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Una minuciosa obra de restauración es la que encabezan el ingeniero electromecánico Fabián López y el arquitecto Alexis Vommaro, sobre el reloj público y el campanario de la Parroquia Santos Justo y Pastor de Colón, ambos fuera de funcionamiento.

La tarea fue encomendada por la municipalidad. Comenzó en marzo y todavía tiene varios meses por delante. “La idea no es hacerlo urgente, sino hacerlo bien”, dicen los profesionales en conversación con El Entre Ríos.

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El pago de la misma tendrá como destino la asociación cooperadora y el taller de la Escuela Técnica N° 1, institución a la que ambos están vinculados y cuyos alumnos colaboran en el proyecto.

“Es interesante mostrar cómo –sin ser relojeros- con una formación técnica se puede resolver. Nuestra escuela cumple 100 años y es una forma de visibilizar cómo encarar un trabajo”, señala Vommaro, egresado de la escuela y actual presidente de la cooperadora.
Respetando su estilo
El relato del trabajo que llevan adelante lo hace el ingeniero López y comienza por el reloj, al que califica como “una obra de arte”.

“Es municipal y fue gestionado por Antonini –intendente en ese momento- y Goiburu, cura párroco, quien fue a comprarlo a Europa”.

Data de 1930, de acuerdo a lo que quedó registrado en una pieza, junto al nombre de la compañía que lo fabricó. En Colón se instaló en 1931, siendo bendecido e inaugurado durante la fiesta patronal del 9 de agosto de ese año.

“En lugar de repararlo, decidimos restaurarlo. O sea, no solo reparar lo que estaba roto sino limpiarlo y volverlo a armar, respetando su estilo, el pulido y los colores originales”.

“En el último tiempo estaba revestido de suciedad y lubricantes, porque nunca se lo detuvo sino que se lo mantuvo andado. Aparentemente desde el origen nunca se lo desmontó y limpió, más que hacerle mantenimiento a alguna pieza o alguna pintura”, indica el docente de la EET N° 1 y miembro de la asociación cooperadora.

Los relojes de torre “primero aparecieron en los monasterios para determinar a qué hora se rezaba y después empezaron a tener uso civil, siendo una verdadera revolución porque el pueblo sabía en qué hora estaba y así determinaba sus actividades”, apunta.
Un sistema “muy deteriorado”
Pero la tarea no se agota en el reloj. “Hay una transmisión de alambres con palancas que bajan por la pared de la torre del reloj, pasan por encima del techo de la parroquia y suben por la torre del campanario, que con un sistema de ejes y palancas, levantan y dejan caer los mazos que producen el sonido a las campanas. Este sistema está muy deteriorado y da la impresión que nunca funcionó perfectamente”, explica López.

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“El campanario es de la misma fecha del reloj. Son tres campanas preciosas, están labradas, tienen figuras, ornamentos y textos, la más grande tiene 1,10 metro de diámetro en la base. Están impecables, lo que necesita mantenimiento es el conjunto de mazos”, describe.

“En España dicen que el campanario no es ruido sino patrimonio, porque el sonido de las campanas identifica a una ciudad”.
Fuente: El Entre Ríos

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