferencia del profesionalismo, aquí no hay ingresos por televisación, por lo que el panorama no es tan sencillo ni ofrece alternativas como para ilusionarse.

De todos modos lo más atinado sería esperar hasta principios de septiembre para analizar la situación epidemiológica del país y de la provincia y tener un panorama un poco más concreto. Después de allí, sí, empezar a tomar decisiones, aunque la discusión también estará centrada en adoptar una medida en general que abarque toda la provincia, o que cada Liga defina de acuerdo a sus posibilidades.
Fuente: El Entre Ríos

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