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El caso conmovió a la sociedad gualeguaychuense. El 3 de junio pasado, Agustín Sosa y su familia regresaban a esta ciudad entrerriana, luego de que su hijo más pequeño –de dos meses– tuviera que enfrentar un complicado tratamiento médico para lidiar con una enfermedad que tuvo desde que nació.

Cuando creían que todo había quedado atrás, el resultado positivo del test de covid-19 prolongó la congoja. Los primeros en ser diagnosticados fueron el bebé y su hermanito de seis años. Siguió la mamá y por último Agustín. “Todo empezó cuando tuvimos que viajar a Buenos Aires por un problema de salud de mi bebé de dos meses. Estuvimos un tiempo allá y mi otro nene quedó en Gualeguaychú. Volvimos el 3 de junio y al otro día el bebé levantó fiebre. Y no sólo teníamos miedo por el coronavirus sino que, como había estado internado en terapia intensiva, teníamos miedo que pueda ser un virus intrahospitalario”, contó.

Fue trasladado en ambulancia al Hospital Centenario y allí le realizaron los primeros hisopados. “El único que presentó un síntoma fue el bebé, y sólo ese día, después no volvió a tener fiebre. Desde ese día estamos aislados. Se dice mucho, se habla mucho, pero a nosotros, gracias a Dios, no nos ha afectado en nada físicamente”, relató.
Todo comienza a ser parte del pasado
A más de 20 días de ese angustiante momento, finalmente todo comienza a ser parte del pasado: los últimos controles médicos e hisopados arrojaron que el bebé, la madre y el padre ya no tenían rastros del virus en su cuerpo, y sólo en nene de seis años presentaba pequeños rastros.

“Lo que nos explicó la médica es que ante la más mínima presencia del virus en el cuerpo, el test da positivo. Por lo que nos dijo, nosotros la etapa de contagio ya la pasamos. Por eso, aunque entre nosotros cuatro estemos en contacto es porque la etapa de contagio ya pasó. Igualmente, seguimos con el aislamiento por una cuestión de protocolo y prevención”, informó.

“Estamos sin síntomas, aislados y muy bien por suerte. Pero además estamos muy contenidos, todos los días nos llaman desde el equipo médico para preguntarnos cómo estamos, si necesitamos algo, por eso quiero agradecerles mucho. Nos brinda un muy buen apoyo psicológico”, agradeció.

“Fue difícil toda la situación, pero no sólo por esto del coronavirus, sino también por todo lo anterior. Yo a mi mamá no la veo desde principio de marzo, y ella a mí y a sus nietos tampoco. Esto sí es difícil. Desde que llegamos y supimos que estábamos contagiados, cumplimos con el protocolo, no sólo por los nenes, sino también por mis padres, que son personas grandes. Nos quedamos tranquilos que dentro de todo fue leve en nuestro caso”, concluyó.
Fuente: El Día de Gualeugaychú

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