Apenas comenzada la primavera, el jefe de Gabinete de la Nación Guillermo Francos adelantó en una entrevista radial que si el próximo verano hay " temperaturas elevadas puede haber una demanda muy alta de electricidad, con lo cual va a faltar generación y, lamentablemente, va a tener que programarse algún corte".
Lo cierto es que la previsión oficial es que en el verano, en especial entre febrero y marzo, el consumo de electricidad llegará a 30.700 megavatios, unos mil por sobre el récord de febrero pasado. En este sentido, las previsiones de la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico (Cammesa) indican que "no bastará para cubrir ese pico de demanda" sólo con la energía producida localmente y las importaciones desde países vecinos.
Finalmente, luego de varias idas y venidas, dichos y desmentidas parciales entre miembros de la gestión de Javier Milei, se confirmó que la Casa Rosada publicará en los próximos días el “Programa de Emergencia Verano 2024-2025″, un plan que prevé "cortes voluntarios" o reducción del consumo de energía en comercios e industrias, más una remuneración a las generadoras.
Esto puso en estado de alerta a los grandes consumidores de energía eléctrica de Gualeguaychú, los cuales están englobados en su mayoría en el sector industrial y, en menor medida, en los grandes comercios locales.
Según información a la que accedió el diario Ahora El Día, son varias las estrategias que se manejan para poder hacer frente a esta posible crisis energética, sobre todo porque un parate de apenas un par de horas podría afectar algunas líneas de producción de las empresas que funcionan actualmente en el Parque Industrial Gualeguaychú (PIG).
“Estos anuncios del Gobierno generan un poco de preocupación. No obstante, en ese sentido, la empresa y su conducción actual tienen una resiliencia ante la presentación de problemáticas, y siempre le buscan la vuelta para sortear los obstáculos”, indicó el síndico de RPB Federico Laderach.
Según informaron varios industriales de la ciudad, una de las estrategias que evalúan poner en marcha en los próximos días es acelerar la producción durante octubre y noviembre –los meses previos a la llegada de los picos de calor– con el fin de poder stockearse y así hacer frente a la demanda durante el verano.
Esta acción implicaría, incluso, una contratación de personal extra para poder llevar adelante esta hiperproducción, pero al mismo tiempo enfrenta a la cuestión sobre qué hacer con esos trabajadores cuando se paralice de manera parcial la producción durante diciembre y marzo. En este caso, la mayoría de las empresas piensan dar vacaciones a su personal durante esa época, sobre todo en enero y febrero.
“En marzo pasado el Parque Industrial sufrió 18 cortes de luz. Cada uno de esos cortes afectó a todas las industrias que están allí, tanto a nivel económico como a nivel productivo. Imaginate que caiga un corte sin aviso en una línea de producción de leche: eso quiere decir que todo el proceso productivo se pierde y hay que mandarla a disposición final. En la jerga, esa leche se tira”, explicó Tommy Fogg, presidente de la Corporación del Desarrollo (Codegu), entidad responsable del PIG.
Con esta ejemplificación se demuestra que si los cortes del próximo verano se programan o se hacen de manera voluntaria por parte de los industriales a cambio de una compensación económica ello podría minimizar las pérdidas en la línea de producción. Sin embargo, la situación no deja de ser problemática.
“Si se sabe que se va a cortar la energía a las tres de la tarde por 120 minutos, quiere decir que una o dos horas antes ya tenés que prepararte, y que cuando regrese la luz, no es que arrancás a producir de inmediato, sino que te lleva un buen rato. Por lo tanto, es muchos más el tiempo que se paralizan los trabajos, además del neto por el corte”, amplió Fogg.
“El corte repentino te rompe la máquina, tu tecnología, te hace tirar producto y genera grandes problemas. Por eso preferimos el corte programado porque nos da margen para organizarnos. Si tenemos que trabajar con una línea de media tensión y vamos a tener un poco de energía, entonces vamos a decidir no producir. Podemos hacer mantenimiento, reparaciones, dar vacaciones al personal y hacer otro tipo de actividades en esos meses”, sostuvo Laderach.
Los motivos y la búsqueda de soluciones
“El Gobierno nacional anunció cortes por falta de generación y de transporte en el sistema eléctrico. ¿Por qué falta de generación? En primer lugar, por una cuestión de falta de inversiones, pero no de ahora sino de hace muchos años. En segundo lugar, hay cuestiones meteorológicas: la instalación del fenómeno de “La Niña” provoca sequías en toda la región, y sin agua no se puede generar electricidad en las represas”, explicó el presidente de la Cooperativa Eléctrica Nahuel Otero, quien además agregó: “Este verano vamos a tener represas que van a estar trabajando al 50-60% de su capacidad por el bajo caudal de los ríos. Además, la central nuclear Atucha 1 va a estar fuera de servicio por mantenimiento y las obras en Atucha 3 fueron paralizadas”.Esta es la explicación macro con respecto a los motivos de los cortes, sin embargo hay dos cuestiones relacionadas con lo local que obligó a cuatro entidades de la ciudad a agruparse y conformar la “Mesa Estratégica por la Energía”, que está integrada por integrada por Nahuel Otero de la Cooperativa Eléctrica, Tommy Fogg de Codegu, Rafael Vela del Centro de Defensa Comercial y Mariano Rodríguez de la Cámara de la Industria de Gualeguaychú. Además, la iniciativa cuenta con el acompañamiento de la Municipalidad.
Lo cierto es que esta iniciativa plantea la realización de dos obras para dar previsibilidad al sistema eléctrico: por un lado la construcción de una Estación Transformadora de 132 Kv, la cual permitiría alivianar la línea que abastece a Gualeguaychú y a Islas del Ibicuy, sino que además permitirá al PIG expandirse para albergar nuevas industrias, algo que en la actualidad se le complica mucho hacer. Por otro lado, está la construcción de la subestación Perigan de 33 Kv, una obra complementaria que abastecería de energía a la zona oeste de la ciudad, la cual ha experimentado un gran crecimiento en los últimos años y que se abastece con la misma fase que alimenta al PIG.
La primera de las obras tiene un costo de unos 12 millones de dólares y un plazo de construcción de entre cuatro y cinco años, mientras que la segunda costaría entre 2 y 3 millones de dólares y tendría un plazo de ejecución de menos de un año.
En este sentido, las obras de estructura energética deben ser solventadas por Nación y Provincia, y es por eso que hacia allí están orientadas las gestiones de la “Mesa Estratégica por la Energía”, quienes recibirán el miércoles que viene a la secretaria de Energía de Entre Ríos, Noelia Zapata, con quien analizarán estas problemáticas.
Más allá de estas gestiones y obras que necesariamente se deben realizar, el verano que viene sí o sí llegará de manera inminente y todo hace prever que la profecía del colapso energético se va a cumplir. Lo único que queda ahora es que los privados se pongan de acuerdo con el Estado nacional, apelar a un plan en conjunto y jugar con reglas claras.
La preocupación persiste y la pérdida de producción, más allá de que se intentará atenuar con una sobreproducción en la previa, afectará a más de una industria en el PIG.