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Ahora parece un camino vecinal, muy en mal estado, muy abandonado. Es apenas una huella en medio de la maleza que avanza, aunque de pronto aparecen estructuras de hormigón armado que han sido abandonadas y que dan cuenta de que algo está en vísperas, o abandonado. En cualquier caso, a mitad de camino.

Dos puentes, y después un camino afirmado, rodeado de maleza. Eso es todo lo que hay.

El camino, de tierra, con maleza a los costados, es una traza perpendicular a la ruta que está en uso: el Acceso Norte a Paraná, que se proyectó como doble vía, según el anuncio que en 2010 hizo el ex gobernador Sergio Urribarri.

Pero la doble vía sólo existe en la mitad del camino; la otra mitad sigue exactamente igual que siempre y peor: con pozos, apenas señalizada con tachos, y carteles que, de modo impúdico, dan cuenta de una obra en marcha. Pero no: no hay ninguna obra en marcha.

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La obra de la doble vía del Acceso Norte a Paraná generará unos 400 puestos de trabajo, dijo entonces Urribarri.

"Paraná merece ser una ciudad más significativa como capital de los entrerrianos, y la manera que tiene el gobierno de apoyar su desarrollo es proveer las obras de infraestructura necesarias. Dentro de ellas los accesos fluidos son clave porque la hacen una ciudad que llama a ser visitada, la jerarquizan y le dan mayor seguridad vial", dijo Urribarri.

Era el año 2010, y todo podía ser. La inversión prevista era de $134,9 millones, con financiación de la Dirección Nacional de Vialidad, y el plazo de ejecución de la obra se estimó entonces en 36 meses.

Se pensó en dos etapas. El primer tramo, de 4 kilómetros y que se extiende desde Avenida Circunvalación hasta Héctor Maya, se habilitó en 2012, y ya está totalmente estropeado por la mala construcción; el segundo, va desde calle Gobernador Maya hasta la ruta nacional 12, una extensión de 6,1 kilómetros, que nunca se hizo, y quedó abandonado.

Ahora, el Acceso Norte a Paraná tiene mitad doble vía, casi sin señalización, con pésima división entre los dos carriles y sin mantenimiento, y que va destruyéndose de modo paulatino por el continuo ajetreo. Según datos oficiales de Vialidad, circulan 12 mil vehículos en forma diaria por esa zona.

La otra mitad está sin terminar: hay unos tachos abandonados, carteles que hablan de obra en construcción, pero ningún obrero trabajando. La maleza ya avanza sobre las pocas obras construidas, los puentes ejecutados y dejados a medio hacer.

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Nunca se supo qué ocurrió con los fondos que Vialidad Nacional se comprometió a girar para que se construyera la obra, que estuvo a cargo de la constructora Losi, de muy sólidos lazos con la administración Urribarri: está gerenciada por Carlos Galuccio, hermano de Miguel Galuccio, CEO de YPF.

Nadie preguntó nada: la obra quedó paralizada, los fondos comprometidos no se supo qué destino tuvieron y la seguridad de los automovilistas es un asunto que nadie atiende.
Fuente: Entre Ríos Ahora

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