Acompañaron al intendente José Luis Walser, concejales, funcionarios, representantes de instituciones educativas y vecinos.
“Después de mucho tiempo, hoy Colón transita un camino de transformación, que tiene que ver con recuperación histórica, con obras importantes y con una forma de hacer comunidad, que es hacerlo entre todos”.
Finalizado el acto, se compartió torta y chocolate.
Una mirada en el pasado para construir el futuro
Durante la ceremonia, hizo uso de la palabra el Prof. Rodolfo Leyes, docente de Historia de la Escuela de Educación Técnica N° 2 “Canónigo Narciso Goiburu”.La historia de nuestra ciudad es la historia de nuestra comarca. Colón es la hija próspera de la Colonia San José. Aquellos primeros 530 pioneros, a los que pronto se les unieron otros cientos, no sólo labraron la tierra y fundaron ciudades, sino que también nos legaron un concepto de progreso que aún está vivo.
Todo colonense que se precie de tal mira su ciudad con orgullo. Colón muestra, a pesar del contexto nacional adverso, un crecimiento continuado. Nuestra ciudad, como desde hace 160 años, no para de recibir nuevo habitantes. Según datos del INDEC, nuestro departamento es el que más crece en la provincia, y nuestra ciudad es la que encabeza aquel crecimiento. Hoy, como ayer, la ciudad sigue recibiendo nuevos contingentes que sueñan hacer de esta tierra su tierra prometida. El crecimiento demográfico no habla sólo de nuevos vecinos, habla de gente dispuesta a poner su energía y trabajo en nuestro terruño. Y ese es, tal vez, nuestro mayor tesoro.
Pero los grandes desafíos necesitan de ciudadanos con una mirada que trascienda el corto plazo. Nombrar a Alejo Peyret o Herminio Quirós es indicar, a escala de pueblo, lo que son los estadistas a escala nacional. Personas cuya obra perdura como base para la ciudad.
La obra de Peyret es la del progreso entendido como espacio de tolerancia y ciencia, condiciones mutuas del desarrollo. Peyret buscó, en la administración de la colonia y en la ciudad, crear un poblado que deje atrás el oscurantismo que los inmigrantes traían de la Vieja Europa. El desafío no era menor. Integrar en una misma comunidad, en una misma COMUN-UNIDAD, a personas que cargaban con tradiciones mítico-folklóricas que habían sido fuente de conflicto para intentar una convivencia armónica y de libertad. Hoy día, aún aquellas fuerzas pugnan por ocupar un lugar público que corresponde al ámbito privado. Sin embargo, los herederos de las banderas de Peyret confiamos que venceremos defendiendo un Colón laico, de tolerancia religiosa y que brinde completa libertad de fe. Como docente de esta ciudad, debo decir con orgullo que nuestras escuelas muestran, en términos generales, que aquel camino es posible y beneficioso.
La lista de hijos e hijas de nuestra ciudad que han aportado al mejoramiento de la vida de los vecinos es realmente extensa. Sólo para no dejar pasar la oportunidad, cabe mencionar los nombres de Gregorio Roux y Alba Bochatón, ambos militantes gremiales; y de Lazarina Lambert y Edda Bachini, mujeres pioneras en ocupar lugares vinculados a la educación y a la salud pública. No busco en estos nombres sólo la reivindicación, busco que tomemos conciencia de que nuestro suelo es tierra de personas comunes que han trascendido la parsimonia pueblerina para legarnos una antorcha de progreso y cambio.
Miramos el pasado no para buscar un producto turístico que vender, sino para encontrar la fuente de inspiración que nos permita afrontar los futuros por venir. Miramos el pasado no por nostalgia, sino para aprender cómo se enfrenta un medio hostil, pero en el cual estamos dispuestos a construir un mejor futuro.
Miramos el pasado para entender el presente, pero cambiar el futuro.
