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Daniel Kozak
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La Sociedad Rural Colón adhiere, y convoca a los productores que no estén asociados a la entidad, al paro impulsado por la Mesa de Enlace en rechazo al cierre de las exportaciones de carne vacuna -por el lapso de 30 días-, dispuesto por el gobierno nacional.

“Para los productores, ver en las noticias que nuevamente tendremos un cepo a la exportación, significa volver a recorrer viejos caminos”, afirma su presidente, Daniel Kozak, “es volver a vivir la historia del año 2006, cuando todos recordamos lo que sucedió”.

Entrevistado para El Entre Ríos, explica por qué esta medida podría impactar de lleno en el 95 por ciento de los productores de su zona y en el “arraigo rural”, lo que considera una deuda pendiente de la dirigencia política para con el campo argentino.

“Acá, lamentablemente, se está usando a la carne como una cortina de humo para cubrir todos los problemas que el gobierno tiene hoy por hoy”, considera el dirigente, convencido de que “el círculo virtuoso del campo es enorme y así corre peligro”.

Con la promesa de que no faltará mercadería en las carnicerías hasta el viernes 28 de mayo en que culmine la medida, Kozak habla abiertamente de precios y se anima a comparar los valores argentinos con los vigentes en dos países vecinos.

-¿Qué sintió cuando, de boca del propio Alberto Fernández, vio oficializada la restricción de vender carne al exterior?

-Para nosotros, los productores, ver en las noticias que nuevamente tendremos un cepo a la exportación, significa volver a recorrer viejos caminos, es retroceder y volver a vivir la historia del año 2006, cuando todos recordamos lo que sucedió.

Estas viejas recetas han sido terriblemente dañinas para el sector desde que el entonces secretario de Comercio, Guillermo Moreno, puso el cepo a la exportación en la misma época que empezaron con los “precios sugeridos”.

Esto llevó al cierre a más de 150 frigoríficos en el país, a una pérdida de 10 millones de cabezas de ganado que hasta el día de hoy no hemos recuperado, a una pérdida de más de 60 mil empleos en forma directa e indirecta, a un daño a la producción y a una falta de confianza de los mercados hacia la Argentina.

Estamos viendo una película repetida y ya sabemos cuál es el final.

-Sin embargo, el campo reaccionó rápidamente con un cese total de las comercializaciones de carne, en forma de protesta. ¿Cómo evalúa su impacto en estos primeros tres días de vigencia?

-El cese de comercialización es una medida de protesta. No va a faltar carne en las carnicerías, porque no vamos a permitir eso, pero es la única forma que encontramos de ser escuchados.

Los diálogos con los interlocutores del gobierno son diálogos vacíos, dado que ni siquiera el ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación sabía de esta medida, o al menos no lo mencionó días atrás a la Mesa de Enlace cuando tuvo oportunidad.

Es más, el Presidente de la Nación acaba de bajarse de un avión tras su viaje a Europa, donde hace días nada más prometía que iba a realizar exportaciones, habiendo hablado no solamente en campaña sino recientemente de la importancia de las mismas por el ingreso genuino de dólares al país, y cuando llega a la Argentina sale con esto.

Lo más triste de todo, es la falta de confianza que vamos a volver a generar en los mercados. Hay que pensar que, cuando realmente estábamos exportando cada año un poquito más, y deberíamos estar planificando cómo multiplicar las cantidades, estamos hablando de cerrar las exportaciones.

-¿Qué repercusiones han tenido desde frigoríficos y pequeños productores, en estos días de doble incertidumbre: las restricciones oficiales y el paro del campo?

-Hay miles de puestos de trabajo que están en riesgo.

Al otro día que el presidente anunció la medida, un frigorífico de Rafaela (Santa Fe), con 650 operarios, frenó su actividad y todas esas personas se quedaron sin poder trabajar. Y a éste se agregarían otros más, que en estos 30 días de restricción estarían adelantando vacaciones porque no tendrán qué hacer en sus plantas.

Acá, lamentablemente, se usa a la carne como una cortina de humo para cubrir todos los problemas que el gobierno tiene hoy por hoy. Nuestros políticos también deberían preocuparse por el arraigo rural, para que un joven estudiante no deba treparse a un molino para conectarse a internet y para que los llamados “caminos de la producción” puedan transitarse aún en días de lluvia.

El arraigo rural debe ser una política de Estado, sin embargo parece un proyecto congelado hace mucho tiempo.

-¿Considera que hay fuentes de trabajo en riesgo en la zona que la Sociedad Rural Colón tiene de influencia?

-Bien sabemos en nuestra zona la importancia que el campo tiene en la economía, por eso considero que todos nuestros legisladores deberían levantar el tubo y hablar con quienes tengan cercanos a la presidencia para defender el territorio.

En esta zona, los pequeños productores, que representan el 95 por ciento del total si no más, están muy preocupados por la medida. Por más pequeña que sea su producción, a ellos los afecta en forma total. Es muy probable que esto radique en la desaparición de muchos pequeños productores, como ocurrió la vez anterior.

Esta medida no es un problema solamente para los ganaderos, sino para la sociedad toda. Sabemos que, cuando al campo le va bien, eso tiene su impacto en la ciudad, en una concesionaria de autos, en una venta de electrodomésticos o en el propio Carlitos, que vive a la vuelta de la casa y lo contrato para una changa.

El círculo virtuoso del campo es enorme y corre peligro de cortarse si se detiene la exportación.

-¿Hacen algún mea culpa, desde el campo, respecto a su posible influencia en el precio de la carne, en definitiva lo que llevó al gobierno a restringir su exportación durante un mes?

-Cuando hablamos de los precios de la carne, debemos contemplar que hay toda una cadena desde el productor hasta la góndola. Si el gobierno considera que los precios son altos, sería bueno sentar a toda la cadena y que cada eslabón exponga cómo trabaja y hasta dónde puede llegar su precio.

Según la Cámara Argentina de Frigoríficos, los 24 cortes promedio están en 553 pesos. El kilo de carne en Brasil sale 932 pesos y, si nos vamos al Uruguay, el promedio es de 1220 pesos. Entonces, no es que esté cara la carne, es que los salarios argentinos se han pulverizado por una inflación que hoy oscila entre 4 y 5 por ciento mensual, con un 70 por ciento de aumento de combustibles de agosto del año pasado a hoy.

Mientras el gobierno no haga un mea culpa por el descalabro fiscal de este país, seremos los ciudadanos quienes tendremos que bancarlo pagando impuestos a las cosas, ni siquiera hablo de impuestos inmobiliarios, porque realmente estamos pagando impuestos a las cosas que necesitamos todos los días.

Estamos hablando de 50 ó 60 por ciento de inflación al año, que los sueldos lamentablemente no pueden acompañar y eso hace que cualquier precio nos resulte caro.
Fuente: El Entre Ríos

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