Según Pagni, "la retirada kirchnerista ha desatado una ola de reclamos en el bajo fondo. La llevan adelante subordinados que piden solidaridad, en muchos casos desde el calabozo, antes de que sus antiguos jefes pierdan el poder. Esos desahuciados, a los que les está vedado designar jueces amigos, son proclives a la cinematografía".
Pone el ejemplo de "Marcelo Acosta". Carlos Pagni cuenta que Acosta "clama desde un penal de Santiago del Estero. Integrante de la secretaría privada del gobernador de Entre Ríos, Sergio Urribarri, se ufana de haber sido su chofer hasta agosto del año pasado, cuando cayó preso por transportar 20 kilos de cocaína. Hay quienes sospechan de vinculaciones con Los Monos, el cartel narco de Rosario. Como si se integrara a un Netflix patibulario y criollo, Acosta llama a las oficinas de Urribarri amenazando con lanzar imágenes odiosas. Entre ellas, las de una tertulia familiar del gobernador".
"Cuando Scioli nominó a Urribarri como su eventual ministro del Interior, aumentó el riesgo de los presuntos reclamos de Acosta. Por eso en Entre Ríos circula una premonición inconfesable: que el escándalo estalle horas antes del debate de los candidatos para el ballottage. Se entiende la urgencia kirchnerista por cubrir la retirada", concluye Pagni.